Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
martes, 31 de enero de 2012
Tilson Thomas hace Debussy y Berlioz (y II)
En lo que a la Fantasía para piano y orquesta se refiere, me sigue pareciendo una más que notable interpretación la de Tilson Thomas y Nelson Freire. Además fui injusto al decir que el maestro no cuidó del todo la claridad: creo que tiene razón Ángel Carrascosa, en su comentario de la interpretación en Madrid del mismo programa (enlace), cuando dice que la obra no está del todo bien orquestada. Que la culpa es más de un Debussy algo bisoño que de la batuta, vamos. En directo semejante circunstancia se aprecia mucho mejor. El público valenciano no aplaudió con especial entusiasmo –la obra es flojita- y el pianista brasileño no ofreció propina. Interesante, en cualquier caso, poder acercarnos a una página poco conocida de uno de los grandes genios de la música: el contrastado afán pedagógico de Tilson Thomas se deja notar.
Un placer escuchar la Sinfonía Fantástica en directo a una orquesta como la London Symphony: pese a algún ligero desajuste y a unas trompetas no del todo finas y con problemas para empastar, la experiencia meramente auditiva –interpretaciones aparte- es mucho más satisfactoria que la que tuvimos quienes asistimos la semana anterior a la ejecución de esta misma página por la Nacional de España (enlace). Con Tilson Thomas volvieron a ser muy apolíneos, elegantes y refinados los tres primeros movimientos, pero también se quedó de nuevo la pasión por el camino: esta página necesita una atmósfera más enfebrecida. Sea como fuere, es de justicia destacar el maravilloso el fraseo de los violonchelos en la escena campestre, en la que esta vez no noté amaneramiento. Coincido con Ángel en que la marcha al cadalso resulta un tanto frívola: a mí me gusta que suene más bien poderosa y opresiva. El aquelarre estuvo lleno de energía, vivacidad y virtuosismo, pero a Tilson Thomas, casi siempre demasiado rápido y mucho más atento a la brillantez que al matiz expresivo, se le escapó la mala leche de la página. El público aplaudió a rabiar. Al final conseguí –había cola- que me firmara unos discos. Como era de esperar, es un tipo la mar de simpático. O al menos a mí me cae estupendamente.
lunes, 30 de enero de 2012
Las Bodas de Fígaro por Marriner
José van Dam, Barbara Hendricks, Ruggero Raimondi, Lucia Popp.
Academy os St. Martin in the Fields. Dir: Neville Marriner.
Decca, 4705732
3 CDs - 173'51''
DDD
Universal
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Interesante opción de compra esta versión de Las bodas de Fígaro: pasa ahora a serie media, la toma de sonido es espléndida, se ofrece la partitura completa y el nivel interpretativo es notable. En el lujosísimo elenco destaca el Conde de Raimondi, cantado e interpretado en una línea muy diferente -más española, o al menos más latina- a la del referencial Dieskau. Los demás están bien, aunque no resulten del todo adecuados para sus personajes: a Van Dam no le ha ido nunca la comedia, mientras que la Popp convence más como Susanna -con Solti- que en el rol de la Condesa. Al frente de su espléndida y adecuadísima Academy, Marriner ofrece una lectura ágil, transparente, equilibrada e incisiva, que si no llega a convencer del todo es por su consabida tendencia a caer en lo trivial y lo pimpante.
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Texto extraído de un artículo publicado en el número de febrero de 2003 de la revista Ritmo sobre el segundo lanzamiento de la serie "The Opera Compact Collection", editada por Decca.
PS. Supongo que saben ustedes que la versión "que hay que tener" es la de Karl Böhm y Jean-Pierre Ponnelle en DVD (DG), una maravilla en lo musical y en lo teatral.
viernes, 27 de enero de 2012
Tilson Thomas hace Debussy y Berlioz (I)
Menos interés tiene la Fantasía para piano y orquesta, una obra juvenil en la que el compositor francés, aun dando buena cuenta de su talento, se quedó más bien corto en lo que a inspiración se refiere. La batuta realiza un trabajo cálido y comprometido, aportando además cierto lenguaje "romántico" acorde con la etapa de formación del artista. Paladear el segundo movimiento con mayor calma y voluptuosidad no le vendría nada mal, en cualquier caso. Tampoco clarificar mejor las texturas. Al piano se encuentra el polémico Nelson Freire, sobre el que no puedo emitir juicio global alguno porque conozco poco -algo de Chopin, Brahms, Franck y Saint Saëns- de su trayectoria. En este Debussy me parece que realiza un buen trabajo: solvente en los complicados aspectos virtuosísticos, ortodoxo y musical en lo expresivo, pero sin la variedad en la pulsación ni la riqueza de acentos que en la obra ofrecían un Gieseking o un Ciccolini.
Sinfonía Fantástica en la segunda parte. Recreación algo superior a sus dos grabaciones discográficas comentadas en este blog (enlace), ante todo porque la London Symphony, pese a algunos resbalones puntuales, es aun mejor que la Sinfónica de San Francisco. Me parece que ahora los dos primeros movimientos están algo más conseguidos, perdiendo un poco los dos últimos. En cualquier caso el concepto es parecido. El arranque resulta espléndido, de una morbidez acariciadora, pero en el desarrollo del movimiento, siempre elegante y fluido, el maestro se queda mucho antes con los "ensueños" que con las "pasiones" con que lo definió Berlioz, hasta el punto de que la coda final llega a ser morosa. El vals está bien, a secas: falta empuje dionisíaco. La escena campestre la aborda Tilson Thomas intentanto sonar "en estilo", pero confundiendo "lo francés" con el hiperrefinamiento, la languidez y hasta cierta blandura amanerada, algo que en modo alguno creo que tenga que ver -seguro que más de uno lo querría interpretar así- con su condición de homosexual militante (enlace). En cualquier caso es todo un placer auditivo el modo en el que el maestro trabaja los bloques sonoros, sus colores y texturas, con una plasticidad que ya querría para sí el masivo Herr Frühbeck (enlace). La marcha al cadalso, controlada y ajena al efectismo, solo llega a alcanzar la tensión deseada hacia el final. Al aquelarre le falta un poco de atmósfera, pero poco a poco la batuta se va caldeando hasta conseguir, gracias a su estupenda técnica y al buen rendimiento de la orquesta, un final con toda la brillantez deseable. Nos lo pasaremos muy bien.
miércoles, 25 de enero de 2012
Iolanta y Perséphone en el Real
Programa doble con Iolanta y Perséphone en el Teatro Real. Cuchillos afilados desde hace meses: que si las obras valen poco, que si habría que haberlas hecho en versión de concierto, que si Mortier se cree que nos va a enseñar algo, que si Peter Sellars viene a provocar, que si se van a quedar las butacas vacías con la que está cayendo, que si... Los de siempre ya no saben qué argumentar para que el nuevo gobierno eche cuanto antes el belga y el Teatro Real vuelva a ofrecer una programación basada en el sota, caballo y rey. Lo conseguirán, pero mientras tanto nosotros estamos disfrutando de funciones de apreciable altura, entre ellas las de los tres títulos precedentes (Elektra, Pelléas y Lady Macbeth) y estas que ahora se ofrecen en la Plaza de Isabel II. La de ayer martes, por cierto, también por el canal televisivo Mezzo, buena muestra -lo es también la filmación del concierto del 1 de mayo de la Filarmónica de Berlín- de que por fin la ópera madrileña está empezando a conseguir el eco mediático necesario a nivel internacional, algo que hasta hace poco resultaba casi impensable. Comento la función del pasado sábado, que presencié después de haber realizado una entrevista al director musical de la producción, Teodor Currentzis (enlace).
Me gustó mucho la labor del griego en Iolanta, pues desgranó con enorme sentido melódico -tomándose su tiempo pero sin perder tensión interna- sus bellísimas melodías, evitó tanto la blandura como el efectismo e inyectó un amplio aliento espiritual a la partitura, que sin ser lo mejor de Tchaikovsky contiene música suprema, particularmente el dúo de amor entre los protagonistas.Currentzis la reivindicó de manera inmejorable y logró que los melómanos salieran radiantes habiendo descubierto (menudos papanatas los que creen que nadie les puede enseñar nada, menos aun Mortier) una obra magnífica. La inclusión antes del final de un bellísimo fragmento de la Liturgia de San Juan Crisóstomo del propio Tchaikovsky me pareció una idea excelente, ofreciendo además una buena oportunidad para demostrar la estupenda forma en que se encuentra el Coro Intermezzo, que sin duda ha demostrado ser la elección apropiada para esta nueva etapa del Teatro Real.
Ekaterina Sherbachenko se encargó del rol titular: voz interesante, algo justita por arriba –muy mal el agudo al final del dúo-, pero bastante musical y en cualquier caso afortunada a la hora de recrear la delicadeza e ingenuidad del personaje. Junto a ella, Pavel Cernoch puso un instrumento de discutible atractivo al servicio de una recreación de adecuado apasionamiento. Estuvo estupendo Dmitry Ulianov en la hermosa aria del rey René, resultó algo basto Alexej Markov como Robert, evidenció sus tablas el veterano Willard White como Ibn-Hakia y convencieron las tres féminas encargadas de encarnar a las cuidadoras de Iolanta. Espoleados todos por la controlada incandescencia de la batuta, puede decirse que pese a las desigualdades canoras nos encontramos ante una notable recreación de la partitura. Como dije arriba, el público salió encantado.
Si Tilson Thomas (RCA, 1997) reivindicaba los valores tan puramente stravinskianos del ritmo y la incisividad mientras Nagano (Virgin, 1991) se había centrado en el estudio de colores y texturas, tratadas siempre con asombrosa elegancia, Teodor Currentzis descubrió los aspectos más atmosféricos y espirituales de Perséphone con una lectura lenta, de trazo difuminado y enorme sensibilidad. Desdichadamente el griego no logró inyectar la tensión interna necesaria para soslayar la innegable debilidad de los pentagramas. Reconozcámoslo: aunque están ahí la escritura maestra de Stravinsky y su poderosísima personalidad, se desprende cierta sensación de rutina, por no decir de falta de inspiración, y sin un pulso de lo más firme y un imparable impulso rítmico por parte de la batuta la audición se hace un poco cuesta arriba. Currentzis ahí se quedó corto, aunque obtuvo un extraordinario rendimiento del coro –gran protagonista musical de la obra- y se benefició del buen hacer de Paul Groves, como siempre algo apurado en el agudo pero bastante superior a los tenores de las dos grabaciones arriba citadas. Cumplió con corrección la actriz Dominique Blanc en el rol titular.
Defraudó Peter Sellars, pero en el buen sentido: en su propuesta escénica –coproducción con el Bolshoi- no hubo ni provocación, ni escándalo, ni caprichos, ni soflamas políticas ni discursos paralelos. Solo pudo chocar, para las sensibilidades más conservadoras, que la vestimenta fuese “moderna” y que la escenografía se basase en unos cuantos marcos de puertas y telones abstractos pintados por George Tsypin. Por lo demás fue la de Iolanta una realización sensata, cuidadosa, que recurría antes a la colocación de los personajes en el escenario y a la fuerza dramática de la iluminación –recuérdese que el libreto gira en torno al descubrimiento de la luz- que en la dirección de actores. Muy por encima de lo conseguido en el título de Tchaikovski, aun recurriendo a la misma escenografía, lo ofrecido por el regista norteamericano en Perséphone ha sido para quien esto suscribe una de las cosas más bellas que ha visto en el Teatro Real. Sellars supo integrar los dos conceptos manejados por el compositor ruso, el del teatro clásico y el de la espiritualidad cristiana, a través de una visión bastante personal de poderosísimo magnetismo plástico e inteligente manejo tanto de las masas corales como de los dos protagonistas, tenor y recitadora, sumando a todo ello las fascinantes coreografías de cuatro bailarines camboyanos cuyos hipnotizadores movimientos rimaban a la perfección con la sinuosidad de la partitura. Por cierto que la idea de desdoblar a Perséfone en dos, la que actúa y la que baila, no era de Sellars sino del propio Stravinsky. Al público pareció no entusiarmarle el resultado. Yo salí fascinado. Al final tuve la oportunidad de pedirle un autógrafo a Peter Sellars: ¡vaya tipo pintoresco y divertido!
martes, 24 de enero de 2012
Frühbeck, Ax y mi problema con Beethoven
Ahora bien, a mi modo de ver no hay color comparado con Barenboim en cualquiera de sus grabaciones de la obra: el sonido puramente beethoveniano, la naturalidad en el fraseo, la concentración, los matices en la pulsación, la variedad anímica, la riqueza de concepto, el hondo sentido humanístico... Por eso mismo lo que hizo Ax, siendo seguramente bueno, a mí me resultó muy insuficiente. Rafael Frühbeck de Burgos ofreció su Beethoven de kapellmeister de pura cepa germánica, robusto, enérgico y musculoso, consiguiendo excelentes resultados en el primer movimiento y resolviendo con digna solvencia los otros dos. El pianista ofreció propina de Schumann.
Músculo, mucho músculo, hubo en su recreación de la Sinfonía Fantástica de la segunda parte. Densidad, vigor, brillantez, contrastes de grandes masas sonoras... Poco de elegancia, refinamiento, sensualidad o morbidez, que son también señas distintivas del mundo sonoro de Berlioz. Tampoco vamos a regatear al anciano maestro -setenta y ocho tacos ya- su manera de clarificar líneas y descubrir detalles interesantes, sin que dejemos de reprocharle al mismo tiempo más de un capricho en la agógica que no aportó nada en particular. La orquesta en general respondió bien, por momentos muy bien, y se lució de modo especial en el aquelarre, ni que decir tiene el movimiento en el que el veterano maestro se sintió más a gusto. Se buscó claramente el aplauso y se consiguió con creces. El abundante público -colgaron el “no hay billetes”- salió de lo más satisfecho.
lunes, 23 de enero de 2012
Un tío raro y fascinante
Por fortuna las cosas fueron bien, entre otras cosas gracias al apoyo de mi colega y buen amigo José Sánchez Rodríguez, que habla inglés bastante mejor que yo. En entender lo que decía no tuve especial problema. Currentzis impresiona en más de un sentido. Es alto, altísimo, y luce un cabello “romántico” que cuadra muy bien con su arrolladora personalidad. Alguien me dijo que era una especie de versión masculina de su compatriota María Callas. Es completamente cierto, y así se lo dije. “¿Por la nariz?, preguntó sin cortarse un pelo”. Pues no: por su vehemencia, por la rotundidad de sus afirmaciones, por aseverar que la manera en la que él hace las cosas es la única correcta al tiempo que ejerce una profundísima autocrítica, por su defensa de la expresión muy por encima de la belleza sonora, por su insistencia en autoinmolarse en cada actuación aun a costa de un enorme sufrimiento físico y psíquico, por su insatisfacción permanente y -en definitiva- por su radical manera de entender la música como un modo de vida.
Le dije lo mucho que me habían gustado su Macbeth, su Wozzeck y su Decimocuarta de Shostakovich. Y que su Réquiem de Mozart me había horrorizado. Él lo considera su mejor disco, fruto de diez años de investigaciones, y me hizo una -apasionada, como no podía ser menos- defensa de los resultados. Hablamos también de sus próximas grabaciones, los Conciertos para piano de Shostakovich que está a punto de sacar Harmonia Mundi y la trilogía Mozart-Da Ponte que va a editar Sony Classical. Saldrán también Iolanta y Perséphone, en este caso editadas en DVD por el propio Teatro Real. Pero hablamos sobre todo de lo que a él le apetecía: de su manera de acercarse a la creación -ejerce también de compositor, actor y director de escena- y de su visión religiosa -es cristiano ortodoxo- pero también marcadamente platónica del fenómeno musical. También de su desprecio hacia la rutina, hacia el "star-system" y hacia el aburguesamiento del arte, y de su firme creencia de que éste ha de servir no para entretener sino para conmover.
sábado, 21 de enero de 2012
Barenboim homenajea a Celibidache
"Hubo, ciertamente, mucho nervio y garra dramática en el primer movimiento, pero si ahora destaca por algo es por la naturalidad de su desarrollo. El segundo comenzó algo desconcentrado, centrándose poco a poco para ofrecer, a través de riquísimas sutilezas de la agógica, una interpretación más anhelante que extática, lo que no puede ser del gusto de todos. Estuvo muy bien el scherzo, particularmente por un trío rústico, flexible y distendido, sin la rigidez de su grabación en Chicago. Y sensacional el movimiento conclusivo, de nuevo una lección de cómo planificar tensiones y distensiones, de cómo cantar las melodías y de cómo extraer de la orquesta, adecuadísima, el necesario sonido organístico".
No puedo dejar de suscribir lo que dice Arturo Reverter en sus notas con respecto a la Staatskapelle de Berlín, "orquesta de sonoridad tan germana, tan oscura y densa, matices propios de los conjuntos de la Alemania profunda y derivados de una acrisolada tradición". Pero debo añadir que ayer viernes 20 de enero se mostró en lo técnico por debajo del nivel que ha exhibido a lo largo de estos últimos veranos en Granada precisamente en su integral Bruckner, y me refiero tanto a las diferentes familias instrumentales en su globalidad como, ya de modo más concreto, a las trompas. Por lo visto la noche del jueves, con la Cuarta del mismo autor, estas últimas estuvieron (aún) peor. Esas cosas hay que cuidarlas, por favor.
viernes, 20 de enero de 2012
Barenboim y Arenas: no al Diván, sí al ladrillo
Pretende el PP enfrentarse a la crisis de una manera sui generis. Lo dijo su candidato Javier Arenas hace pocos días: derogar el Plan de Ordenación del Territorio de Andalucía (POTA) y los planes subregionales, además de modificar la Ley del Suelo, recordando -sigo el texto publicado por El País- las posibilidades de Andalucía como zona residencial “privilegiada” para los europeos. ¿Y la economía sostenible, esa misma en la que tantísimo insistimos los profesores de Ciencias Sociales en nuestras clases? No se corta Arenas: “somos la mejor zona residencial de la Unión Europea y quiero deciros que estoy harto de la milonga de la economía sostenible, porque el turismo, la agricultura y las zonas residenciales son la mejor economía sostenible de Andalucía”. Continúa El País índicando que sobre los aplausos que celebraron la afirmación, apostilló el líder popular: “harto de la milonga, de la milonga”. Total, pura cultura del ladrillo, de esa que tanto le gustaba a ese buen amigo de Arenas que es Francisco Camps, con los resultados que ustedes ya conocen en la Comunidad Valenciana.
En cualquier caso parece que los andaluces no le hacen ascos al Partido Popular de cara a las próximas elecciones autonómicas: las últimas encuestas, publicadas ayer mismo, le dan la mayoría absoluta. Los votantes, espoleados de manera inmejorable por los bochornosos casos de corrupción que se andan descubriendo en el PSOE regional, habrán colaborado así a una verdadera vuelta a los años sesenta y setenta, a la trasformación total de nuestras costas en un "Megatorremolinos" con la excusa del "progeso". Ya saben, el turismo en un gran invento. Que viva el pelotazo urbanístico. Lo demás, milongas. Les dejo con una milonga a cargo de Barenboim.
miércoles, 18 de enero de 2012
Adiós a Leonhardt
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PS. Los textos para este concierto y para otro del Cuarteto de Tokio que se ofrecía por las mismas fechas fueron las primeras notas al programa que me encargó el Villamarta. Me hizo ilusión, claro. Semanas más tarde me retiraron ambos encargos sin mediar explicación alguna, aunque me ofrecieron como "premio de consolación" publicar -obviamente sin cobrar- lo que ya había escrito de las mismas, que es lo que ustedes tienen arriba. Al acudir a los respectivos conciertos descubrí que las notas las terminó escribiendo Justo Romero. Perdóneme Leonhardt por enturbiar con esta anécdota mi pequeño homenaje.
martes, 17 de enero de 2012
Ballo con Davis y Caballé
José Carreras, Montserrat Caballé, Ingvar Wixell, Patricia Payne.
Orquesta del Covent Garden. Dir: Colin Davis.
Decca, 4705862
2 CDs - 130'51''
ADD
Universal
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El Ballo no convence globalmente, pero es indispensable para los fans de la Caballé, quien sin rendir aquí en todo momento al cien por cien ofrece una Amelia referencial; su “Morró, ma prima in grazia” es antológico. No llega a semejante altura Carreras, aunque está entregadísimo y comunicativo. El resto interesa menos. La dirección de Colin Davis es elegante, pero descafeinada y un tanto ajena al lenguaje verdiano.
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Texto extraído de un artículo publicado en el número de febrero de 2003 de la revista Ritmo sobre el segundo lanzamiento de la serie "The Opera Compact Collection", editada por Decca.
domingo, 15 de enero de 2012
Lang Lang deslumbra en Viena
Su técnica es extraordinaria, tal vez la mejor del planeta. Es difícil escuchar a un pianista con una agilidad tan asombrosa, con una gama de colores tan amplia, con una potencia sonora tan abrumadora, con unos pianísimos tan delicados, con un fraseo tan flexible y controlado al mismo tiempo, sin lugar para que la arquitectura se tambalee; con una capacidad tan enorme para desplegar brillantez y descender al mismo tiempo al más sutil de los matices, en definitiva. Y sin embargo, Lang Lang (Shenyang, 1982) tiene mucho peligro, porque es tan consciente de sus posibilidades que con frecuencia se deja llevar por el mero exhibicionismo y llega a resbalar de manera considerable: es lo que le pasó en Granada en 2007 junto a Barenboim en un despistadísimo Primero de Brahms. Por eso mismo tenía un poco de miedo de este Blu-ray, correspondiente a un recital en la Musikverein de Viena ofrecido los días 27 de febrero y 1 de marzo de 2010, que me compré hace tiempo a buen precio –en una tienda del extranjero, por supuesto- y que hasta ahora no he visionado. Me ha gustado mucho.
Me ha sorprendido, habida cuenta de que su Mozart no me suele entusiasmar, lo bien que interpreta a Beethoven, aunque desde luego en una línea ajena a las densidades filosóficas del “más grande” en este campo, obviamente Barenboim. En la Sonata nº 3 (una obra temprana, de 1874-75) aborda los movimientos extremos mirando al pasado, que suenan risueños, galantes e incluso coquetos, pero en absoluto triviales o amanerados. El segundo no resulta particularmente denso pero ofrece toda la concentración y cantabilidad deseables, mientras que en el tercero sabe añadir toques encrespados sin renunciar a la visión global de la pieza, mayormente apolínea. En la Appasionnata el pianista chino ofrece una versión que se aleja de la atmósfera gótica para ser más bien fresca y juvenil, de una tensión extrovertida antes que soterrada y una cantabilidad que no resulta agónica sino más bien contemplativa, aunque no por ello caiga en lo ensoñado. Obviamente es imposible olvidar la hondura que en esta página alcanza Barenboim o, en una línea igualmente distante, la áspera rebeldía de Gilels, pero la realización de Lang Lang es posible y digna de elogio.
Menos me ha interesado su Albéniz. Del libro I de Iberia el chino ofrece una visión excesivamente delicada e impresionista, muy cercana a Debussy, a la que le faltan atmósfera, densidad sonora y sentido español, aunque también sean de apreciar sus numerosos hallazgos. Concretando un poco, me ha defraudo “Evocación”, una lectura hermosísima, delicada y muy contemplativa pero fuera de estilo, quizá por recrearse en exceso en el sonido. Mucho mejor “El Puerto”, que sí ofrece chispa aunque ésta no sea española. “Corpus Christi” es una verdadera exhibición de la más colosal técnica imaginable, pero se sigue echando de menos un concepto más apropiado.
De la Sonata nº 7 de Prokofiev nuestro pianista construye una lectura muy inteligente en la que, sin renunciar en modo alguno al lenguaje propio del compositor, consigue que los aspectos maquinistas y opresivos de su escritura no resulten meramente mecánicos, y también que los líricos no se escoren en exceso al romanticismo para ofrecer en su lugar un marcado carácter onírico y cierta ambigüedad expresiva. El resultado es absolutamente magistral, deslumbrante.
Las propinas se concentran en Chopin. El Estudio op. 25, nº 1 lo interpreta con asombroso sentido de los colores y las texturas. Apasionamiento controlado y elegancia aunada con rotundidad presiden una interpretación de la celebérrima Polonesa nº 6, op. 53, Heroica, que potencia los aspectos más elegantes de la pieza. En el Gran vals brillante nº 2, op. 34 nº 1 todo es portentoso, particularmente la flexibilidad de un fraseo dispuesto a descubrir muchas cosas nuevas, pero también la capacidad para aunar cantabilidad y brillantez sin caer en el mero espectáculo sonoro. El Blu-ray ofrece asombrosa calidad audiovisual, pero la filmación me parece algo mareante. Para los que dispongan de la tecnología necesaria, se incluyen varias de estas piezas filmadas en Berlín en junio del mismo año en formato 3D. Mi recomendación es que busquen el mejor precio posible y se lo compren. Ojalá el joven pianista nos siga ofreciendo cosas así. Ah, tienen otro comentario en el blog de Ángel Carrascosa (enlace).
sábado, 14 de enero de 2012
Macbeth por Currentzis y Tcherniakov
Dimitris Tiliakos me parece un Macbeth digno sin más: canta con muy buen gusto pero se queda corto tanto en lo vocal -sobre todo por abajo- como en lo psicológico. Violeta Urmana me hubiera sorprendido de no ser porque le escuché el papel en Sevilla allá por 2004 (con Carlos Álvarez y el horroroso director enchufado por el barítono malagueño, Daniel Lipton). No hay mucha novedad con respecto a entonces: sin alcanzar las cumbres expresivas de Callas y Verret, la cantante lituana -instrumento de primera magnitud, técnica soberbia- compone una Lady Macbeth de asombrosa perfección, sin apenas desigualdades y siempre poderosísima, amén de por completo ajena a cualquier tipo de exceso o truculencia. Ferrucio Furlanetto está tan gastado que a veces resulta desagradable escucharle, aunque sí posee esa nobleza en el canto y esa línea verdiana de las que carece el protagonista. El tenor Stefano Secco hace un más que correcto Macduff, pero hubiera convencido más sin gimoteos en su aria.
Lo que no me ha gustado es la propuesta escénica de Dmitri Tcherniakov. Esta es la tercera producción que le veo al moscovita. Me interesó la de El jugador: la dramaturgia Prokofiev encaja bien con las maneras de hacer de este señor. En Eugenio Oneguin (enlace) me convenció muy poco. Lo de Macbeth es aun peor, pero no porque la acción se traslade al siglo XX, las brujas sean paseantes o la Lady no pase de ser una marujona, sino porque existe una fragrante contradicción entre lo que se escucha, un universo sonoro romántico, desatado y marcadamente gótico, y lo que se ve, un melodrama burgués aburrido y trivial, por muy bien resuelto que esté -admirable la dirección de actores- y por muy atractivas ideas teatrales que presente. Estamos ante teatro de gran calidad, pero no ante una buena traducción de Verdi, Piave y Shakespeare. Una vez más, Tcherniakov monta su discurso paralelo y decide servirse a sí mismo.
Total, un Macbeth con una dirección musical y una Lady de primerísimo nivel, pero solo eso. ¿Merece la pena? No tengo del todo claro si he invertido bien mi dinero, la verdad. Un dato que puede inclinar la balanza del lado positivo: aunque la edición de la partitura es la revisada, sin duda superior a la original (enlace), se incluye el hermoso “mal per me” de 1847 que canta -en calzoncillos en esta producción- el agonizante Macbeth. Se me olvidaba decir que Mortier –si no le quitan de en medio los del Partido Popular- traerá a Currentzis para dirigir este mismo título en Madrid, lo que es buenísima noticia, y además en una propuesta escénica diferente a esta que él mismo encargó. Estaremos atentos.
jueves, 12 de enero de 2012
Berrea, berrea
“En terreno verdiano, la dirección del Maestranza ha apostado por la ópera Rigoletto como plato fuerte (…). Será la tercera vez que dicho título suba a la escena del teatro del Paseo de Colón, tras las de octubre de 1991 (con Alfredo Kraus como el mejor Duque de Mantua imaginable) y las de febrero de 1996. Precisamente en esta segunda ocasión fue protagonista quien lo será de esta tercera entrega, el barítono Leo Nucci.
Considerado en la actualidad, a sus 70 años, como el mejor barítono verdiano, Nucci sigue manteniendo una frescura vocal y una capacidad de transmisión emotiva que le hace poseer aún una muy apretada agenda. El cantante, que también protagonizó en el Maestranza un soberbio Barbero de Sevilla en abril de 1997, será el centro de un primer reparto de campanillas en el que cantarán también figuras tan conocidas como el canario Celso Albelo y Patrizia Ciofi, cantantes ambos muy familiarizados con esta ópera y con el propio Leo Nucci. Los tres cantantes protagonizaron, la noche del 22 de junio del 2009 una velada histórica en el Teatro Real, al ser la primera vez que en dicho teatro se realizaba un bis durante una ópera. Fue la única función que Nucci cantó de aquel Rigoletto, y tras la interpretación del dúo Sí, vendeta, tremenda vendetta, junto a Patrizia Ciofi, los incesantes aplausos del público obligaron a repetir la pieza. Dicha actuación le valió a Nucci el galardón al mejor cantante masculino de ópera del 2009 en los Premios Líricos del Teatro Campoamor de Oviedo.”
Decir que Kraus fue en 1991 el mejor Duque de Mantua imaginable me parece, como mínimo, una exageración. Calificar de soberbio al Barbero de Castro/Zedda, altamente discutible (salvo que se considere soberbio lograr dormir a las ovejas en un título como este, que ya tiene mérito la cosa, ya). Pero decir que el señor Nucci mantiene su frescura vocal va mucho más allá, y no digamos ensalzar la “Vendetta” de 2009 en el Teatro Real, cuyo bis estaba (no hay más que remitirse a la rueda de prensa, donde se dejaban caer las intenciones) más que preparado. En fin, arriba les dejo esta perla por si no la conocían. A la histórica prueba me remito. Aprovecho para dejarles otra “Vendetta”, para que ustedes vean lo mal que estuvo Plácido Domingo haciendo lo que obviamente no debería hacer, pero también para que se pregunten por qué para los mismos que lo del tenor madrileño es un horror, que sin duda lo es, lo de Nucci resulta antológico. Y calibren, de paso, cuál de los dos cantantes (nacido en 1942 el boloñés, en 1941 o quizá varios años antes el madrileño) conserva mayor frescura vocal. ¡Cómo le pueden a algunos los prejuicios!
miércoles, 11 de enero de 2012
El Debussy de Bernstein en Roma: mejor de lo que se dice
¿Cómo es el Debussy de Bernstein? Para entendernos, se encuentra en las antípodas de Boulez: es cálido, brumoso, sensual, flexible en el trazo y de colorido tan rico como difuminado. También de un hedonismo un punto narcisista, como a veces ocurre con este director, pero aquí la cosa no llega a mayores. De hecho, y al margen de las referidas limitaciones de la orquesta, no es fácil encontrar graves reparos. En Ibéria sobran algunos portamentos, como también ciertos efectismos derivados de la contrastada teatralidad de la batuta. El Fauno resulta lento y particularmente contemplativo, quizá en exceso. La mer adolece de alguna discontinuidad en el trazo, lo que le impide alcanzar toda la tensión deseable en determinados momentos clave. En cualquier caso es este un Debussy ortodoxo, comunicativo y seductor que merece la pena conocer, máxime teniendo la oportunidad de disfrutar de la maravillosa gestualidad de Bernstein. Aquí les dejo este botón de muestra para que juzguen por ustedes mismos.
lunes, 9 de enero de 2012
Cenerentola por Marriner
Agnes Baltsa, Francisco Araiza, Ruggero Raimondi.
Academy of St. Martin in the Fields. Dir: Neville Marriner.
Decca, 4705802.
2 CDs - 149'10''
DDD
Universal
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Texto extraído de un artículo publicado en el número de febrero de 2003 de la revista Ritmo sobre el segundo lanzamiento de la serie "The Opera Compact Collection", editada por Decca.
viernes, 6 de enero de 2012
Trovatore con Del Monaco y Tebaldi
Mario del Monaco, Renata Tebaldi, Ugo Savarese, Giulietta Simionatto.
Orquesta del Gran Teatro de Ginebra. Dir: Alberto Erede.
Decca, 4705892
2 CDs - 102' 8''
ADD
Universal
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De este Il Trovatore sorprende la relativamente buena calidad de la toma para tratarse de una grabación de 1956. Por lo demás, es un registro apropiado para cierto tipo de aficionado “tradicional”, concretamente el que va buscando más el poderío vocal que una intensa recreación dramática de la obra. Mejor, en todo caso, las estupendas Tebaldi y Simionato que el exhibicionista y brutal Manrico de Del Monaco o el vulgar Conde de Savarese. La dirección de Erede, de brocha gorda pero eficaz.
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Texto extraído de un artículo publicado en el número de febrero de 2003 de la revista Ritmo sobre el segundo lanzamiento de la serie "The Opera Compact Collection", editada por Decca.
jueves, 5 de enero de 2012
Sánchez Estrella: dimita, por favor
Ya se intuía de qué pie cojeaba, pero ahora, con la dimisión -léase expulsión- hace tiempo esperada -pese a sonrojantes desmentidos de la munícipe- del director del Festival de Cine, lo ha confirmado plenamente. Lean las declaraciones: Sánchez Estrella desea que la próxima edición el festival esté "más abierto a la ciudadanía y menos orientado al cine minoritario y de autor" (enlace). ¿Comprenden?
Señora Sánchez Estrella: está usted haciendo un daño enorme a la cultura en Sevilla. Usted no es solo insensible, sino una verdadera ignorante, por lo que no está en absoluto preparada para ejercer el cargo. Lárguese cuanto antes, por favor. El futuro cultural de Sevilla se lo agradecerá.
lunes, 2 de enero de 2012
La consagración de la Primavera: discografía comparada (I)
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A estas alturas no les voy a descubrir a ustedes nada nuevo sobre el más famoso ballet de Stravinsky, estrenado en medio de un enorme escándalo el 29 de mayo de 1913 en el Teatro de los Campos Elíseos de París con coreografía de Vaslav Nijinsky y bajo la dirección musical de Pierre Monteux. Lo que sí les quiero proponer son estos apuntes que les pueden dar una idea de las tras grandes líneas interpretativas –complementarias entre sí, eso por descontado- que ha conocido en disco Le Sacre du printemps: la dura, seca y violenta, que es en cierto modo la “oficial” por ser la defendida por el propio autor, la propuesta digamos intelectual de Pierre Boulez, atenta ante todo al análisis de la portentosa escritura orquestal, y una tercera, en cierto modo inaugurada por Karajan y Bernstein, que descubre los numerosos lazos que, pese a todo, vinculan a la genial partitura con el pasado romántico e impresionista. Como en otras ocasiones, hemos puntuado las interpretaciones del uno al diez. Verán ustedes que, en la opinión de quien suscribe, el nivel medio de las grabaciones discográficas es altísimo a pesar de la incuestionable dificultad que entraña la interpretación de semejante obra maestra.
1. Markevitch/Philharmonia (Testament, 1951). La pobre toma sonora no permite valorar del todo hasta qué punto el maestro ruso obtiene claridad de la fabulosa orquesta en esta interpretación fresca, vitalista, amén de magníficamente trazada sin parecer en ningún momento calculada ni intelectual. Ahora bien, siendo cálida y emocionante, y logrando la danza del sacrificio una alta dosis de frenesí, da la impresión de que en su grabación en estéreo –editada por Testament en el mismo compacto- Markevitch alcanzará cotas aún superiores de salvajismo y tensión interna. (9)
2. Monteux/Sociedad de conciertos del Conservatorio de París (Decca, 1956). Sinceramente, no entiendo el enorme prestigio de esta grabación si dejamos a un lado el valor, indiscutible, de que fue Monteux quien estrenó la obra. Lo más interesante de su dirección me parece su tímbrica incisiva y descarnada, a lo que aquí contribuye una toma sonora, en temprano estéreo, seca y cortante. Su claridad es también admirable. El problema, aparte de la muy discreta calidad de la orquesta, es que la arquitectura no está bien construida. De hecho, los momentos más conseguidos impresionan más por la acumulación de decibelios que por la tensión sonora alcanzada. (6)
3. Markevitch/Philharmonia (Testament, 1959). Esta grabación sí que sigue manteniendo con plena justificación su enorme fama, siendo todo un modelo dentro de una línea dura, vitalista y salvaje, mucho antes espontánea que cerebral. Más adelante se escucharán interpretaciones más claras, más analíticas, desde luego más misteriosas y, en general, de mayor riqueza conceptual, pero pocas veces tan electrizantes y poderosas como esta, que culmina en una danza del sacrificio de un salvajismo inusitado. La excelencia de la orquesta hace mucho por el resultado. La toma sonora es algo turbia, pero la remasterización realizada por Testament del original de EMI recoge con fidelidad su amplia gama dinámica. (10)
4. Stravinsky/Columbia (CBS-Sony, 1960). El compositor se reafirma a sí mismo con una lectura decididamente no solo antirromántica, sino también anti-impresionista, que procura evitar cualquier elemento de sensualidad –quizá por eso los pasajes lentos van algo apresurados en esta lectura- para centrarse en un discurso seco, tenso y violento, por momentos terrorífico, en el que sobresale la agresividad implacable que se acumula en toda la danza de la elegida. Lástima que la orquesta deje mucho que desear y que, en parte por ello mismo, la claridad diste de ser la deseable. Aun así, a conocer. (8)
5. Monteux/Sinfónica de Londres (radio, 29 de mayo de 1963). En principio el morbo de esta retransmisión radiofónica es enorme, escuchar al casi nonagenario Pierre Monteux dirigiendo Le Sacre cincuenta años justos después de que él mismo estrenara la obra en París. Por desgracia, e independientemente de la precariedad de la toma, lo que nos encontramos es una interpretación mediocre desde el punto de vista técnico, por no decir chapucera, y muy desganada desde el expresivo. Particularmente grave es toda la primera parte, aquejada de una terrible flacidez. La segunda mejora un tanto gracias a la atmósfera nocturnal que el anciano maestro obtiene en su introducción y a que en la danza del sacrificio tanto él como la orquesta de la que por entonces era titular le ponen más ganas al asunto. Aun así, el resultado es tan pobre que se comprende que hasta la fecha no haya habido ninguna edición oficial de este registro. El interesado en conocerlo lo puede encontrar fácilmente en la red. (2)
6. Ancerl/Filarmónica Checa (Supraphon, 1963). Hace tiempo que me pregunto por qué algunos aficionados tienen en tanta estima a la Filarmónica Checa de los años sesenta. ¿Están sordos? Por lo demás, nos encontramos ante una versión llena de fuerza telúrica, de brutalidad y estridencia, que pierde un tanto por su tendencia al ruido y al descontrol. Además, a la introducción de la segunda parte se le podía haber sacado más partido. La remasterización es horrorosa, aunque al menos mantiene la gama dinámica. (7)
7. Karajan/Filarmónica de Berlín (DG, 1963-64). Esta fue la grabación que llevó al compositor a acusar a Karajan de ser un “bárbaro de salón”. Vista a día de hoy, la afirmación no pasa de ser la típica boutade stravinskiana. No se puede acusar precisamente a esta interpretación de carecer de fuerza o brutalidad. Si acaso, de dejarse llevar por el exceso de nervio -en la primera parte, sobre todo- y por caer puntualmente en el escándalo gratuito, así como por no terminar de ofrecer la deseable continuidad en el trazo. Quizá lo que molestase a Stravinsky fuese la manera en que el salzburgués, haciendo gala de una plasticidad y un sentido del color portentoso, subraya los aspectos atmosféricos y sensuales escondidos en la partitura, destacando en este sentido la introducción de la segunda parte y el arranque de la danza del sacrificio. (7)
8. Ozawa/Sinfónica de Chicago (BMG, 1968). Aunque no especialmente divulgada, he aquí una magnífica versión, por batuta –jovencísimo Ozawa– y orquesta, que no aporta nada en especial en la primera parte pero resulta sorprendentemente brutal -sin llegar al descontrol, aunque sea algo efectista- en la segunda. Falta quizá un poco de atmósfera. (9)
9. Boulez/Cleveland (Sony, 1969). La propuesta de Boulez –existe una grabación anterior de difusión más limitada- llegó en el momento oportuno para demostrar que a la fiera no había que tenerle miedo. Pero lo hizo no domesticándola, sino estudiándola a través de un minucioso análisis del entramado tímbrico y rítmico en el que todas las líneas quedan al descubierto sin que se pierda de vista la arquitectura general, trazada con tensión implacable a pesar de la relativa lentitud, y adoptando ese punto de distanciamiento expresivo tan caro a Stravinsky y al propio Boulez. Se puede echar de menos el salvajismo de sus predecesores, como también esa sensualidad que otros maestros aportarán más adelante, pero es difícil entender la historia interpretativa de Le sacre sin esta reveladora lectura. (9)
10. Bernstein/Sinfónica de Londres (CBS-Sony, 1972). Interpretación espontánea, dionisíaca y muy comunicativa, llena de fuerza, tensión y brutalidad, pero también cargada de misterio, de sensualidad y hasta de erotismo, comprometida en todo momento y no poco imaginativa, en la que hay que reprochar la escasa claridad del entramado orquestal, lo que puede deberse en gran medida a una grabación -en origen cuadrafónica- que en absoluto está a la altura de las circunstancias. Lástima. (9)
11. Solti/Chicago (Decca, 1974). Como era de esperar, Solti ofrece una versión realizada de un solo trazo, muy bien expuesta,intensa, comunicativa, incisiva en la tímbrica, brillantísima sin caer en excesos y de un elevado sentido teatral. Lástima que resulte algo precipitada en algunos pasajes a los que se les podía haber sacado mayor partido, y que no sea no todo lo reflexiva y misteriosa que debiera. Su grabación posterior quizá sea un punto mejor. (8)
12. Karajan/Filarmónica de Berlín (DG, 1975). Karajan no debió de haber quedado muy contento de su primer registro cuando se dio tanta prisa en volver a grabar la obra para el mismo sello. Aparte de beneficiarse de una toma sonora más satisfactoria, el salzburgués ofrece ahora una lectura técnicamente más depurada, mejor planificada y con menos excesos, pero por desgracia hacen su aparición -ahora sí- algunos amaneramientos y narcicismos marca de la casa que terminan lastrando el resultado. (7)
13. Colin Davis/Concertgebouw (Philips, 1976). Hay que elogiar la atención de la batuta a los aspectos misteriosos y atmosféricos de la obra, así como la soberbia ejecución por parte de la Concertgebuw, pero a Sir Colin le cuesta trabajo mantener la tensión int erna e intenta paliar semejante insuficiencia con efectismos varios. El resultado es irregular, deslavazado. Muy buena la toma sonora. (6)
14. Mehta/Nueva York (CBS, 1977). Irreprochable idioma y elevado entusiasmo logran una buena versión en la que se echa de menos virtuosismo por parte de la orquesta y en la que hay que reprochar a la batuta algún pasaje pesado en la primera parte y escasa claridad en el final, dicho con mucho empuje pero algo tosco. Alucinante gama dinámica en la remasterización realizada de modo casero por un aficionado en la red, que recupera una cuadrafonía demasiado espectacular, con muchos instrumentos por detrás del espectador. (7)
15. Muti/Philadelphia (EMI, 1978). Sin mostrar interés alguno por la sensualidad, la atmósfera ni la riqueza de colorido, pero sabiendo remansarse de la manera adecuada cuando es necesario, el aun joven maestro italiano hace uso de una orquesta impresionante y de una técnica de batuta no menos admirable para ofrecer una lectura dentro de la más estricta ortodoxia de lo brutal, de lo salvaje y de explosivo, aunque manteniendo todo siempre bajo el más estricto control y logrando inyectar la tensión, indesmayable, a través de la acumulación y no del exceso puntual. Falta, si acaso, un poco más de imaginación para alcanzar lo excepcional, como también una toma sonora de mayor claridad y definición tímbrica. (9)
16. Maazel/Cleveland (Telarc, 1980). Si no fuera por un par de molestas excentricidades, podría decirse que se trata de una versión ortodoxa y muy bien llevada, que sin llegar en ningún momento a la genialidad atiende a tanto a lo sensual como a lo rítmico y sabe construir bien el edificio sonoro hasta lograr un final impactante. La grabación, espléndida y pasada a SACD, es la primera digital de la obra. (7)
17. Dorati/Sinfónica de Detroit (Decca, 1981). Ya al final de su prolongada carrera discográfica, el maestro húngaro nos ofrece una recreación sanguínea y vitalista, con mucho nervio, quizá esto último en exceso, pues hay pasajes que podían estar paladeados con mayor concentración y sentido del misterio. En cualquier caso el excelente pulso de la batuta, el irreprochable rendimiento de la orquesta, el buen estilo y la sinceridad que desprende la interpretación terminan ganando la partida. (9)
18. Markevitch/Suisse Romande (Cascavelle, 1982). Aunque han pasado nada menos que veintitrés años entre su última grabación oficial y este tardío testimonio radiofónico, el anciano Markevitch sigue fiel a sí mismo y vuelve a destapar la caja de los truenos para ofrecer una lectura impulsiva, vitalista y salvaje que parece salir de las mismas entrañas de la tierra. Lástima que el maestro no termine de aquilatar la arquitectura -por momentos está al borde de precipitarse, mientras que la claridad dista de ser la esperable-, y que la orquesta diste de ser precisamente la Philharmonia. La toma sonora tampoco está a la altura. (8)
19. Bernstein/Israel (DG, 1982). El Bernstein de los años ochenta fue el más genial, pero también en más proclive a la blandura. Aquí, por desgracia, dio la de arena. En realidad la primera parte está bien, aunque por momentos suene un punto deslavazada, sin toda la tensión interna posible. Lo que falla es la segunda, donde Bernstein sucumbe a la blandura -intenta ser sensual, pero le sale moroso- y el amaneramiento. Eso sí, se revelan algunos detalles orquestales que indican que estamos ante un gran director. (6)
20. Rozhdestvensky/Sinfónica de Londres (Nimbus, 1987). Ya desde los primeros compases se evidencia que el maestro ruso va a optar por ofrecer una visión muy personal basada en un fraseo a ratos muy paladeado, una enorme atención a detalles orquestales que generalmente pasan desapercibidos y, sobre todo, una potenciación de los aspectos más misteriosos y atmosféricos de la página, lo que no le impide ofrecer en los clímax una buena dosis de brutalidad. Por desgracia la lentitud con que aborda la primera parte le hace perder el pulso seriamente desde la danza de las adolescentes hasta la aparición del sabio, momento a partir del cual sí nos encontramos con la grandísima interpretación esperable. La toma sonora, de volumen bajísimo, es algo difusa, aunque ofrece a cambio una gama dinámica extraordinariamente amplia. (8)
21. Barenboim/Orquesta de París (Erato, 1987). Las ingenieros de sonido lograron en este registro recoger toda la gama dinámica de la partitura, pero lo hicieron –como ocurre en el de Rozhdestvensky– a costa de realizar la grabación a un volumen extremadamente bajo. Como además la toma resultó bastante desequilibrada en planos sonoros y un punto reverberante, muchos aficionados nos formamos una idea negativa de la interpretación. Vuelta a escuchar, pero dándole mucha caña al potenciómetro, creo que la opinión era equivocada: nos encontramos ante una muy buena lectura de la obra en la que, a despecho de una planificación horizontal no del todo lograda y echándose de menos una orquesta de mayor fuste, Barenboim subraya acertadamente los aspectos “góticos” de la obra sin salirse de tiesto en los estilístico y sin renunciar a la brutalidad cuando debe. En cualquier caso, su posterior registro con Chicago será muy superior. (7)
22. Boulez/Cleveland (DG, 1991). Boulez vuelve a la carga sin novedad en el frente. Nos encontramos pues ante una lectura sensacional, ortodoxa en su violencia y “falta de sentimientos”, algo parca en sensualidad, pero increíble en construcción, claridad y fuerza. Extrañamente la batuta afloja un poco las tensiones en los minutos finales, aunque así evita los excesos y el efectismo y el resultado, globalmente, es impresionante. La toma sonora es absolutamente portentosa por su claridad, naturalidad e increíble gama dinámica. Un disco que hay que tener, sin duda. (10)
23. Solti/Concertgebouw (Decca, 1991). Traducción opuesta a la de Boulez, nerviosa y sanguínea, muy vital, extrovertida y poderosa, de tímbrica colorista y aristada, que no desdeña en absoluto la reflexión ni la sensualidad, y que en contrapartida carece de una arquitectura redonda –como en su grabación con Chicago, hay pasajes a los que se les podía haber sacado más partido- y de una total claridad. A la toma sonora, muy extraña, le falta cuerpo. (9)
24. Jansons/Oslo (EMI, 1991?). El aun joven Jansons se esforzó por ofrecer una interpretación sensata y ortodoxa, atenta a la claridad y reveladora de algún detalle nuevo, pero no logró otorgar unidad a la partitura. El resultado fue una interpretación un tanto deslavazada en la que se alternan momentos muy conseguidos con otros más bien flácidos y desganados. Su grabación más reciente con la Orquesta del Concertgebouw no la conozco. (7)
25. Haitink/Filarmónica de Berlín (TDK DVD, 1 mayo 1993). En este concierto europeo ofrecido en el Royal Albert Hall por la increíble orquesta berlinesa, el maestro holandés entrega una versión extraordinariamente trazada y soberbiamente tocada, tensa y violenta sin dejarse llevar por el descontrol ni el exhibicionismo, siempre sobria y cortante, a la que sólo le falta algo más de atención a la sensualidad y al misterio para ser perfecta. (9)
26. Boulez/Sinfónica de la BBC (Medici Arts, 1997). Tensa, aristada, incisiva y magníficamente construida interpretación, como siempre en Boulez de extraordinaria claridad y contagioso sentido del ritmo, y de innegable idiomatismo. Como en su registro para DG, en los últimos minutos la violencia afloja un poco, pero aun así el resultado es excepcional. La orquesta no es la mejor posible, aunque es necesario destacar el partido que obtiene Boulez de las maderas graves. La toma sonora tiene sus limitaciones. (10)
27. Barenboim/Chicago (Teldec, 2000). Al frente de una orquesta que sí está a la altura de las circunstancias y de una toma sonora de excelente calidad, Barenboim logra por fin materializar su concepto de la partitura basado en una admirable síntesis entre los aspectos románticos y modernos, los sensuales y los aristados, los misteriosos y los electrizantes, sin que cada uno de ellos esté desarrollado en su plenitud, ciertamente, pero con elevada atención a todos. Por ello, por la gran claridad de batuta y por la pasmosa intervención de la orquesta, nos encontramos ante una posible referencia. (10)
28. Chailly/Concertgebouw (RCO Live DVD, 2002). Una lástima que esta filmación solo se pueda obtener comprando una caja de compactos de edición limitada, porque nos encontramos ante una versión muy personal que destaca por su poderosísima e inigualable sensualidad, en tímbrica y fraseo, mirando mucho a Rimsky pero sin perder el norte estilístico. El pulso es firme aunque la planificación dosifica con mucho cuidado la violencia, que no es especialmente brutal pero sí muy efectiva en los momentos clave. La toma sonora es de gran transparencia pero la dinámica está comprimida. En cualquier caso, otra referencia. (10)
29. Rattle/Filarmónica de Berlín (DVD “Esto es ritmo”, 2003). Aun en una línea claramente dura y tendente a subrayar la brutalidad de la pieza, Rattle sabe extraer grandes dosis de sensualidad y de misterio en pasajes como la introducción o toda la primera mitad de la segunda parte, realizando algunos descubrimientos reveladores, siempre de una línea antes extrovertida y espontánea que analítica y calculada. El pulso se mantiene en todo momento y la coherencia interna es total. Formidable la orquesta, con algunas intervenciones solistas llenas de intención. La “edición del coleccionista” –no así la de un solo DVD- incluye dos versiones, una del ensayo general con sonido estereofónico y otra multicanal acompañando al ballet. La película, por si ustedes no lo sabían, es maravillosa. No se lo pierdan. (10)
30. Tilson Thomas/San Francisco (DVD, 2004). Acompañando un fabuloso documental sobre la obra maestra de Stravinsky, el director norteamericano nos ofrece una muy ortodoxa interpretación de la línea dura, violenta, incisiva y de gran pujanza rítmica, controlando con firmeza a su notabilísima orquesta y no descuidando los aspectos más misteriosos de la página. A la primera parte le falta quizá un punto más de imaginación, pero la segunda alcanza la excepcionalidad tanto en su introducción como en la danza del sacrificio, absolutamente implacable. Imprescindible. (10)
31. Salonen/Filarmónica de los Ángeles (DG, 2006). Versión bien encaminada, llena de misterio como también de brutalidad, muy idiomática y llena de tensión interna, pero que resulta algo tosca y muy tendente al ruido gratuito. Falta claridad, en parte debido a una toma sonora espesa y exagerada en las frecuencias graves. Un chasco. (7)
32. Gergiev/Mariinski (DVD Bel Air, 2008). Este DVD es una joya por ofrecer la reconstrucción de la coreografía original de Vaslav Nijinsky, que aún hoy sigue pareciendo extraña y desconcertante, con la escenografía y los figurines correspondientes de Nicholas Roerich. Por desgracia, en el foso se encuentran una orquesta en muy baja forma y un director no solo incapaz de sostener las tensiones y de equilibrar los planos sonoros, sino entregado al puro efectismo para disimular sus carencias. El resultado es una versión musical deslavazada, confusa y bastante mal tocada que oscila entre lo canijo, lo rutinario y lo chabacano. El cuerpo de baile del Mariinski no parece gran cosa. La toma sonora recoge por los canales traseros abundante ruido del público. (3)
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