Como esta noche tendremos la oportunidad de escuchar la obertura Coriolano a Trevor Pinnock en el Maestranza, vaya por delante esta comparativa de la op. 62 de Beethoven. Conozco más grabaciones de las que salen en la lista, pero no he querido publicar las anotaciones que tengo sobre ellas hasta que las repase: hace ya demasiado tiempo y puedo haber cambiado de opinión. Espero completar la lista pronto.
1. Klemperer/Staatskapelle de Berlín (DG, 1927). Buena grabación en estudio que deja testimonio de hasta qué punto el estilo del maestro, a sus cuarenta y dos años, era ya reconocible en una lectura musculada, poderosa y severa, directa al grano y sin concesión alguna. Ahora bien, su batuta resulta aún algo rígida y no deja volar a la música lo suficiente, mientras que el ímpetu dramático se pone por delante del análisis: al Klemperer genial le quedaría aún tiempo para llegar. El registro se encuentra disponible en la caja que conmemora los 450 años de la orquesta. (7)
2. Furtwängler/Filarmónica de Berlín (DG, 1943). Ya en los primeros compases se abren las puertas del mismísimo infierno: no hay duda de quién dirige y bajo qué circunstancias lo hace. A partir de ahí, se desarrolla una interpretación altamente creativa, gótica y atmosférica a más no poder, en la que la agógica y la dinámica están tratadas de manera magistral para alcanzar clímax escalofriantes, mientras que los silencios adquieren un enorme peso dramático. Todo ello, por descontado, manejando a la orquesta con enorme plasticidad y dando la lección en el dominio de las transiciones. Una pena que la transmisión radiofónica sufra interferencias y preecos. (10)
3. Toscanini/Orquesta de la NBC (RCA, 1945). Los acordes iniciales caen con extrema sequedad y violencia. Rígido, mecánico, carente de cantabilidad y muy veloz el fraseo: como en la grabación de Furt arriba comentada, tampoco hay duda de quién estamos escuchando. No vamos a regatearle al de Parma, eso sí la que la extrema velocidad de su propuesta (nada menos que 6’52'') le confiere a la página un atractivo carácter alucinado, y que en esta ocasión el maestro se decide a aportar algún matiz agógico muy interesante. Final neutro e inexpresivo. (6)
4. Furtwängler/Filarmónica de Viena (EMI, 1947). Furt repite, esta vez en estudio, con una recreación menos creativa y quizá sin el carácter visionario de la anterior, pero ganando un poco en vuelo lírico y belleza sonora. (9)
5. Furtwängler/Filarmónica de Viena (Decca-DG, 1951). Toma en vivo de un concierto en Múnich –el público tose que da gusto– para una recreación en la que, tomándose las cosas con más tiempo, el anciano maestro deja que afloren plenamente los aspectos más líricos de esta música, apoyándose para ello en la bellísima sonoridad de la formación vienesa, pero sin perder la gravedad ni la hondura de sus anteriores aproximaciones. El resultado es menos visionario que en aquel registro berlinés durante la guerra, pero alcanza una emotividad sin parangón. (10)
6. Ormandy/Orquesta de Philadelphia (CBS, 1951). Rápida y nerviosísima interpretación que puede seducir por su electricidad, como también por la excelente respuesta orquestal que obtiene el maestro de origen húngaro de sus “Fabulosos Philadelphians”, pero lo cierto es que el resultado es rígido y carece tanto de cantabilidad como de grandeza. Buen sonido tras el último reprocesado. (6)
7. Schuricht/Sinfónica de la SWR de Stuttgart (Hänssler, 1953). Sonido carnoso y con músculo para una interpretación dentro de la más genuina escuela centroeuropea, muy sensata, sensible a una flexibilidad agógica que permite explayarse en la belleza del canto, pero que a veces se recrea tanto en la misma que roza la blandura. El final no resulta apenas amargo. (7)
8. Mitropoulos/Sinfónica de Minneapolis (CBS, 1953?). Más vigor que misterio en una interpretación muy comprometida, en la que el maestro griego demuestra asimismo que sabe cantar las melodías y trazar la página con flexibilidad –espléndido el final– y sentido orgánico. Correcta toma sonora, recientemente restaurada. (8)
9. Karajan/Orquesta Philharmonia (EMI, 1954). Obteniendo de la orquesta un sonido suntuoso, redondo y empastadísimo, poderosa en las frecuencias graves, el de Salzburgo ofrece una enorme lección de virtuosismo para ofrecer la lectura mejor planificada y tocada hasta ese momento. Todo está planificado al milímetro, las transiciones son un prodigio, los silencios están estudiadísimos, las tensiones ofrecen enorme solidez a pesar de la lentitud del tempo y las melodías están cantadas con holgura. Sin embargo, la interpretación resulta no solo en exceso adusta, sino también algo artificiosa, de un “goticismo” algo pretencioso y escaso de aliento humanístico. Ya tendrá tiempo don Heriberto de hacer mejor las cosas. Muy buen sonido monofónico tras el rescate en alta resolución. (8)
10. Klemperer/Philharmonia Orchestra (EMI, 1957). Densidad sonora y armónica, tensión extrema pero absolutamente controlada, hondura filosófica, fuerza visionaria… También nobleza y sentido del canto, aunque siempre guardando las distancias. Puro Beethoven de Klemperer, ya claramente el del Klemperer de madurez. Ahora bien, todavía no del más genial posible. No suena bien: esperamos con impaciencia la macroedición Klemperer que Warner anuncia para este verano. (9)
11. Böhm/Filarmónica de Berlín (DG, 1958). Sobriedad, nobleza y hondura para una interpretación mucho reflexiva antes que dramática, como también altamente sombría. Tremebunda la cuerda grave berlinesa, y espléndida la grabación. (9)
12. Knappertsbusch/Sinfónica de la NDR de Hamburgo (Tahra-Urania, 1960). En el arranque sorprende la combinación de unos acordes muy violentos con un tempo de considerable lentitud. A partir de ahí se va desarrollando una lectura pausada y un tanto discontinua en la que hay que celebrar la amplitud y calidez de sus frases líricas, llenas de nobleza, al tiempo que se constata la discreta calidad de una orquesta de cuerda poco empastada en los ataques y metales más bien broncos. Sonido monofónico discreto para la fecha de grabación. (7)
13. Klemperer/Sinfónica de Viena (Orfeo, 1963). Repetición de la jugada, esta vez con una toma en vivo de discreto sonido monofónico y una orquesta de menor calidad. La duración, restando los aplausos, es exactamente la misma que la de la grabación de estudio seis años anterior. Solo para muy klemperianos. (9)
14. Karajan/Filarmónica de Berlín (DG, 1965). La visión de Karajan sigue siendo atmosférica y un poco ampulosa, pero esta vez el fraseo se encuentra más matizado, se gana en naturalidad, hay mayor elocuencia y aparece el humanismo que esta música necesita. La orquesta, tratada con una plasticidad fuera de serie, es la ideal para que el maestro materialice su idea. (9)
15. Szell/Orquesta de Cleveland (CBS, 1966). Sonoridad grave, cálida y musculada, ideal para Beethoven, al servicio de una idea interpretativa dentro de la “gran tradición”, esto es, marcada por el pathos y la profundidad reflexiva, dicha una admirable concentración que se distancia del nerviosismo con el que otros maestros se acercan a la página, pero que se resiente un poco del proverbial distanciamiento, incluso de la falta de calor humano, que a veces afectaba al gran George Szell. Sonido con mucho relieve gracias al más reciente reprocesado. (8)
16. Keliberth/Sinfónica de la Radio Bávara (Orfeo, 1967). Interpretación en vivo no particularmente teatral ni electrizante, pero sí sonada con perfecto estilo, muy bien trazada y dicha con la nobleza, el sentido de la atmósfera y la carga dramática que demandan la página, siempre dentro de la mejor tradición de la escuela centroeuropea. (8)
17. Klemperer/Filarmónica de Viena (Testament, 1968). Ahora sí. El maestro de Bresalau añade lentitud –cincuenta segundos más que en las últimas ocasiones–, elasticidad, acentos e inspiración y ofrece la interpretación extremadamente genial que era de esperar en sus últimos años: pathos, negrura y una extrema densidad tímbrica, armónica y expresiva que logra no renunciar a la reflexión humanística ni a la belleza del canto. Un prodigio, preservado por una correcta toma radiofónica en estéreo de imposible localización en las plataformas de streaming. Ay. (10)
18. Böhm/Filarmónica de Viena (DG, 1971). El de Graz se mantiene en su línea severa y marmórea, pero la sustitución del músculo berlinés por la tersura vienesa hace que esta interpretación resulte menos inquietante y más bella. Quizá también más clásica. Impresionante la manera que tiene la batuta de desmenuzar el entramado sinfónico. (9)
19. Solti/Sinfónica de Chicago (Decca, 1974). Dramática, tensa y electrizante interpretación, no especialmente visionaria pero sí dotada de la corpulencia y sonoridad apropiadas para el autor. Admirable el trabajo de transparencia sonora, así como el control de las dinámicas al frente de una orquesta, particularmente por su cuerda grave. (9)
20. Bernstein/Filarmónica de Viena (DG, 1981). Lejos de dejarse llevar por el arrebato y la extroversión de sus tiempos juveniles, el anciano Lenny se toma las cosas con calma y ofrece una interpretación de marcadísima elegancia clásica, bastante próxima a la de Böhm con la misma orquesta una década anterior, pero añadiendo una dosis superior de sensualidad y belleza sonoras. La orquesta, ya se sabe, sonó con el norteamericano como con pocos directores. Se podrán echar de menos interpretaciones con más garra dramática, pero es difícil resistirse ante semejante maniobra de seducción. (9)
21. Abbado/Filarmónica de Viena (DG, 1985). La suntuosa sonoridad de la formación vienesa es protagonista de esta recreación cantada con nobleza y sin nerviosismo, pero lo cierto es que no suena con la misma belleza –ni siquiera con la claridad– que lo había hecho con Bernstein tan solo cuatro años antes. Quizá parte de la culpa la tenga una toma en vivo, en la Musikverein, con exceso de reverberación. Lo que sí se puede reprochar plenamente a Abbado es la falta de la progresión hacia los clímax, no del todo impactantes, y una clara tendencia a la suavidad en determinadas frases, muy particularmente en un final que deja con mal sabor de boca. (7)
22. Karajan/Filarmónica de Berlín (DG, 1985). La nueva propuesta del salzburgués difiere de las anteriores. Se ha perdido –quizá en exceso– tensión interna y sentido dramático, se gana en nobleza, en sensualidad, en calidez y en aliento poético. No es lo ideal para una música que pide a gritos una visión más desgarrada, pero nos termina ganando la partida con semejante derroche de belleza. La toma podría ser mejor. (8)
23. Solti/Sinfónica de Londres (DVD Arthaus, 1987). Como es habitual en el Solti de los ochenta, encontramos aquí una maravillosa mezcla de su típico enfoque vehemente, teatral, incisivo y lleno de claroscuros con una buena dosis de flexibilidad, refinamiento e incluso delectación melódica, todo ello sonando claramente a Beethoven, desplegando una amplia gama de matices y manejando con singular destreza las dinámicas y las transiciones. Solo faltan un poco de carácter visionario y de visceralidad. (9)
24. Previn/Royal Philharmonic (RCA, 1987?). Hay que aplaudir la intención del maestro de cantar las melodías con calidez y holgura, así como la correctísima exposición del entramado orquestal, pero lo cierto es que esta lectura se ve lastrada por una alarmante falta de tensión interna, de garra dramática y hasta de vida, así como de lenguaje beethoveniano. Tampoco está grabada todo lo bien que debería. (6)
25. Norrington/The London Classical Players (EMI, 1988). A pesar de la presencia de instrumentos originales, la impronta historicista no se nota gran cosa en esta lectura mayormente ortodoxa, dicha con electricidad y garra, muy bien sonada, sin rigideces ni sequedades, pero en exceso nerviosa, escasa tanto de reflexión como de calidez y cantabilidad, lo que es lo mismo que decir de un lenguaje apropiadamente beethoveniano. (7)