Menos interés tiene la Fantasía para piano y orquesta, una obra juvenil en la que el compositor francés, aun dando buena cuenta de su talento, se quedó más bien corto en lo que a inspiración se refiere. La batuta realiza un trabajo cálido y comprometido, aportando además cierto lenguaje "romántico" acorde con la etapa de formación del artista. Paladear el segundo movimiento con mayor calma y voluptuosidad no le vendría nada mal, en cualquier caso. Tampoco clarificar mejor las texturas. Al piano se encuentra el polémico Nelson Freire, sobre el que no puedo emitir juicio global alguno porque conozco poco -algo de Chopin, Brahms, Franck y Saint Saëns- de su trayectoria. En este Debussy me parece que realiza un buen trabajo: solvente en los complicados aspectos virtuosísticos, ortodoxo y musical en lo expresivo, pero sin la variedad en la pulsación ni la riqueza de acentos que en la obra ofrecían un Gieseking o un Ciccolini.
Sinfonía Fantástica en la segunda parte. Recreación algo superior a sus dos grabaciones discográficas comentadas en este blog (enlace), ante todo porque la London Symphony, pese a algunos resbalones puntuales, es aun mejor que la Sinfónica de San Francisco. Me parece que ahora los dos primeros movimientos están algo más conseguidos, perdiendo un poco los dos últimos. En cualquier caso el concepto es parecido. El arranque resulta espléndido, de una morbidez acariciadora, pero en el desarrollo del movimiento, siempre elegante y fluido, el maestro se queda mucho antes con los "ensueños" que con las "pasiones" con que lo definió Berlioz, hasta el punto de que la coda final llega a ser morosa. El vals está bien, a secas: falta empuje dionisíaco. La escena campestre la aborda Tilson Thomas intentanto sonar "en estilo", pero confundiendo "lo francés" con el hiperrefinamiento, la languidez y hasta cierta blandura amanerada, algo que en modo alguno creo que tenga que ver -seguro que más de uno lo querría interpretar así- con su condición de homosexual militante (enlace). En cualquier caso es todo un placer auditivo el modo en el que el maestro trabaja los bloques sonoros, sus colores y texturas, con una plasticidad que ya querría para sí el masivo Herr Frühbeck (enlace). La marcha al cadalso, controlada y ajena al efectismo, solo llega a alcanzar la tensión deseada hacia el final. Al aquelarre le falta un poco de atmósfera, pero poco a poco la batuta se va caldeando hasta conseguir, gracias a su estupenda técnica y al buen rendimiento de la orquesta, un final con toda la brillantez deseable. Nos lo pasaremos muy bien.
2 comentarios:
Es "Fantasía para piano y orquesta" y no rapsodia :)
Todo un lapsus. Ya lo he corregido. Muchas gracias.
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