lunes, 19 de mayo de 2025

Sinfonía de cámara op. 110a de Shostakovich: discografía comparada

Ustedes ya conocen la historia: Dimitri Shostakovich compuso su Cuarteto nº 8 en Dresde en 1960. Lo completó en tan solo cinco días. Lo dedicó a las víctimas del fascismo y tal, pero luego empezaron las cábalas. Que si la obra es autobiográfica, que si los disparos escuchados en la noche de la ciudad sajona eran en realidad los golpes de la policía estalinista en el domicilio del compositor... Lo cierto es que, por mucho que la página se articule en torno a la constante repetición del monograma musical re-mi bemol-do-si, en alusión a las iniciales de su nombre, y que existan numerosas referencias a creaciones anteriores, lo mejor para disfrutar de esta obra maestra es olvidarse de todo contenido programático. Concéntrense en su fuerza expresiva, que es inmensa. 

El éxito fue tal que enseguida Rudolf Barshai recibió el encargo de transcribirla para orquesta de cuerda. Lo hizo con bastantes reparos, pero según él mismo cuenta el compositor sentenció de manera muy positiva: "Suena mejor que el original. Le daremos un nuevo nombre: Sinfonía de cámara op. 110a". Con independencia de que el autor quisiera mostrarse generoso ante el joven artista, hay que atestiguar que la transformación, aun sin realmente ofrecernos algo superior al cuarteto, le salió de maravilla y nos permite acercarnos de otra forma a esta obra maestra.

Aprovechando que aquí en Jerez se celebra una cosa llamada Feria del Caballo, confío en estar en Dresde el próximo viernes y pisar por primera vez la ciudad que sufrió uno de los más tristemente bombardeos -con saña, con manifiesta intención de destruir el patrimonio histórico y de diezmar la población civil- de la Segunda Guerra Mundial. La verdad es que estoy emocionado. Al día siguiente, en Leipzig me esperan primero el Cuarteto nº 8 y luego, antes de la Leningrado, esta Sinfonía de cámara con Andris Nelsons y la Sinfónica de Boston. Buena excusa para hacer esta comparativa.


1. Spikakov/Virtuosos de Moscú (RCA, 1988). En lo que parece que es la primera grabación de la obra, no termina de funcionar el Largo inicial. Más que doliente suena cabizbajo, sin fuerza; incluso el violín de Spivakov resulta algo sollozante. Magnifico el Allegro molto, tenso y afilado. El Moderato no opta por lo irónico, sino por lo insinuante: interesa. Muy secos los “disparos en la noche” o las “llamadas a la puerta”, según se los quiera ver; a la cita de Lady Macbeth le falta poesía. El movimiento conclusivo arranca en exceso compungido –otra vez se cae en la trampa–, pero luego alcanza un clímax de apreciable fuerza. Excelente la toma, realizada en París. (8)


2. Barshai/Orquesta de Cámara de Europa (DG, 1989). Este triunfo interpretativo viene dado no solo por el íntimo conocimiento que le proporciona a Barshai haber sido responsable de la orquestación, sino también, y sobre todo, por la perfecta comprensión de lo que esta esconde en su interior, de su carácter profundamente nihilista, por momentos alucinado –segundo movimiento, expuesto sin muchas prisas– a veces icónico –tercero– y siempre cargado de una profunda reflexión humanística –los dos últimos–, sin caer en el error de otros intérpretes de confundir el lirismo doliente con lo sollozante ni el frenesí con el descontrol. A todo ello hay que añadir una asombrosa capacidad para administrar las tensiones –fundamental en una página que necesita mucha concentración para que no decaiga el pulso– y una enorme depuración sonora, esta última garantizada tanto por la batuta como por lo estupendos mimbres de la orquesta. Fabulosa la toma, realizada en la sala de cámara de la Philharmonie de Berlín. (10)


3. Ashkenazy/Royal Philharmonic (Decca, 1989). La tendencia del ciclo Shostakovich que grabó Ashkenazy a limar las aristas y a sustituir rebeldía por resignación queda muy en evidencia en esta tan aseada como aburrida lectura en la que pinchan seriamente los dos movimientos extremos, morosos y sin fuerza alguna. El segundo está bien, el tercero resulta en exceso suave y el cuarto no pasa de lo correcto. Un fiasco. (6)



4. Jansons/Filarmónica de Viena (EMI, 1997). Una cuerda grande, increíblemente bella, tratada con plasticidad y cuidados matices por parte de la batuta, es la gran protagonista de una interpretación que en lo expresivo resulta lírica y evocadora, no del todo tensa y nada incisiva, lo que arroja nuevas luces sobre esta música pero –por razones obvias– nos deja a mitad de camino. Meditativo y poco estremecedor el primer movimiento. Muy bien el segundo, aunque lejos del nervio y el desgarro que la música pide a gritos. Espléndido el tercero, en el que Jansons subraya con originalidad su sentido más espectral antes que lo corrosivo. Correcto el cuarto; resignado y sereno el quinto. Poca cosa para tener delante a los mismísimos Wiener Philharmoniker. (7)



5. Barshai/Sinfónica de Milán (Brilliant, 2005). El maestro repite para el disco, pero no solo no alcanza los resultados excepcionales de dieciséis años atrás, sino que se queda rezagado. La formación milanesa no alcanza en modo alguno la calidad de la Chamber Orchestra of Europe, y la dirección carece de la inmediatez y la tensión interna de entonces. Queda –faltaría más– la perfecta comprensión del tono expresivo de cada uno de los movimientos de la página: el último minuto nos deba con el corazón en un puño. La toma, realizada en vivo, es buena sin más. (8)



6. Ponti/Los Ángeles Virtuosi Orchestra (YouTube, 2018?). Al frente de una orquesta fundada por él mismo cuyas virtudes no se pueden calibrar correctamente debido a las deficiencias de la toma, el hijo de Sofía Loren se muestra bastante centrado en una interpretación decidida y dramática, sin languideces, ya que no del todo poética. Interesan la acumulación de tensiones en el primer movimiento y los pasajes espectrales del tercero. En el segundo, aun muy bien planteado, se echa de menos una dosis superior de electricidad. (7)



7. Carydis/Filarmónica de Berlín (Digital Concert Hall, 2019). El poco conocido maestro ateniense Constantinos Carydis da una lección a otros directores mucho más famosos de cómo hay que dirigir esta música: con incisividad, sentido de los contrastes y tensión desde el minuto uno, sin confundir tristeza con pesadumbre y no bajando nunca la guardia. Ah, y no cediendo a que la música se escore opulencia sinfónica aunque tenga delante a la mismísima  Berliner Philharmoniker: número de ejecutantes no grande y sonando con la agilidad propia de un conjunto de cámara. Luego se podrán discutir algún portamento del primer violín y cosas así, pero el resultado impresiona. Imagen 4K y audio en Dolby Atmos. (9)



8. Nelsons/Sinfónica de Boston (DG, 2020). Andris Nelsons demuestra que con una cuerda nutrida, gran atención a la belleza sonora y un alejamiento de la visceralidad expresionista sí se pueden alcanzar grandes resultados, cosa que intentó su maestro Mariss Jansons sin llegar a conseguirlo. La cuestión está en tensar realmente bien la arquitectura, no confundir tristeza con resignación y no olvidar que, por mucho que el planteamiento sea lírico, siempre tiene que haber un regusto amargo en esta música. El maestro alcanza sus objetivos plenamente y, ayudado por una cuerda soberbia y una gran toma sonora, redondea una soberbia lectura de corte digamos “clásico”. (9)



9. Keller/Academy of St. Martin in the Fields (YouTube, 2020). Estando en plena pandemia, los herederos de Sir Neville salen de su encierro para ofrecer a todo el mundo una filmación de su particular lectura de esta Op. 110a. Lo hacen bajo la muy sensata guía de su concertino Tomo Keller, quien además de entregarnos buenos solos de violín –en el cuarto movimiento el violonchelo no convence tanto– se muestra centrado y sabe poner la tensión dramática en primer plano. Quizá se pase en los contrastes en los dos movimientos iniciales, cuando el segundo debería ser consecuencia de la acumulación de tensiones en el primero. Por lo demás, y como era de esperar si hacemos caso del tópico, los británicos terminan de destilar la sensualidad y el vuelo poético que esta música también necesita: un pelín fríos. (8)



10. Segerstam/Filarmónica de Turku (YouTube, 2021). Magnífica la labor de los noruegos en un primer movimiento de perfecto trazo, intensa expresión y perfecto estilo. El segundo está francamente bien, pero al tercero le falta garra y sufre serios desajustes. A partir de ahí la versión deambula entre aciertos parciales y decisiones discutibles que derivan en una visión en exceso blanda de esta música. Una pena. (7)


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