Se comprende así que los movimientos extremos, planificados con un fraseo holgado, natural, pleno de aliento lírico pero asimismo de una solidez apabullante en lo que a la macroestructura se refiere (¡qué manera de organizar las tensiones sin que apenas se note!), dichos además con la congoja en los labios, sean verdaderamente sublimes. Bueno, quizá en el primero se puedan echar de menos la pasión y el desgarro que alcanza con otros maestros, si bien dentro de una óptica apolínea lo de Giulini es insuperable. Pero el cuarto es sin duda único, incomparable: la manera de fusionar el canto más hermoso con un lamento tan sincero como noble, ajeno a aspavientos innecesarios, es difícilmente superable. Toda la sección final, dicha con honda concentración y una negrura que no necesita renunciar a la más admirable belleza sonora, deja con el corazón en un puño.
Más dudas puede albergar la resolución de los movimientos centrales, porque el maestro no parece muy interesado en elementos tan fundamentales en el universo mahleriano como son lo grotesco, lo virulento y lo vulgar. No es que suenen descafeinados, en absoluto, pero la óptica siempre moderada del de Barletta no parece la más adecuada para exprimir el potencial de una música que pide a gritos un tratamiento más dionisíaco y contrastado. En cualquier caso, se encuentran expuestos con fuerza perfectamente controlada, reveladora atención a la polifonía –no hay línea que se le escape al maestro– y una brillantez que la Sinfónica de Chicago, de virtuosismo apabullante, aporta de su propia cosecha.
La reciente recuperación en alta definición plantea algunos interrogantes al compararla con los CDs de la serie The Originals. Parece que la toma se ha liberado de la ligerísima distorsión en los violines que se notaba con anterioridad: resplandece ahora con una naturalidad tímbrica inmejorable. También suena más limpia, amén de tan equilibrada en los planos como siempre: los ingenieros hicieron en su momento un trabajo formidable. Ahora bien, al escuchar estos archivos FLAC parecen haberse perdido redondez, inmediatez y presencia. ¿Se han hecho mal las cosas, o más bien es que los que realizaron el trasvase a CD ecualizaron los graves para que sonaran más impactantes? También da la impresión de que ahora suena a menor volumen, lo que confirmaría la intuición, ya expresada en este blog en ocasiones anteriores, de que muchos trasvases a CD se han realizado tocando los másters más de la cuenta.
Dicho esto, vamos a dejar las cosas claras: encontrándonos ante una toma espléndida, la comparación con las posibilidades actuales de un buen SACD (¡increíble cómo suena la excepcional versión de Chailly/Concertgebouw en Decca!) y de un Blu-ray de sellos como CMajor o Accentus dejan en evidencia lo mucho que desde entonces ha progresado la tecnología.
4 comentarios:
En efecto, una de mis versiones favoritas de esta obra, junto con Klemperer y Chailly, aunque hay otras muchas muy buenas (Solti, Karajan, Dohnanyi, Bernstein, etc.).
Es una obra hermosísima y una de mis favoritas de Mahler.
Estimado Fernando:
Pareciera que la versión ideal sería juntar los movimientos I y IV de Giulini con los dos centrales de Klemperer.
Saludos!
Este doble LP fue en su momento un acontecimiento discográfico. Descubrí esta Sinfonía con esta lectura y fui afortunado por ello. A partir de aquí se batieron otras versiones que más tarde llegaron a mis manos y, por las razones que usted mismo ha comentado, Giulini se ha mantenido en un lugar muy privilegiado. Gracias por su blog.
Me parece una versión bastante blanda y aburrida. Sin apenas tensión. Lirismo, notas "bonitas".
En las antípodas, un viejísimo Klemperer y una orquesta de aficionados de Israel van al limite:
https://jerusalemsymphonyorchestra.bandcamp.com/album/mahler-symphony-no-9-otto-klemperer-conducting
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