Habrá lectores que se pregunten por qué últimamente escribo tan poco por aquí. Respuesta fácil: estoy agotado. Aun así, vamos a decir algo sobre un hermoso disco con música de
Antonin Dvorák registrado por
Claus Peter Flor y la
Sinfónica de Malasia para el sello BIS en 201. El programa lo integran la
Sinfonía nº 7 y los poemas sinfónicos
Otelo y
La paloma torcaz.
La sinfonía recibe una recreación de trazo natural, flexible y lleno de lógica, muy bien planificada en tensiones y distensiones, sensual en la sonoridad –admirable el empaste– y hermosísima en el canto, dentro de una visión de la música de Dvorák en la que los aspectos más líricos y –digámoslo así– paisajísticos se ponen por encima de otras consideraciones. ¿El problema? Que en esta sinfonía, al ser la más trágica de su autor, semejante enfoque deja un tanto relegados sus aspectos sombríos y amargos, sobre todo en los dos movimientos iniciales, que yo hubiera deseado más vigorosos y escarpados, y quizá también, en alguna frase, algo menos suaves. Los dos últimos, sin ser los más desgarrados que uno se pueda imaginar, sí que están muy bien planteados y resueltos, y a la postre equilibran positivamente la balanza de una interpretación en la que no hay que desatender las muy buenas cualidades de la formación malaya. La de Giulini con la Filarmónica de Londres (EMI) sigue siendo mi versión favorita.
Algo parecido le pasa a
Otelo: interpretación hermosa y sensible, trazada con flexibilidad y apreciable vuelo poético, pero más lírica que dramática y, por ende, algo corta de fuerza en los momentos álgidos de la acción. Imposible aquí no echar de menos a Abbado con la Filarmónica de Berlín (DG).
Lo mejor del disco llega con
La paloma torcaz. Al igual que en el basado en Shakespeare, en este poema sinfónico se habla también de crimen y remordimiento, pero lo cierto es que el tratamiento ante todo lírico, evocador, sensual e incluso ensoñado con que Dvorák aborda la tragedia sintoniza por completo con la óptica adoptada por el maestro alemán, aquí sencillamente ideal para evocar, con fraseo elegantísimo y por momentos mágico, todas las bellezas que contiene la partitura. No conozco ninguna interpretación tan buena como esta.
La toma sonora, venturosamente realizada a volumen bajo, ofrece enorme naturalidad. Disco recomendable.
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