Daniel Barenboim solo ha grabado dos veces el Réquiem de Mozart: una a principios de los setenta con la English Chamber Orchestra y otra ya en los ochenta con la Orquesta de París, en ambos casos para el sello EMI y, por descontado, siguiendo la edición Süssmayr. A estas alturas bien que podría habernos dejado algún registro más, pero en cualquier caso los dos testimonios dan buena cuenta de su particular visión de semejante obra maestra. Eso sí, con mejores resultados en el primero de los registros que en el segundo.
Aunque la presencia de la
English Chamber garantiza la ausencia de pesadez en la masa orquestal, además de
una insólita perfección técnica, fluidez en el fraseo y unas maderas que frasean
con la mayor musicalidad, la de 1971 (¡Barenboim tenía solo veintiocho años!) es una interpretación poderosa y dramática como
pocas. Y lo es ya desde un arranque inspiradísimo, contrito y temeroso al mismo tiempo,
pasando por momentos muy lacerantes, como debe ser, pero también por otros
llenos de grandeza sin retórica, de glorificación divina o, por descontado, de
terror hacia el más allá. Todo ello nos lo sirve el joven maestro con un elevado sentido teatral y
sin ningún miedo a mirar a la música del futuro; la elegancia apolínea, pese a
lo concentrado del fraseo, está por completo descartada. A destacar
especialmente como el de Buenos Aires defiende a capa y espada los pasajes de
Süssmayr, en los que sabe volverse sorprendentemente sensual (Ofertorio) o
llenarse de súplica emotiva a más no poder (asombroso Agnus Dei). Magnífico y
–este sí– muy nutrido el John Aldis Choir. De verdadera impresión el cuarteto, integrado por
Nicolai Gedda, Dietrich Fischer-Dieskau –pese a ser más lírico de la cuenta–,
Sheila Amstrong y Janet Baker. Que la toma adolezca distorsiones no le quita a este registro su carácter referencial.
La de París vuelve a ser una interpretación abiertamente
encendida y dramática, llena de tensiones y claroscuros. En absoluto pesada en
la articulación pero sí densa en la sonoridad –encuentro preferible el tamaño de la English Chamber, a decir verdad–, se encuentra poco interesada por la belleza
sonora para en su lugar mostrarse rebelde, escarpada y hasta desafiante con la divinidad
en momentos en los que en teoría no debería serlo, como el Sanctus; en este
sentido, hay que admirar la valentía de Barenboim a la hora de plantear
calderones, que sin ser precisamente timoratos saben sonar sinceros y expresivos
a más no poder.
Dicho esto, no me parece una dirección tan redonda como la anteriormente comentada: hay un regulador desconcertante en el Kyrie
(minuto 1:12) que ya estaba en aquella pero ahora resulta más
exagerado, la dicción del coro resulta extrañamente enfática en el Lachrimosa y
el Agnus Dei se encuentra un tanto desaprovechado. Insisto en que globalmente la labor de Barenboim es muy notable, al menos para los que comulgamos con su dramática manera de ver las cosas, pero lo cierto es que aquí queda por debajo de él mismo. Tampoco el cuarteto se eleva a la
altura estratosférica de entonces: están estupendos Kathleen Battle –pese
a algún detalle redicho habitual en la soprano– y Matti Salminen, pero Ann
Murray se encuentra un poco ausente y la emisión de David Rendall no acaba de
convencer. El coro parisino tampoco se puede comparar con esa maravilla del John Aldis. Sea como fuere, lo que de verdad hay que lamentar
es una toma sonora distante, confusa y distorsionada, francamente mala para la
época.
¿Conclusiones? La de la English Chamber es de posesión obligatoria en la discoteca, mientras que la de París, estando ya ese otro testimonio de cómo Barenboim aborda la obra postrera de Mozart, queda solo para curiosos. Por si a algún lector le interesa, en este blog he hablado de otras grabaciones de la página: Giulini, Böhm, Karajan y Muti.
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
El Trío de Tchaikovsky, entre colegas: Capuçon, Soltani y Shani
Si todo ha salido bien, cuando se publique esta entrada seguiré en Budapest y estaré escuchando el Trío con piano op. 50. Completada en ene...
-
Me permito rendir un pequeño homenaje a Beethoven en su 250 cumpleaños con esta breve comparativa de la Novena que he improvisado recogiendo...
-
ACTUALIZACIONES 2.IX.2024 Pasamos de 54 grabaciones a 76. 19.X.2022 Publiqué una cata de solo quince grabaciones en junio de 2019, pasé a cu...
-
Al hilo de la lujosa exposición que ofrece Murcia en torno a Alfonso X en la que se reúnen por vez primera los cuatro códices de las Cantiga...
No hay comentarios:
Publicar un comentario