sábado, 1 de marzo de 2014

El ultimísimo Mahler de Abbado: Canción de la Tierra y Adagio de la Décima

Parecía que Abbado iba a grabar la integral de las sinfonías de Mahler con la Orquesta de Lucerna, pero no fue así: sin dar más explicaciones sustituyó la ya programada Octava y el ciclo se quedó cojo, con la Novena registrada 2010 como punto y final del mismo. Sorprendentemente, el mismo año de la cancelación ofreció una velada frente a la Filarmónica de Berlín que incluyó el adagio de la Décima y la única obra importante del autor que nunca había grabado: La Canción de la Tierra, nada menos. Jonas Kaufmann y Anne Sophie Von Otter fueron los solistas. Esta filmación realizada el 18 de mayo de 2011, es decir, a los cien años justos del fallecimiento del compositor, se encuentra disponible en el Digital Concert Hall de la formación alemana, y queda así como último Mahler de toda la trayectoria del recientemente desaparecido maestro milanés.



¿Y como es, finalmente, su recreación de Das Lied von der Erde? Pues aunque de un director anciano y gravemente enfermo podía esperarse una interpretación otoñal, trascendida, más allá del bien y del mal, lo cierto es que Abbado ofrece por el contrario una recreación juvenil, extrovertida, muy a flor de piel, dicha con tanta sinceridad como frescura, ya que no con la profundidad ni con la trascendencia que le imprimen otros directores. En cualquier caso el maestro triunfa con su enorme inmediatez expresiva, además de por hacer gala en lo puramente sonoro de un sentido del color y de las texturas verdaderamente insuperable.

Con Kaufmann pasa lo que era de esperar: su emisión heterodoxa produce sonidos de escaso valor tímbrico que afean su intervención, pero se desenvuelve de manera formidable en la inclemente tesitura y en los terroríficos intervalos de su línea vocal, además de cantar con arrojo y la adecuada sensibilidad. Menos airosa sale la gran Von Otter, que canta con una enorme clase pero con un instrumento que está ya hecho polvo; a decir verdad, a veces ni se la oye. Una pena.



El acongojante Adagio de la Décima se ofreció en la primera parte del programa. Como ya ocurriera en su grabación con la Filarmónica de Viena de 1985, se trata de una lectura fresca, espontánea, directa, perfecta en el idioma sin tener que recurrir a portamenti ni otros detalles decadentes (¡menos mal!), logrando el enfoque justo entre romanticismo y expresionismo; más acertado aquí que en otros acercamientos mahlerianos suyos, Abbado sabe ser emotivo e hiriente al mismo tiempo sin quedarse en la mera delectación ni en la pura melancolía contemplativa. Se pueden preferir enfoques más maduros y/o visionarios, pero en su línea es indiscutible.

La orquesta está sensacional, no solo por su sonoridad global –el italiano la maneja como nadie– sino también por lo acertado de cada una de las intervenciones solistas. Concierto muy recomendable, pues, este del ultimísimo Mahler de Abbado. Imprescindible para fans del compositor y del director.

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