martes, 19 de octubre de 2010

El Mahler de Abbado en Madrid: seducción sin emoción

Gracias a una amable señora que me vendió la entrada de su amiga -carísima pero de soberbia acústica y visibilidad- pude finalmente asistir a la Novena de Mahler de Claudio Abbado en la primera de sus dos interpretaciones madrileñas, la del domingo 17 de octubre. Las tres críticas que han aparecido en la prensa (dos de ellas escritas por los autores de las notas al programa, Vela del Campo y González Lapuente) han sido absolutamente elogiosas. ¿Hay para tanto? Me parece a mí que no, aunque desde luego me lo pasé estupendamente. Me explico: mis sentidos fueron seducidos por completo, pero mi corazón no se estremeció como sí lo hace con otros directores en esta genial partitura.

Abbado es uno de los dos maestros con mayor técnica del mundo (el otro es Maazel, que la usa solo cuando le da la gana). La Orquesta del Festival de Lucerna ofrece, hoy por hoy, un nivel formidable, superior al que tenía en sus primeros años junto al maestro milanés, quizá porque al final se ha logrado el empaste (salvando quizá trombones y tuba) entre los miembros de Gustav Mahler Jugendorchester y los lujosísimos primeros atriles que la refuerzan. En Madrid, salvo la Gutman, estaban todos: Blacher, Christ, Hagen, Meyer... Leer en el programa de mano la procedencia de cada uno de los miembros de la plantilla producía vértigo. Y la obra de Mahler, pues ya se sabe, un derroche de imaginación, brillantez y suntuosidad. La combinación entre semejante batuta, semejante orquestón y semejante partitura tenía que producir por fuerza una auténtica orgía sonora, y así fue. Es difícil no dejarse llevar por ella. Solo por el hecho de escuchar en directo una obra tan difícil de ejecutar tocada así, con semejante virtuosismo, brillantez y entusiasmo, con este sentido del ritmo, del color y de las texturas, ya me mereció la pena desplazarme a Madrid y abonar los 162 euros de la entrada.

Ahora bien, una cosa es deslumbrar con los sonidos y otra muy distinta hacer justicia a la grandeza poética de los pentagramas. Ahí es donde el maestro, como ocurrió en su versión del pasado agosto en la propia Lucerna que comenté por aquí (enlace), que es prácticamente idéntica, se quedó corto. No hubo, por fortuna, ninguna caída en esas sonoridades ingrávidas y portamentos insufribles que tanto le gustan al Abbado reciente, lo que ya es de celebrar, pero el milanés no se mojó en los aspectos más dramáticos e inquietantes de la obra. En el sublime movimiento inicial no frasea con la voluptuosidad, el abandono y la cantabilidad humanística que debe, pues prefiere recrearse en los mil y un matices de texturas y colores que despliega la partitura, por lo que al final no logra hacernos sentir esa hondísima emoción del que empieza a despedirse de la vida.

Más le estimulan tanto el carácter rústico y el irresistible impulso danzable del segundo movimiento, ofrecido con verdadero entusiasmo, como el sentido épico, fogoso e impulsivo del tercero. En ellos su batuta ofreció -ayudado por la agudísima intencionalidad expresiva de sus solistas- recreaciones altamente estimulantes, lo que no impide que uno pueda preferir aproximaciones más grotescas, sarcásticas o incluso abiertamente pesimistas de estas dos páginas: aunque la esquizofrénica música de Mahler necesite semejantes contrastes expresivos, tanto carácter lúdico no parece cuadrar demasiado con el fondo subyacente en la obra, que es eminentemente trágico.

El cuarto movimiento, como siempre con Abbado, fue lo mejor. Es verdad que la sonoridad -hermosísima- de la orquesta mira mucho antes al siglo XIX que al XX, y que la atmósfera generada no es -ni de lejos- todo lo negra y desgarradora que podría haber sido, porque de nuevo de nuevo el maestro no quiere mirar cara a cara a la Muerte como sí lo han hecho otros directores, pero en cualquier caso aquí sí se descubre la sinceridad emocional que la batuta tenía guardada en el tarro de las esencias. El final, concentrado y hermoso, quizá demasiado complaciente, se vio boicoteado por unos cuantos individuos que mostraron una asombrosa habilidad para sincronizar sus estentóreas toses con los instantes más mágicos de la partitura, pese a que Abbado -como en él es costumbre, véase el vídeo filmado en Roma- ordenó ir suavizando las luces de la sala para crear la atmósfera adecuada. El éxito fue abrumador, pero yo confirmé mi impresión de que al maestro le interesa mucho más seducir los sentidos que sacudir las conciencias. Quienes hayan visto la grabación de Eschebach (enlace) sabrán a lo que me estoy refiriendo.

Termino recomendándoles que lean las críticas "oficiales" del concierto a cargo de Gonzalo Alonso (enlace), Alberto González Lapuente (enlace) y Juan Ángel Vela del Campo (enlace), así como la de Ángel Carrascosa en su blog (enlace).

13 comentarios:

Anónimo dijo...

A mí es que me interesa más una crítica de Jesús Mariñas. ¿No fue al concierto?

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Pues el Mariñas no sé si estuvo, pero por si le sirve de algo le diré que detrás de mi asiento tenía al maestro Josep Pons con su elegante señora; que los críticos Ángel Carrascosa y Arturo Reverter se saludaron amistosamente pese a sus últimos desencuentros cibernáuticos; y que a la salida del concierto pudo ser visto el director de uno de los más prestigiosos diarios de tirada nacional exhibiéndose con su joven y apuesto novio.

Ah, y a la misma hora del concierto mi señora madre -que me acompañó en mi muy musical fin de semana madrileño- pudo ver a la mismísima Cayetana con su pareja asistiendo a la obra teatral "la vida por delante" que protagoniza, con aplaso de crítica y público, Concha Velasco.

Espero que le sea suficiente con esta información.

BSO365 dijo...

Y el día anterior el señor Pons dirigió a la OCNE en el "revival" de Broadway. Interesante pero muy poco original en la selección. Se echaron de menos más piezas del maestro de maestros, al menos para mí, Loewe.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Una delicia de concierto el de musicales, desde luego, del que hablaré en la próxima entrada.

By the way, a mí también me parece que Loewe es el mejor.

Ramon dijo...

¿Quien emociona menos, Abbado o Pierre Boulez?la novena con Chicago es un tempano de hielo,

Anónimo dijo...

Hablando de Ibermúsica no sé si ha leído las declaraciones de su presidente Aijón, no tienen desperdicio. Hablar es gratis desde luego.

http://www.ibermusica.es/interview.php?id=8

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Las leí hace tiempo, con seria preocupación. Porque lo que dice es verdad: los conciertos de calidad son para ricos. Los demás, a jodernos. Así de claro.

Eugenio Murcia dijo...

La Cayetana a la que que te refieres es la actriz o la duquesa de Alba (cuyo marido, Jesús Aguirre, ya fallecido, era una persona de gran cultura, musical y literaria). No conozco a la duquesa de Alba, pero no es una persona a la que asocie mucho con la cultura, aunque quizá sea debido al repugnante circo de la prensa del corazón. España se está convirtiendo en un páramo cultural, y en lo musical todavía más (Pérez de Arteaga retransmite muy bien el concierto de Año Nuevo, pero una persona de su valía debería ser una celebridad: es increíble lo que sabe ese hombre de música, ha escrito cosas maravillosas de Mahler, Shostakovich o Bruckner). Lo mismo puede decirse de Téllez o Angel Carrascosa. Y entre los jóvenes, y no te lo digo para hacerte la pelota, tú Fernando eres de los críticos mejores de este país (y de los más sinceros).

Eugenio Murcia dijo...

Por cierto, el primer comentario firmado por anónimo tiene muy mala baba, y Fernando le da una lección con su mesurada respuesta. Me parece que quien lo ha escrito no ha leído mucho la revista Ritmo o este blog. Me temo que el señor Mariñas no sería capaz de escribir tan bien sobre música (para mí FLVM es, después de ACA, la firma más valiosa de la excelente revista "Ritmo", decana de la prensa musical española, no lo olvidemos). Y no soy familiar suyo, que conste, pero sí leo la revista desde hace mucho tiempo.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Téllez es un grandísimo musicólogo (que no crítico). Enorme. Genial. En Scherzo y Ritmo hay algunos críticos maravillosos. Yo estoy muy por debajo. Me queda muchísimo camino por recorrer, y por eso dedico mucha horas al día a escuchar discos y comparar versiones. Necesito aprender con rapidez. De todas formas, gracias por el elogio.

Of course, Cayetana es la Duquesa de Alba. En Sevilla la veo con frecuencia en la ópera, así que supongo que algo le debe de gustar el asunto a la señora, ¿no?

Eugenio Murcia dijo...

Fernando, echale un vistazo a la revista CD COMPACT. ES muy buena (me parece superior a Audioclásica). El problema que tiene, para mí, es que reseña muy pocos discos de serie barata. Yo no dispongo de mucho dinero para comprar discos, y por eso Ritmo (con su gran cantidad de críticas de la bendita Naxos) es la revista que más útil me resulta como guía de compra. Pero Naxos debe espabilar, porque si no Brilliant y Newton la van a desbancar (me parece un abuso que el sello blanco venda el doble CD a 14 euros, por ejemplo). Hay muchos discos dobles DG y EMI por 10 euros e incluso menos.

XIMO dijo...

La orquesta del Festival de Lucerna NO ESTA. formada por la Mahler jugendorchester y los primeros atriles, te tengo que corregir, es por la Mahler Chamber Orchestra y los primeros atriles cono tu dices.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Muchas gracias por la corrección, Ximo. No es la primera vez que confundo a las dos formaciones. Quizá mi despiste se deba a que la Mahler Jugendorchester fue fundada pro el propio Abbado. Saludos.

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