domingo, 26 de septiembre de 2010

La Novena de Abbado de Mahler en Lucerna: virtuosismo ante todo

Se han dicho maravillas sobre la Novena de Mahler que Claudio Abbado ofreció el pasado mes de agosto al frente de la Orquesta del Festival de Lucerna en el lujoso festival suizo. Pero como en su momento distaron de entusiasmarme las dos últimas grabaciones que el milanés hizo de la acongojante partitura, es decir, la de 1999 con la Filarmónica de Berlín y la de 2004 con la Orquesta Juvenil Gustav Mahler (la de 1985 en Viena no la conozco), no me fié demasiado de lo que por ahí se escribió. Pues bien, he podido por fin escuchar la aplaudida interpretación, y por partida doble, primero en un MP3 de la trasmisión radiofónica y después en la filmación realizada por el canal Arte. Y debo reconocer que me ha gustado bastante, desde luego más que los dos registros arriba referidos, aunque no llega a parecerme una interpretación de esas que dejan huella, a la altura de la de un Giulini, un Klemperer o un Bernstein (sus registros con las Filarmónicas de Viena y Berlín).

En cualquier caso las virtudes de esta recreación son importantes. En primer lugar está el buen pulso general de la batuta, que levanta la obra con trazo firme y evidente entusiasmo: uno nunca se aburre o se distrae a lo largo de la hora y media. En segundo lugar está el espléndido análisis tímbrico de la obra. Abbado posee una técnica portentosa, y su desarrolladísimo sentido del color, unido a su capacidad para diseccionar planos sonoros, le permite poner de relieve la inmensa riqueza de escritura orquestal que albergan los pentagramas, haciéndolo además de la manera más apropiada, es decir, con un tratamiento incisivo y contrastado. Su dominio del idioma mahleriano es además muy notable, atendiendo al sentido de los contrastes, al gusto por lo grotesco y al decadentismo que impregnan este universo. Y finalmente tenemos que contratularnos de que por esta vez Abbado haya decidido renunciar casi por completo tanto a esas sonoridades ingrávidas que le han arruinado interpretaciones de numerosos autores, Mahler incluido, como a la blandura lánguida y almibarada destinada a quienes buscan más evadirse o relajarse que plantearse lo que realmente ofrece el autor: grandes conflictos expresivos que son a su vez reflejo de hondos problemas existenciales.

El reparo, a mi modo de ver, es que Abbado no se muestra igual de comprometido en toda la obra. De hecho el primer movimiento me ha dejado, como en sus anteriores grabaciones de la partitura, bastante frío: todo está magníficamente expuesto, pero la honda emoción humanística que debe sentirse (¡Giulini!) no aparece por ningún lado. Tampoco hay agonía existencial, conflicto ni rebeldía. Incluso las sonoridades resultan por momentos algo más pulidas de la cuenta.

Los movimientos centrales desprenden un entusiasmo, una energía, una vitalidad y unas ganas de vivir incomparables. Quizá ahí esté precisamente el problema: el enfoque resulta excesivamente luminoso y despreocupado, cuando no lúdico, para dos páginas que albergan muchos pliegues expresivos en su interior. Aquí hay que escuchar a un Klemperer, con toda su mala leche, para descubrir todo el potencial de esta música, si bien resulta difícil resistirnos ante la orgía de ritmos y colores ofrecida por Abbado, máxime cuando en ella intervienen unos solistas (no hace falta insistir en el lujo de la plantilla) que matizan con soberano virtuosismo y agudísima intencionalidad.

Lo mejor es el movimiento conclusivo: aquí nuestro artista sí parece creerse esta música y le inyecta tal intensidad emocional -más “romántica” que “expresionista”- que hace que por primera vez en la interpretación nos olvidemos de la rutilancia orquestal y sintamos de verdad ese pellizco de agonía y desesperación que anida en la página. Abbado, concentradísimo no solo en el gesto sino también en la batuta, modela de manera magistral la progresiva disolución anímica y vital que cierra la obra, aunque uno hubiera preferido un enfoque menos distanciado, más amargo y nihilista. Con la mano alzada, Abbado prolonga la partitura con un largo y muy necesario silencio que solo interrumpen algunas inoportunas toses que -con toda la razón- molestan visiblemente al maestro.

¿Conclusiones? El milanés no ha vuelto a ser nunca el grandísimo director, todo fuerza y rusticidad, de los años sesenta y setenta, pero de vez en cuando renuncia al narcisismo y la blandura que caracterizan su labor de los últimos lustros para ofrecernos interpretaciones tan notables -pese a su irregularidad- como esta. Por eso mismo hay que hacer lo posible para acudir a alguna de las dos ejecuciones que ofrecerán el maestro italiano y su orquesta suiza de la Novena mahleriana en Madrid el próximo mes de octubre. Lástima que las entradas resulten carísimas para las economías más bien modestas de muchos aficionados.

PS. Las entradas no solo tienen precio de infarto: es que hoy viernes 8, cuando se han puesto a la venta las que no se habían vendido por abono, me ha sido imposible conseguir nada para la función del domingo, que es -lógicamente- la más demandada. ¡Hay que fastidiarse!

10 comentarios:

productor dijo...

Has oido la novena por Norrington??, te produce curiosidad o crees que puede aportar algo su version descafeinada de la novena??

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Tengo mucha curiosidad digamos "morbosa", pero no he podido localizar la versión. Quiero decir, escucharla gratis, porque en mi actual situación económica no estoy para comprarme muchos discos precisamente, y menos aún de Norrington.

Andante moderato dijo...

Muy interesante artículo. Justamente, en estos últimos tiempos estaba interesado por las sinfonías puramente orquestales de Mahler, especialmente por la Quinta, obra de la que es muy difícil encontrar una interpretación redonda.
Quisiera preguntarte, en este sentido, cuáles son, para tu criterio, las mejores versiones discográficas de esta sinfonía y, también, si conoces la grabación en vivo de 1996 que realizaron Rudolf Barshai y la Junge Deutsche Philarmonie, que han editado los sellos Laurel y Brillant Classics. No la he escuchado, pero parece que es una versión muy famosa, aunque, a priori, uno piense que una orquesta juvenil no pueda competir técnicamente con las grandes formaciones, y menos en este repertorio tan complejo (y actualmente, tan frecuente).
Gracias. Saludos.

PD: Verdaderamente, las sinfonías mahlerianas Primera (EMI) y Novena (DG) de Giulini con la Sinfónica de Chicago son, en verdad, formidables

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Muchas gracias.
Primera y Novena por Giulini son desde luego mis versiones favoritas de estas dos sinfonías mahlerianas.

En cuanto a la Quinta, mis gustos coinciden con los de la mayoría: la de Barbirolli y la de Bernstein con la Filarmónica de Viena en DG (y también la anterior del propio Lenny en DVD, añadiría yo). También me gustan mucho la de Chailly y dos con la Sinfónica de Chicago: Abbado y Barenboim. Si tuviera que quedarme con una sola quizá me decantara por Chailly, por la calidad de sonido.

La de Barshai la tengo, pues salió muy barata en Brilliant con la Décima completada por él mismo, pero ahora no recurdo qué me pareció. Sé que me gustó, que algunos amigos me dijeron que no era para tanto... Tendría que volverla a escuchar.

Por aquel entonces no tenía la costumbre que tengo ahora anotar en un documento word algunas líneas sobre todas mis audiciones, así que no puedo puntualizar más. Si tuviera aquí el disco lo reescucharía, pero no es el caso: anda en mi casa de Jerez. Lo siento. Un saludo.

Andante moderato dijo...

Muchas gracias por las respuestas.
También,las Quintas grabadas por Kubelík(Orquesta de la Radio de Baviera,ciclo DG)y por Václav Neumann(Orquesta de la Gewandhaus de Leipzig)son consideradas entre las mejores versiones. Una que no conozco es la pionera de Bruno Walter con la Filarmónica de New York,que tiene sus adeptos por su importancia histórica, aunque dudo que pueda competir técnicamente con las grabaciones más modernas.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Con la Quinta de Neumann/Leipzig me pasa lo mismo que con la de Barshai: la tengo y la escuché, creo que me gustó, pero no tomé notas. ¡Cuánto me arrepiento ahora de no haber empezado a anotar antes!

Supongo que un día de estos me pondré a escuchar Quintas de Mahler, peero de momento no tengo muchas ganas. Ahora estoy más por la Novena... Saludos.

Anónimo dijo...

FLV_M expresó su curiosidad "morbosa", le sugiero recurrir al sitio www.melomaniacos.com en donde podrá satisfacerla... marol

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Muchas gracias, pero ese Mahler de Norringtón no está "ahí", o al menos yo no lo encuentro...

J dijo...

También es digna de escucharse la novena por Jonathan Nott con la Bamberger Symphoniker. Una claridad de sonido impresionante, no está a la altura de Giulini (ninguna lo está, en mi opinión)pero sí supera con creces muchas otras de gran prestigio.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Esa no la conozco, sorry... Gracias por la recomendación.

¡Menos chichi y más chicha!

Perdón por el chiste malo y ordinario, pero tenía que hacerlo. Acabo de salir del Ateneu Ruman (sí, estoy en Bucarest) de escuchar el Concie...