Hace unos días comenté en este blog el espléndido disco que Pedro Halffter ha dedicado a Franz Schreker (enlace). En él se incluye la versión para orquesta sinfónica de su Kammersymphonie, en una lectura que mira más hacia el Romanticismo tardío que hacia el Expresionismo. Pues bien, traigo ahora aquí un concierto celebrado en la Philharmonie de la capital alemana el 15 de septiembre de 2008 en el que Simon Rattle dirige la partitura camerística original a un conjunto ad-hoc integrado por miembros de la Academia de la Filarmónica de Berlín. ¿Y cómo le sale? Pues maravillosamente. Su versión no es tan hermosa ni seductora como la del director madrileño, pero el británico sí sabe inyectar la dosis necesaria de incisividad tímbrica y tensión sonora a la partitura, redondeando así una lectura fresca, inmediata y muy comunicativa que atiende a todas las facetas de la obra. Los pupilos de la orquesta de la que es titular son además dignos de admiración.
En la segunda parte del programa, que ustedes pueden ver on line en la Digital Concert Hall de la que tanto se ha hablado en este blog, Sir Simon se pone al frente de los mayores, es decir, de la Filarmónica de Berlín, y lo hace para ofrecer nada menos que la Novena Sinfonía de Bruckner. Ay, Bruckner. Rattle es un admirable director para la música del siglo XX y algunas otras cosas (Haydn, por ejemplo), pero en el repertorio decimonónico suele patinar. Es el caso de esta interpretación que de escucharse en directo terminaría impresionando, pero que en el equipo de música doméstico, con un montón de grabaciones antiguas y modernas para comparar, no tiene mucho que hacer.
Por descontado que la orquesta, pese a algunas pifias puntuales, es maravillosa e ideal para este repertorio (para Bruckner, quizá la mejor de todas). La sonoridad que de ella extrae su titular es la apropiada, y solo en algunos momentos del primer movimiento se evidencia cierta tendencia a la levedad y al preciosismo sonoro. La gama dinámica está bien trabajada y no se cae en la tentación de epatar con la acumulación decibélica. El pulso se mantiene de manera adecuada y el director británico sortea el peligro, en el que han caído batutas de la talla de un Furtwaengler o un Karajan, de dejarse llevar por el arrebato espontáneo o el nerviosismo y perjudicar así la amplísima y complicada arquitectura de la obra.
Entonces, ¿cuál es el problema? Pues sencillamente, la falta de comunión espiritual de Rattle con el mundo romántico en general y bruckneriano en particular. No es cuestión de técnica, pues, sino de sintonía. Se echa de menos aquí ese fraseo humanista, efusivo y cálido que caracteriza al compositor, así como esa angustia vital, esa densidad filosófica y ese carácter visionario que se encuentran detrás de esta genial y presuntamente inconclusa (enlace) obra postrera. En esta partitura, menos que en ninguna otra, no basta con una más o menos hermosa combinación de sonidos: hay que excarbar detrás de las notas. En este sentido el final del tercer movimiento, que con Rattle resulta por completo aséptico, nos deja un mal sabor de boca, aunque no podemos regatearle un scherzo bastante logrado.
Sea como fuere, aquí les ofrecemos el enlace (click) para ver el concierto, que por el Scherker merece la pena, aunque advertimos que en Bruckner la realización visual es algo chapucera.
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
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2 comentarios:
Me encantó la sinfonía de Korngold interpretada por Halfter en el sello Warner. Era una obra que no conocía y que se une a mis favoritas. Rozsa y Rota, así como Herrmann, tienen mucha música escrita para la sala de conciertos y no sólo para el cine. De Rozsa destacaría sus conciertos (violín, viola), de Rota su "Sinfonía sobre una canción de amor" o su segundo concierto para piano (obra maestra) y de Herrmann su ópera "Cumbres borrascosas" (a la altura de las de Britten) o su cantata "Moby Dick".
Sí, la Sinfonía de Korngold por Halffter es magnífica. Hablé de ella no hace mucho por aquí.
Las obras que comentas las conozco todas. Lamento no coincidir en que Cumbres borrascosas esté a la altura de Britten. Y que conste que no siento por ella precisamente desprecio. Hace años, cuando aún era joven y tenía ilusiones, le entregué a un director español interesado por la recuperación de partituras (no, no era Halffter) una copia de la única grabación disponible, a ver si se animaba. Aún estoy esperando respuesta.
Encantado, Eugenio, de encontrar que hay más gente que adora este repertorio. Un cordial saludo.
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