Dejo para más adelante los comentarios sobre otras cosas que he visto este puente en Madrid (el musical Chicago, un concierto de Pons con la ONE) para decir algo sobre el segundo elenco congregado en la Jenufa del Real, que ha tenido su primera aparición ayer domingo 6 de diciembre en el teatro de la Plaza de Isabel II. El éxito ha vuelto a ser importante, más que nada porque las direcciones musical y escénica han vuelto a funcionar muy bien -sobre todo en lo que a la batuta de Bolton se refiere-, pero las voces han estado a menor nivel.
Una decepción la de Andrea Dankova en el rol titular: aunque aceptable en lo vocal y centrada en lo expresivo, la soprano eslovaca quedó muy por debajo de Amanda Roocroft tanto en lo que a belleza canora se refiere como en la comprensión del personaje. Sus decisivas intervenciones en el segundo acto, que tienen que resultar conmovedoras sin llegar a caer en el desgarro, se quedaron muy a medio camino.
A Joma Silvasti le escuché un Erik en Sevilla más bien mediocre (enlace). En el Real ha estado mejor de voz, sin poseer la seguridad en el agudo de su colega Miroslav Dvorsky pero desenvolviéndose mejor como actor: su Laca fue merecidamente ovacionado por el respetable. Gordon Gietz se limitó a cumplir como Steva.
¿Y la Silja? Ya dije en mi entrada anterior (enlace) que adoro a esta señora, mucho antes por su inmenso talento escénico que por sus facultades canoras, que tampoco han sido nunca desdeñables. En Barcelona le disfruté su inmensa Emilia Marty (su vídeo del Makropulos es una de mis filmaciones operísticas favoritas), en Madrid le vi junto a Barenboim su Klytemnestra y no hace mucho pude volver a escucharla en un concierto de la ONE haciendo nada menos que Erwartung en unas condiciones canoras admirables para su edad.
Ahora sin embargo el instrumento se encuentra seriamente deteriorado, con un centro áfono, un agudo irregular -a veces muy poderoso- y una línea con serias vacilaciones. Eso sí, como actriz sigue siendo inmensa: si la Polaski estuvo fabulosa, lo de la Silja ha sido poco menos que histórico. Tuvo además que improvisar en el final del II acto, donde el molino que tenía que haber aparecido no llegó a salir del suelo (se escuchaba a las voces de los esforzados operarios intentando arreglar la situación).
Si en la primera función los aplausos estuvieron repartidos entre Jenufa y la Sacristana, en esta segunda el calor del público se fue todo para la grandísima Silja. Es difícil que la volvamos a ver en escena, pero yo la guardaré siempre en mi recuerdo.
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
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