30 de septiembre de 2022. Théâtre des Champs-Elysées de París. François Xavier Roth y su orquesta “históricamente informada” Les Siècles hacen los tres grandes ballets de Igor Stravinsky: El pájaro de fuego –versión íntegra–, Petrushka y La consagración de la primavera. La filmación está disponible en Mezzo TV. La he visto, por satisfacer una curiosidad morbosa: ¿hasta qué punto resulta interesante escuchar estas trilladas páginas con instrumentos “de época” cuando no solo tenemos grabaciones a cargo de quienes las estrenaron, sino también del mismísimo compositor? Si a este los instrumentos "no históricos" de los cincuenta y sesenta le hubiesen parecido menos adecuados que los de los años diez del siglo XX para interpretar sus creaciones, y habida cuenta de lo lenguaraz que era Don Igor, hubiera dicho algo al respecto. Incluso podría haber intentado recuperarlos. Pero no, en realidad parece que quedó satisfecho tanto con las relativas novedades organológicas como con lo concerniente al vibrato, la articulación y todo eso. Escuchado lo que propone Roth, efectivamente hay colores distintos y unas cuantas novedades, pero no tengo nada claro con que todo ello mejore la experiencia estética. Al contrario: Les Siècles no es una formación de primera fila y su director –ya exdirector, por el turbio asunto de las dickpics– deja bastante que desear, así que salimos perdiendo con respecto a las grandísimas recreaciones discográficas que todos tenemos en mente.
En cualquier caso, me ha gustado la recreación de El pájaro de fuego. A Roth se le da bien el repertorio impresionista, y eso es una ventaja en una página que tiene bastante de ello, aunque por otro lado su visión no resulta atmosférica ni difuminada, sino más bien bulliciosa, incisiva, llena de vida y de color. ¿Qué le falta? Pues como era de esperar, la increíble capacidad de análisis de un Boulez –queda muy lejos de ella–, la embriagadora sensualidad de un Ozawa –en su registro de Boston– y la mezcla de sentido narrativo y elevación poética de un Mäkelä, a mi entender los tres grandes recreadores discográficos del ballet completo. No cuento con las suites, claro: ahí entrarían ya los Guilini y compañía.
Menos me ha interesado Petrushka. Comienza muy bien el maestro, con todo ese sentido teatral, esa sensibilidad para el color y esa capacidad para el matiz expresivo de los que hacía gala en el ballet anterior, pero poco a poco comienza a percibirse una tendencia a no paladear la música, incluso a precipitarse. La riqueza tímbrica está ahí, la animación se hace bien presente, pero cada vez el trazo es menos refinado y la expresión menos sutil. A la genial partitura se le puede sacar mayor partido.
Los defectos se multiplican en La consagración de la primavera, sencillamente una mediocre interpretación. Ni atmósfera ni poesía. Violencia pura y dura, pero no de la realmente efectiva, sino de la de brocha gorda, de la de contrastes sonoros marcados con tosquedad y mal gusto. Los desajustes son numerosos y la claridad brilla por su ausencia. Mucho barullo y pocas nueces.
1 comentario:
No creo que vayan a aportar grandes cosas los instrumentos originales en repertorios del siglo XX, en todo caso es interesante destacar que muchas grabaciones pioneras estan lastradas por tempis erraticos, llevados por la causa discografica de meter en 4 minutos un fragmento musical ,frente a lo que lo que un director pudiera aportar en directo, sin ataduras de un productor.
Publicar un comentario