domingo, 11 de agosto de 2024

Andris Nelsons acaba de hacer la mejor Novena de Mahler (¡y esta tarde repiten la transmisión!)

Acabo de seguir en riguroso directo la transmisión a través de la plataforma Stage + de la Novena sinfonía de Mahler que han ofrecido Andris Nelsons y la Filarmónica de Viena desde el Festival de Salzburgo. He quedado tocado, tocadísimo. Y no por la envidia que me produce constatar el espectacular adelgazamiento que ha conseguido el maestro letón –así le vi el pasado mes de mayo entre el público de la Ópera de Leipzig–, sino porque me ha parecido la mejor versión de la historia del disco. Sí, ya sé que los que nos dedicamos a escribir de estas cosas acostumbramos a caer en la trampa de proclamar a los cuatro vientos de que lo último que acabamos de conocer es “lo más grande jamás escuchado”, pero me parece que esta vez no exagero.

Se preguntará el lector cómo ha sido exactamente esta Novena. Simplificando mucho, le diré que ha sido de la más portentosamente inspirada ortodoxia posible. ¿Y qué demonios es eso de la ortodoxia, me replicará usted con toda la razón, en un repertorio en el que tan rigurosamente válidas, por informadas, son las vías divergentes de un Walter, un Mengelberg o un Klemperer, por no hablar del “nuevo Mahler” diseñado por Leonard Bernstein a imagen y semejanza de sí mismo? Pues yo diría que esa ortodoxia consiste en el perfecto equilibro entre todos los componentes de esta música. Mucho ojo: equilibrio, que no moderación ni –menos aún– continencia. No se trata de quitarle cafeína al producto, sino de que los sabores alcancen un balance entre ellos que permita percibir cada uno de la manera adecuada y saborear la música en toda su complejidad. Muchos directores, con independencia de su grado de mediocridad o de genialidad, han querido hacer un Mahler parcial, y no pocos melómanos nos hemos sentido muy a gusto con ello porque resulta que ese Mahler concreto responde a la idea que nos interesa de la música. Venga, sea sincero: a usted le maravilla tanto como a mí lo que en este repertorio hacía Klemperer, pero sabe perfectamente que aquello era una mirada parcial y personalísima. Mahler es más cosas. Cosas que incluyen lo vulgar, lo sensual, lo decadente e incluso lo narcisista.

Pues bien, lo que hace el señor Nelsons es reconocer todo eso y atender a los componentes en su punto justo. ¿Qué punto, insistirá usted? Pues ese a medio camino entre un Leonard Bernstein, que con frecuencia se pasó de rosca, y un Riccardo Chailly en su ciclo para Decca, que haciéndolo de maravilla a veces se quedó un poquito corto. Bueno, en la Novena el milanés acertó de pleno. Yo diría que Nelsons, desde la misma óptica, le iguala y hasta supera en temperatura emocional.

El primer movimiento arranca con una perfecta mezcla de concentración y belleza. Le falta a esta interpretación, como absolutamente a todas las demás, ese punto último de calidez humanística, de lágrimas a punto de desbordarse, que consiguió Carlo Maria Giulini en su memorable registro de Chicago, pero globalmente es un prodigio. Se desarrolla con cantabilidad y sin precipitaciones (¡ay, ese Barenboim con las prisas!), la música respira de manera natural, el vuelo poético alcanza grandes alturas, pero la batuta no baja la guardia para no caer en languideces, preciosismos ni otras trampas. Hay también conflictos, desgarro dramático y rabia: el expresionismo centroeuropeo está ahí, y eso tiene que notarse. Incluso con la Filarmónica de Viena –mejor dicho: con más razón aún si la orquesta es la Filarmónica de Viena– esta música tiene que chirriar. Con Nelsons acaricia y araña a partes iguales.

Lo del segundo movimiento se explica rápido: nunca escuché nada tan ideal. Klemperer aparte, por supuesto, pero aquello era cien por cien mordacidad y humor negro. Aquí hay también otras cosas. ¡Y cómo están dichas! Porque ahí está otra de las claves del éxito de esta recreación: la enorme intensidad expresiva con que tocan los Wiener Philharmoniker, amén de un virtuosismo tanto de la orquesta como de la batuta que permite que se escuchen todas y cada una de las líneas instrumentales diseñadas por la genial pluma mahleriana.

Tercer movimiento: más de lo mismo, solo que aquí sí que se puede mejorar todavía más en la claridad –es de justicia citar de nuevo a Klemperer y lo de su incomparable New Philharmonia– y hubo algún roce en las trompetas. En cualquier caso, Nelsons dio en la diana: interpretación combativa y llena de aristas, pero sin escorarse hacia un expresionismo desmadrado, que es lo que –hablo ahora en general– le pasó a Chailly en su segundo y mucho menos interesante ciclo, el de Leipzig.

En cuanto al Finale… Venga, tengo que decirlo: en ninguna otra versión –ponga usted aquí el nombre de su grabación favorita– me he emocionado tantísimo como en esta. No hay mucho más que decir. Si acaso, que el maestro letón supo ser al mismo tiempo “romántico” y “expresionista”; que construyó con una perfecta planificación de tensiones el edificio; que se permitió lucir la belleza de la formación vienesa sin dejarse llevar por narcisismos; que no necesitó subrayar la negrura de la música para acongojarnos profundamente; y, sobre todo, que en el principal de los clímax dramáticos alcanzó una expresividad poderosísima y extremadamente sincera que queda para los anales de la interpretación mahleriana de todos los tiempos.

Hoy domingo 11 de agosto Stage + repite el asunto a las 20:00, hora española. Usted verá si se lo pierde.

3 comentarios:

kapsweiss2016 dijo...

Precisamente, en Stage+ acabo de ver un documental sobre el proceso de grabación del concierto en vivo del segundo de Brahms con Zimerman y Bernstein con la WP. Uno de mis grabaciones de cabecera. Aparecen Marin Alsop, Igor Levit, Helene Grimaud, Bernstein y sorprendentemente el propio Zimerman ( a día de hoy) comentado el concierto. Maravilloso.
Saludos

kapsweiss2016 dijo...

Es curioso que aparezca Igor Levit, porque acaba de publicar una grabación del concierto de Brahms con Thieleman. Tengo curiosidad por ver si lo que comenta en el documental y su veneración a la versión de Zimerman , se corresponde con su interpretación.
Saludos.

Fco.Javier dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.

Para lo que ha quedado la Gheorghiu

Por supuesto, yo ya ando en casa. Escribiré poco a poco sobre lo que he escuchado en Bucarest.