El Concierto para violín de Brahms que grabaron David Oistrakh, Otto Klemperer y la Orquesta Nacional de la Radiodifusión Francesa para EMI en junio de 1960 no sonaba bien. Pensé que era cosa de la acústica de la Sala Wagram, pero no: tras el reprocesado de la edición 2023 suena estupendamente para la época. Lo pueden ustedes encontrar en streaming de alta definición en las plataformas habituales, dentro del lanzamiento titulado "Legacy of a Legend".
La interpretación probablemente la ya conozcan ustedes. Lo del violín es descomunal. Lo es por su sonido increíblemente sólido, de agudos brillantísimos pero nada hirientes y un grave robusto, siempre con homogeneidad total. También por un virtuosismo tremendo que no se nota en absoluto, porque el músico va directamente a la esencia de las notas. Y lo es, sobre todo, porque se trata de una recreación incandescente y de marcados acentos dramáticos, mucho antes que sensual o evocadora, sin que ello impida que paladee las melodías con lirismo intenso y un punto amargo, ni que deje de ofrecer garra y nervio bien entendido en el tercer movimiento.
No puede haber, para este concepto, acompañamiento mejor que el de Klemperer, poderoso y rotundo pese a no tener a su orquesta habitual delante –logra que las maderas suenen “a Philharmonia”–, de fraseo concentrado, cargado de pathos, y tampoco muy interesado precisamente por los aspectos más sensuales y tiernos –la introducción, sin ir más lejos, se queda algo corta– de la música brahmsiana.
El resultado es una interpretación viril, dramática, concentrada y poderosa, de trasfondo doliente pero también cargada de rebeldía, de empuje y de arrebato controlado. Las hay aún mejores, pero esta es imprescindible conocerla.
4 comentarios:
Fernando, sin entrar en detalles, ¿ cuáles serían, a su juicio, las interpretaciones aún mejores?
Me alegra que, a pesar de todo, haya podido retomar su actividad en el blog.
Por usted, claro, y ¡por nosotros!
Mucho ánimo.
Un saludo. José.
Gracias por confiar en mi criterio. En esta ocasión, lo puede usted hacer con plena confianza, porque me parece que mis dos versiones favoritas lo son de todo el mundo: Perlman con Giulini y Mutter con Karajan, sobre todo la de los primeros. También me gustan muchísimo la de Szeryng con Haitink y la de Perlman con Barenboim.
Probablemente coincido con usted en que, sobre todo Perlman y Giulini, sea la mejor versión, junto a la otra que indica. Se podría incluir casi a Zuckerman y Vengerov con Barenboim, pero ¿sabe lo que me sucede? Que Oistrakh y Klemperer hacen un binomio singular, pletórico, denso, rústico, poderoso, severo, riguroso, serio, de aspectos sombríos cuando así lo requiere y luminoso sin ser efervescente. Sí, quizá no sea la mejor, pero como bien dice de obligado conocimiento. Y en esta ocasión, es mi favorita sin ser la mejor.
Sí, estoy de acuerdo. Esta versión resulta un tanto unilateral, pero me resulta imposible renunciar a ella.
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