Este disco dedicado a Manuel de Falla siempre resultó bastante extraño, ya desde la propia portada. Plácido Domingo se ponía al frente de la Sinfónica de Chicago para dirigir Noches en los jardines de España, con Daniel Barenboim al piano, y seguidamente el de Buenos Aires empuña la batuta para hacer El sombrero de tres picos, con Jennifer Larmore para las breves intervenciones vocales. Sobre los resultados artísticos he leído comentarios sumamente elogiosos y otros que lo ponen a caer de un burro. Nunca he estado de acuerdo con unos ni con otros, pero esta tarde le he vuelto a dar una oportunidad a este CD grabado por Teldec en el Medinah Temple en mayo de 1997, no para llegar a una opinión equidistante –tal intento me parecería una soberana estupidez–, sino para aclarar mis propias ideas intentando dejar a un lado los prejuicios. Permítanme que comparta mis impresiones.
Me interesa mucho la manera en que Plácido Domingo dirige Noches en los jardines de España: lejos del pintoresquismo más o menos ensoñado, aporta una visión bastante atmosférica y oscura. ¿Le dirigió la orquesta Barenboim desde el piano? A tenor de antigua la grabación del maestro porteño con Argerich y de las más recientes dirigiéndose a sí mismo y a Lang Lang, diría que no. Lo hace Domingo, con todas las consecuencias: la claridad dista de ser la que el propio Barenboim, el mismo mes, con la misma orquesta y en la misma sala, logra en El sombrero de tres picos. En cuanto a la parte pianística, me parece que en el primer movimiento los dedos dejan que desear, pero que a la postre el maestro triunfa no ya por su contrastada musicalidad, sino por su plena sintonía con la partitura, que llena de acentos expresivos y de emoción. Muy acertada por parte de los dos artistas la sequedad de los compases finales.
Creo que el acierto de Barenboim en el ballet es mucho menor. Por descontado, ahí están el inmenso virtuosismo de los de Chicago y la claridad de batuta antes citada. Hay también mucha elegancia y buen gusto por parte del director. Pero globalmente la cosa no termina de alcanzar unidad: hay caídas de tensión, momentos en los que faltan chispa y desparpajo, así como desconcertantes alternancias de hallazgos y desaciertos. Jennifer Larmore estropea sus dos intervenciones debido a una dicción del castellano verdaderamente penosa. ¿Mis versiones discográficas favoritas? Ansermet, Boulez y Ozawa más, por encima de todos ellos, Frühbeck de Burgos.
Como alguien me pedirá puntuaciones del uno al diez, ahí van: 9 para las Noches, entre 7 y 9 para el Sombrero. Pero no me hagan mucho caso. En cuanto a las versiones en DVD con estos mismos intérpretes, tendré que volver a escucharlas otro día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario