Hoy viernes las plataformas de streaming nos regalan un disco extraordinario: suite de El pájaro de fuego de Stravinsky y Sinfonía n.º 5 de Sibelius con Celibidache y la Filarmónica de Múnich, grabaciones de 1982 y 1988 respectivamente que nos permiten conocer cómo abordaba Celi este repertorio en su época más personal, más genial y –por qué no decirlo– más controvertida. Ya teníamos testimonios del mítico maestro dirigiendo estas obras, la primera con la Radio Sueca (DG, 1971) y la segunda con Stuttgart (DG, 1978), pero las tomas dejaban que desear, las orquestas tenía serias limitaciones y Celi, aun ya claramente personal, todavía no era el de los mejores tiempos. Estas nuevas cintas, editadas por la propia orquesta bávara, suenan de manera formidable –en Tidal hay Dolby Atmos– y nos muestran al rumano en el cénit de su inspiración.
Resulta discutible adoptar unos tempi tan extremadamente lentos en El pájaro de fuego. Más aún mirar de manera tan descarada al impresionismo para obviar los aspectos más atrevidos de esta página. Pero con ningún otro director se ha escuchado una introducción tan misteriosa como esta, ni una ronda de las princesas tan sensual, tan tierna y tan rebosante de poesía, ni una transición de la canción de cuna –hipnótica– al último número tan bien resuelta. Cierto es que la Danza infernal, aún más satisfactoria que la de su grabación en Stuttgart, podía ganar en tensión dramática e incluso en limpieza, y que el final podría ser más impactante –los metales de Múnich no son precisamente los de Chicago–, pero queda claro que se trata de una recreación rebosante de genialidad.
La Quinta de Sibelius se encuentra alejadísima de la incisividad y la visceralidad expresionistas de un Barbirolli, pero también se aparta de los grandes contrastes sonoros de directores más románticos”. En realidad, recuerda bastante al Bruckner de Celi: tempi muy lentos, fraseo mórbido y de amplio aliento lírico, claridad extrema y, sobre todo, una calculadísima planificación de las tensiones en la que cada frase no es sino el resultado de la anterior, siempre partiendo de un concepto plenamente orgánico del edificio musical que, si en el de San Florián se venía en cierto modo constreñido por un diseño heredero del mundo clásico, en Sibelius adquiere todo su sentido. La música fluye como en un manantial y discurre como ella quiere, al maestro le corresponde que lo haga con plena naturalidad y sin interrupciones. Todo ello al servicio de una idea expresiva que, de nuevo como en Bruckner, combina de manera asombrosa la reflexión humanística, la desazón más amarga y la plenitud espiritual. Por lo demás, mucha belleza sonora y una buena dosis de ternura, esto último quizá en exceso: el final del segundo movimiento resulta más dulce de la cuenta. Disco de audición obligatoria, en cualquier caso.
3 comentarios:
Gracias por el aviso! Vaya disco!!! Es como si escucharas las obras por primera vez. Qué poder de seducción tenía Celi para llevarte a su terreno. Por otro lado, es fantástico que la Filarmonica de Múnich siga sacando grabaciones que no fueron publicadas en su momento por EMI/Warner. Espero que sigan adelante con algunas sorpresas más.
Un saludo
También quiero agradecerle el aviso. Dentro de esta serie de grabaciones en el sello propio de la Filarmónica, hay una grabación de la Symphonie fantastique que es una maravilla. Ojalá publiquen algún día una séptima de Dvorák reveladora
¡Me alegra mucho de haber servido de ayuda a los dos! Acabo de hablar con Carrascosa y a él el disco no le ha gustado especialmente; coincido en que la Danza infernal no está muy bien tocada, más bien lo contrario, pero lo demás me ha entusiasmado. Eso sí, especialísimo todo, como suele ocurrir con Celi en sus últimos años. Yo tamnbién estoy deseando que aparezcan más discos.
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