jueves, 27 de enero de 2022

Las mazurcas de Chopin por Rubinstein

Nunca han sido las Mazurcas de Frédéric Chopin lo que más me ha interesado de su autor, pero tampoco me parecen piezas precisamente desdeñables. Pese a las obvias desigualdades, hay mucha belleza en ellas. He escuchado por fin una versión completa del ciclo, dos horas y cuarto de música en total, y lo he hecho en una interpretación que me ha gustado mucho: la registrada por Arthur Rubinstein para RCA en el Webster Hall de Nueva York entre 1965 y 1966.

 Teniendo claro que a mí el Chopin que más me gusta es el de Claudio Arrau, me parece que el señor Rubinstein hace el más indiscutible, o al menos el más modélico dentro de una estricta ortodoxia, porque mientras el chileno bucea como nadie en los aspectos más poéticos de la escritura chopiniana al tiempo que alcanza los más altos grados de belleza sonora, el polaco quizá atiende de manera más equilibrada a todos los ingredientes de este universo musical. Insisto que Don Claudio es la referencia, y no olvido que hay unos cuantos genios, comenzando por Kissin, que han revelado cosas nuevas y sorprendentes, pero Rubinstein será siempre una referencia.

En el caso de las colecciones de mazurcas, creo que se produce una sintonía muy especial. Hay en ellas mucho de “salonesco” en el mejor sentido del término. Hace falta poesía, ciertamente, pero también un muy particular sentido del ritmo y –no en menor medida– un espíritu galante, incluso de lo coqueto, que debe destilar una distinción muy particular en la que no puede haber cabida para lo excesivamente delicado, menos aún para lo frágil. Tampoco para el preciosismo sonoro. Estas piezas deben sonar frescas, directas y bien entroncadas con el folclore polaco, pero también plenas de elegancia y con un punto de sofisticación. Rubinstein era ideal para alcanzar semejante cuadratura del círculo.

Dicho esto, no en todas las mazurcas alcanza el mismo nivel. En algunas, no casualmente en las menos interesantes, parece dejarse llevar por cierta rutina, mientras que diferentes pianistas han sacado mayor provecho de otras: es el caso de Benedetti Michelangeli en el disco recientemente comentado, aunque desde un prisma mucho más personal y discutible. Que ello no lleve al lector a dejar pasar estos dos compactos, que se incluyen en una caja blanca de esas baratísimas de Sony Classical.

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