Este viernes se presenta en el Teatro Villamarta de mi ciudad la ópera La Casa de Bernarda Alba. Estoy desojando la margarita: ¿acudir o quedarme en casa? Veamos pros y contras.
He escuchado bastantes veces a Miquel Ortega en calidad de director de orquesta. Me parece muy malo. Y me irrita que, en determinadas ocasiones, nos lo hayamos tenido que tragar porque "va en el lote" de Carlos Álvarez. Ya saben como funcionan estas cosas: si quieres al barítono malagueño, a lo largo de la temporada tienes que incorporar a determinado número de artistas de mi agencia. Todavía recuerdo cómo Daniel Lipton, imposición del agente de Álvarez y del propio cantante, destrozó de manera inmisericorde la que podía haber sido una de las más grandes funciones del Teatro de la Maestranza, aquel Macbeth con una impresionante Violeta Urmana que acabó –me lo dijo en persona en una firma de autógrafos– muy enojada por culpa del citado batutero. Por no hablar del caso inexplicable, o más bien "perfectamente explicable", de la soprano sevillana Rocío Ignacio, otro nombre aupado a fuerza de agencia.
En calidad de compositor, he escuchado algunas canciones de Miquel Ortega. Me gustan regular tirando a poco: "neoandalucismo" sin interés. No sé cómo le habrá salido la ópera. De las críticas que circulan por ahí desconfío, porque no son pocos los que, por diferentes razones, quieren llevarse bien con Carlos Álvarez y su poderosa agencia. Y en cuanto a los participantes en foros, me consta que algunos son amigos y hasta familiares del compositor y director. Pero por otro lado he descubierto, echando un vistazo a Facebook, que Miquel Ortega es una persona de inteligencia y calidad humana extraordinarias con la que, además, sintonizo en muchas cosas. ¿Le doy una oportunidad?
Luego está el elenco canoro, de enorme atractivo: nada menos que Ana Ibarra, Maribel Ortega, Luis Cansino, Carmen Romeu, la actriz Helena Dueñas... Rotundamente sí, las voces invitan a acudir.
La producción la dirige Javier Hernández, al que creo que nunca le he visto nada. Jesús Ruiz, salvo desmadre que creo que esta ocasión no se producirá –por el argumento de la obra lorquiana–, garantiza la excelencia del vestuario. La luminotecnia corre a cargo de Francisco López, que supongo no es otro que el Paco López de toda la vida, el exdirector del Villamarta que ha acaparado y sigue acaparando una enorme cantidad de producciones propias de lírica, de danza española y de los crossovers que haga falta. Quienes me hayan leído ya saben la extremadamente negativa opinión que tengo de este señor en no pocos sentidos. También como iluminador: cuando se reserva esta parcela en sus propias producciones escénicas, el resultado suene ser de una fealdad supina.
La entrada está entre 20 y 50 euros. Me lo iré pensando y decidiré en el último minuto. En este preciso momento, redactando estas líneas, creo voy a abstenerme.
1 comentario:
"Echando un vistazo a Facebook, que Miquel Ortega es una persona de inteligencia y calidad humana extraordinarias con la que, además, sintonizo en muchas cosas. ¿Le doy una oportunidad?".
Amigo mío, no cometa el error de tratar de empatizar con la obra por empatizar con la persona. Se puede ser una excelente persona y carecer de talento o viceversa: ser una persona mísera y mezquina pero con un talento desbordante. Como bien sabe usted, hay ejemplos suficientes en la Historia del Arte y de la Música.
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