Soy fan de toda la saga de películas de James Bond –toda ella, desde Connery hasta Craig–, y me gustan muchísimo las canciones y la música incidental –pese a irregularidades y limitaciones no poco importantes– compuestas por John Barry para muchas de esas películas. Tras el aburrimiento supremo de Thomas Newman en las dos últimas entregas, tenía la esperanza de que volviera David Arnold para No Time To Die. Se me pusieron los pelos como escarpias cuando me enteré de que corría a cargo de Hans Zimmer, porque este me parece un señor capaz de lo mejor y de lo peor, de maravillas como Inception o Interstellar y de bodrios como los Piratas del Caribe o los Batman de Christopher Nolan.
He tenido la oportunidad de escuchar “de tapadillo” el disco que sale el viernes que viene, justo el día en que se estrena, después de muchísimos meses de espera debido a la crisis sanitaria, la quinta y última película protagonizada por Daniel Craig. Tras un gunbarrel (aquí lo pueden ver y escuchar de manera oficial) que sabiamente quiere enlazar con la tradición, el corte número dos, Matera, se abre con texturas y desarrollos orquestales para mí inconfundibles: ¡Zimmer imitando a Barry, qué maravilla! A llegar al segundo cuarenta se me humedecieron los ojos. No podía creer lo que escuchaba. Lento y paladeado, en cuerdas puramente “barrinianas”, allí estaba el tema de amor más hermoso de todos los compuestos por el británico para la saga, aquel We Have Alll Time In The World que cantaba Louis Amstrong –la grabación final de su carrera– en la que para muchos –desde el citado Nolan hasta un servidor– sigue siendo la mejor película de toda la saga, On Her Majesty’s Secret Service (Peter Hunt, 1969). No solo eso: el breve corte 11, Good to Have You Back, es una orquestación lenta y sinfónica del no menos inolvidable tema principal de aquella película que protagonizara George Lazenby. Vamos, que Zimmer no solo conoce y ama este universo sonoro, sino que sabe dónde se encuentra lo mejor de este y ha decidido homenajearlo con el mayor cariño posible.
¿Bueno, y el resto del disco? La primera mitad me parece formidable, porque el compositor alemán asimila plenamente la lección de David Arnold –en las tres últimas películas de Pierce Brosnan y en las dos primeras de Craig– y ofrece una idónea fusión entre el sonido Bond “de verdad”, es decir, el de John Barry, y el suyo propio. Por supuesto, hay guiños aquí y allá al celebérrimo tema de James Bond de Monty Norman –también al arpegio de guitarra que lo cerraba–, y hay muchos metales estridentes que aluden de manera directa al Barry style. Con la excepción de la horterada de Cuba Chase, el resultado es formidable. Y la otra mitad –parece que los tracks están secuenciados siguiendo el orden de la película- es más claramente Zimmer. Y no del mejor posible: bajo rítmico eterno y machacón, acordes de sintetizador traducidos a la orquesta sinfónica, altisonancia fuera de lugar… En cualquier caso, no le voy a negar capacidad para trabajar con materiales sonoros muy diversos ni para generar atmósferas de tensión.
La canción, compuesta por una tal Billie Eilish que al parecer es famosísima, ya la conocíamos de justo antes de que llegara a nuestras vidas el coronavirus. Me parece correcta sin más. A lo largo de la saga las hay infinitamente mejores, pero también mucho peores. Se escucha con cierto agrado y cuenta con un buen arreglo orquestal del propio Zimmer, quien a su vez integra la melodía con considerable acierto en varios momentos de su propia partitura. También en el final, que…
SPOILER GRANDE AQUÍ
… parece indicar tanto por el título del corte, Final Ascent, como por la música propiamente dicha, que ocurrirá lo que muchos andamos sospechando: quizá haya que decir a James Bond adiós para siempre.
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