Cuando presenté mi breve comparativa de los Gurrelieder omití la interpretación de Giuseppe Sinopoli y la Staatskapelle de Dresde, registrada en vivo por Teldec en agosto de 1995, porque tenía su audición demasiado lejana en el tiempo. Ayer pude volver a ella –las estudiantes al otro lado de la pared se acababan de marchar: esta música no es apta para vecinos– y confirmo que se trata de una de mis versiones favoritas de la magistral partitura de Arnold Schoenberg. Y también, una vez más, que eso de que el malogrado maestro veneciano carecía de técnica suficiente es el más colosal embuste difundido por quien es el peor crítico del panorama internacional. El peor, ciertamente, por su mezcla letal de absoluta insensibilidad –es incapaz de emitir un juicio estético coherente–, pedantería extrema –todo lo famoso, popular y/o comercial es malo, lo minoritario es lo bueno– y potencia para difundir sus afirmaciones –ha conseguido miles de lectores a base de difundir chismorreos e intrigas internas del mundillo musical–. Me refiero a Norman Lebrecht, claro está.
Pero volvamos al disco. La de Sinopoli es la versión romántica por excelencia. Pero ojo, que esto no quiere decir que en la primera parte se caiga en el decadentismo, el ensimismamiento o en el azúcar, que es lo que le pasa a directores como Abbado, Jansons o Rattle. Ni que en la segunda y la tercera se limen contrastes, asperezas y virulencias varias. Simplemente, que su versión es abiertamente “romántica” en el más genérico sentido del término: cálida y emocionante a más no poder, plena de vuelo lírico y de poesía amorosa, intensa en las dialécticas que establecen entre Amor y Muerte, entre Hombre y Dios, entre Condena y Salvación. Y todo ello lo consigue el maestro con su habitual fraseo curvilíneo, extraordinariamente orgánico, con un dominio portentoso de las texturas (¡ojo a toda la introducción y al arranque orquestal del último número!), de una concentración que le permite obtener un elevado sentido del misterio –impresionante el final del último coro de los caballeros– y, también, de un gran dominio del color ideal para el número del bufón. Thomas Moser no posee el instrumento más hermoso posible, y en su última intervención termina pasándolo mal –lógico en un rol tan largo y exigente–, pero globalmente cumple de manera satisfactoria. Deborah Voigt se muestra muy sensible, como también una Jennifer Larmore algo más lírica de la cuenta. Bernd Weikl está ya gastado y se muestra tan inexpresivo como siempre, pero en contrapartida un Kenneth Riegel totalmente en su salsa es el mejor bufón que recuerdo. Los coros están muy bien. Como narrador, nada menos que Klaus Maria Brandauer: su voz no es atractiva, pero teatraliza de maravilla. Enorme versión.
¡Feliz Nochebuena!
2 comentarios:
Hola y Feliz Navidad!!! Cómo hago para poder bajar esta versión? Gracias por este aporte para los que nos apasionamos con esta música.
Hola. No sé si hay descargas en la red. Está en las poataformas habituales. Mi recomendación personal es que compre este capa maravillosa, que además viene con las portadillas originales:
https://www.amazon.es/Ciccolini-Janine-Micheau-Nicolai-GeddaSch%C3%B6nberg/dp/B07T2GN9H7/ref=sr_1_4?__mk_es_ES=%C3%85M%C3%85%C5%BD%C3%95%C3%91&dchild=1&keywords=sinopoli&qid=1608827159&s=music&sr=1-4
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