viernes, 17 de julio de 2020

Barenboim en Versalles: Ravel, Mozart y Beethoven

Un repasito al Blu-ray del concierto del Primero de Mayo de la Filarmónica de Berlín de 1997, que tuvo lugar en el precioso teatro del Palacio de Versalles bajo la dirección de Daniel Barenboim. El contexto llevaba a abrir el programa con Ravel y Le tombeau de Couperin. La verdad es que se evidencia la falta de sintonía del artista con este repertorio –la de entonces, ahora ha mejorado–, encomtrándonos con una aproximación personal en la que, muy lejos de la blandura y de lo decadente, hay mucho de vitalidad y de sentido de los contrastes; incluso el maestro se atreve a ofrecer un poderoso e inesperado clímax dramático en el Menuet. Tiene también su dosis de sentido del humor, pero a la postre se echan en falta la sensualidad y la poesía propiamente ravelianas.


Memorable la recreación del Concierto para piano nº 13 de Mozart, en la línea de su antigua grabación para EMI, solo que con un piano mucho más rico, imaginativo y matizado. Frente aquella, apuesta Barenboim por más sensualidad y encanto sin olvidar precisamente los acentos sombríos, mientras que en las secciones lentas del tercer movimiento destila un lirismo de lo más lacerante, en sobrecogedor contraste con el encanto, la coquetería y la chispa que le rodea: no se puede cantar con una más acongojante mezcla de belleza, humanismo y congoja, para pasar de manera mágica a una alegría y una chispa desbordantes.

Heroica de Beethoven en la segunda parte, dos años anterior a su primera grabación oficial. El de Buenos Aires hace gala, como no podía ser menos, de un irreprochable lenguaje beethoveniano y de una perfecta sintonía con el contenido expresivo de la partitura, a la que aborda con decisión, sentido dramático y no poco amargor, sacando excelente partido del sonido robusto de la orquesta –impagable la cuerda grave– y de la musicalidad de sus solistas; todo ello lo hace, además, sabiendo mantener el pulso, el equilibrio polifónico y un fraseo siempre flexible y natural. La cuestión es que esta lectura un tanto adusta será enriquecida enriquecida en sus acercamientos posteriores no solo con un grado superior de inmediatez y tensión sonora, sobre todo el una marcha fúnebre que el sabrá llevar al borde mismo del abismo, sino también –especialmente en sus lecturas recientes junto a la WEDO– con mayores dosis de calidez, lirismo e incluso sentido del humor, lo que no impide que el último movimiento de esta interpretación versallesca sea ya formidable.

Una cosa más: la imagen el BR ha ganado considerablemente en definición con respecto al antiguo DVD de TDK, pero los colores parecen un punto saturados. Muy buena la toma sonora.

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