miércoles, 13 de mayo de 2020

Trece de Mayo

Trece de mayo es el día en que muchísimos católicos ingenuos siguen celebrando una festividad que parte de lo que no fue sino una monumental, desternillante y –al mismo tiempo– gravísima tomadura de pelo en la ciudad portuguesa de Fátima. Es también el día en que murió mi abuela materna Enriqueta, a la que quería muchísimo porque fue en gran medida la que me crió. Y fue asimismo el día en que nací yo ("¿qué planeta reinaría?") allá en 1971. Cuarenta y nueve años con más dudas que nunca sobre si llegaré a los cincuenta.



Me quedan muchas cosas que me hubiera gustado hacer. En música, conocer la Concertgebouw de Ámsterdam y visitar los festivales de Salzburgo y Lucerna. Meterme a fondo en la música de cámara del clasicismo y primer romanticismo: Haydn, Mozart, Beethoven y Schubert. Conocer mejor el repertorio de la Baja Edad Media, un periodo que cada vez me interesa más por mis propias ocupaciones profesionales (¡el Trecento, qué mundo tan fascinante!). Hablar en público sobre música: he dado bastantes conferencias sobre arte, pero ninguna sobre temas musicales. Y escribir un par de libros que seguro ya nunca escribiré, uno sobre John Barry y otro sobre Daniel Barenboim. De momento me conformo con que mi familia y yo lleguemos con salud al 13 de mayo de 2021.

PD. Lola Flores era paisana de un servidor, mientras que el letrista Rafael de León estudió en el instituto donde yo hice la secundaria y ahora soy profesor con plaza definitiva. Trece, trece de mayo...

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