Cinco años posterior a su mediocremente grabada y tocada interpretación en Stuttgart (DG), esta es quizá la mejor dirección de la Suite escita de todas cuantas he escuchado, incluido la referida del propio Celi y la soberbia de Abbado de 1977. Y no solo por ese increíble dominio de las texturas que poseía el maestro y que aquí le permite que el fascinante tejido orquestal se escuche con más claridad que nunca, o por la riqueza de colorido o el manejo de la agógica, sino también, y sobre todo, por la perfecta sintonía con el universo de Prokofiev. Hay aquí incisividad y aristas en un grado considerable –sí, Celi era también capaz de desatar a la fiera–. Rusticidad y potencia dramática –tremenda la aparición del dios maligno–. Muchísima ironía. También, eso no hace falta ni decirlo, sensualidad, atmósfera –embriagador el Nocturno– y magia poética a manos llenas. El manejo de las tensiones del clímax final hasta el fortísimo, de alucinar. La toma sonora, sin ser la mejor posible, recoge bien la gama dinámica: ni un solo amante de la música de Prokofiev puede quedarse sin escuchar este registro.
En la selección de Romeo y Julieta, tomada de las suites nº 1 y 2 del ballet, las cosas funcionan de manera muy distinta. El maestro hace más que nunca de sí mismo y ofrece una interpretación “deconstruida” en la que unos tempi lentísimos, al borde del disparate en algunos de los números, permiten diseccionar como ningún otro director lo haya hecho el entramado orquestal –increíbles los diseños de la cuerda en el arranque de la separación de los amantes–, pero hasta el punto de que el análisis se lleva por delante no solo la arquitectura de la mayor parte de los números, sino también su carácter expresivo, por no hablar del sentido teatral y de la fluidez y naturalidad imprescindibles en una música pensada desde la acción y la narración. Eso sí, el sentido del color es apabullante, hay multitud de hallazgos expresivos y en algún momento se alcanza la estratosfera: la muerte de Teobaldo, tras un duelo más bien flácido y desarticulado, se cierra con una marcha fúnebre verdaderamente cataclísmica. La orquesta lo pasa bastante mal, pero uno acaba con el corazón en un puño.
En definitiva, Celibidache puro y duro. Para lo genial y para lo discutibilísimo.
4 comentarios:
Interesantísimas grabaciones. Espero que salgan más cosas, porque aunque hay ya mucho, seguimos sin tener algunas cosas importantes publicadas oficialmente. Por ejemplo, una Sinfonía Fantástica de Berlioz (tengo una grabación de la radio de Múnich de magnífico sonido), cosas de Richard Strauss, etc.
Tengo la Suite Escita de Stuttgart y en efecto se agradecerá una mejor orquesta y sonido.
También tengo una suite de Romeo y Julieta, aparecida en un cofre con grabaciones del maestro y la London Symphony, que es tal y como describes esta otra grabación de Múnich: una deconstrucción y reconstrucción sorprendente, que a su manera funciona. Veremos si el sonido y la orquesta están aquí mejor.
A Celibidache le pasa un poco lo que a Klemperer (en ocasiones): que desmontan la obra para presentarla de una forma radicalmente diferente, pero coherente. Estas no suelen ser versiones canónicas, pero sí fascinantes.
Sonido y orquesta están aquí mejor que en la versión de la London Symphony, Nemo, pero a mí ninguna de las dos interpretaciones me convence. La Fantástica también la tengo, y efectivamente suena muy bien. Suspiro por unos Pinos de Roma del Celi tardío.
Otra lectura interesante es una Quinta de Shostakovich que puede encontrarse pirata y con pésimo sonido en youtube.
Hay una Quinta de Shostakovich "oficial" de Celibidache, en CD, con la Orquesta de la Radio de Suecia, junto con una Novena. En stereo. Sello de la propia radio, creo recordar.
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