- Simon Bocanegra en la Staatsoper, con Hampson, Rebeka y Meli: 181 euros en la fila nueve del patio de butacas, con asiento muy centrado.
- Harding y la Filarmónica de Viena haciendo la Quinta de Mahler en la Musikverein: entrada de pie al fondo de la sala, 7 euros.
- Barenboim, Argerich y la Staatskapelle de Berlín en la Musikverein, programa Debussy: 90 euros en la segunda fila del patio de butacas.
¿Moraleja? Señores de Ibermúsica, no se quejen tanto si no llenan. Porque conmigo van ustedes a contar muy poco si los precios siguen sin ser competitivos frente a los de los templos más sagrados de la música en Europa.
Confieso que he vuelto a pasar por el aro en el Teatro Real, pero por tratarse de una ocasión por completo excepcional: Die Soldaten de Zimmermann el próximo mes de junio. 67 euros me ha costado mi entrada del segundo piso: puedo escoger entre estar todo el tiempo de pie sin visibilidad, o sentarme en un taburete alto sin ver prácticamente nada. Si hubiera optado, como en Viena, por un asiento centrado en la fila nueve, hubieran sido 219 euros. Y la orquesta del foso –la Sinfónica de Madrid– no es precisamente la "plantilla B" de la Wiener Philharmoniker que hay en la Staatsoper.
La moraleja aquí es otra: señor Marañón, búsquese un trabajo en la Ópera de Honolulu antes de seguir destrozando el Real y hacer lo propio con la Zarzuela. Ah, bueno, que aquí gana usted una pasta. Pues que le aproveche. Algunos seguiremos tirando de avión.
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