Allá a mediados de los noventa mi trayectoria estaba encaminada hacia la investigación. Tras terminar mis estudios en 1993, realicé los dos años de curso de doctorado y alcancé la suficiencia investigadora, preparándome para afrontar la tesis doctoral al tiempo que escribía una serie de artículos –se entiende que científicos, no de divulgación– sobre un tema que me entusiasma, que es el arte gótico y mudéjar tanto en Sevilla como Jerez de la Frontera. Las necesidades vitales, unidad a determinadas circunstancias familiares, me obligaron a arrinconar dichas investigaciones para ponerme a trabajar –quiedo decir, a trabajar por un sueldo, porque la investigación también es trabajo– en algo completamente distinto a mis intereses.
A principios del nuevo siglo, felizmente, logré encontrar un hueco en lo que más me gusta: la docencia. Primero como interino, luego como titular, he recorrido muchos institutos de Andalucía –once años de exilio– hasta establecerme definitivamente aquí en mi tierra, en el mismo centro donde estudié. Poco a poco, con las dificultades que implicaba tanto la distancia física como la progresiva burocratización del trabajo en la secundaria, fui retomando la investigación. No logré terminar la tesis, pero sí realizar una serie de textos de los que estoy moderadamente satisfecho y que, al parecer, están resultando de utilidad a otros colegas. Y cuando he logrado regresar a Jerez he encontrado una acogida por parte de los compañeros de aventuras en esto de la historia y el arte que me ha llenado de alegría, como también de compromisos que se traducen en colaboraciones científicas y en un buen número de conferencias.
Es por esto, como también por las importantes exigencias de mi actual centro de trabajo, por lo que me veo obligado a moderar mi tiempo dedicado a la música. No me refiero solo a escribir en el blog, sino también a escucharla. Estar a la altura de los referidos compromisos me exige realizar sacrificios. La música ha aportado cosas maravillosas a mi vida, pero igualmente me ha hecho perder mucho tiempo en un terreno en el que me encuentro muy cómodo y en el que recibo frutos satisfactorios. Es hora de recuperar el tiempo perdido.
9 comentarios:
¿Significa esto que abandonas el blog?.
En absoluto. Pero sí sígnifica que lo que comenzó como una afición debe dejar de ser aquello en lo que se ha convertido, una exigencia. Y que me debo decir a mí mismo que muchas ideas que bullen en mi mente deben quedar reservadas a ella. Que por mucho que me guste comunicar -oralmente y por escrito-, el día tiene veinticuatro horas y debo repartir ese tiempo entre lo que es mi obligación -el trabajo en la enseñanza, que cada día me absorbe más horas- y todas mis aficiones, entre las cuales no solo está la música sino también al arte. Que debo moderarme, vaya.
Aunque sea con menos frecuencia, seguiremos disfrutando de tus entradas en el blog. Yo no me pierdo una, pero entiendo que es un regalo (cada una de ellas), y que solo cabe agradecerlos. Un abrazo.
¡Qué susto! Bueno, aunque sea en menor medida, seguiremos disfrutando de tus comentarios en el blog. Gracias.
Comprendo plenamente tu postura, yo mismo llevo varias cosas al par (ahora especialmente relanzando el tema de los órganos de Granada en Facebook) y es que el tiempo no dá para más. No obstante seguiremos atentos a tus publicaciones.
Me tranquiliza el hecho que digas que no vas a abandonar el blog, considero que tus comentarios y críticas musicales son invaluables, al punto que prácticamente es el único que veo. Esperaremos con impaciencia la próxima entrada!.
Un afectuoso saludo.
El concierto de Año Nuevo 2018 fué simplemente correcto.
Ciertamente me están decepcionando los últimos conciertos del 1 de Enero de la Filarmónica de Viena.
Parece que no están muy despiertos ni directores ni músicos y no tienen su mejor día.
El Danubio Azul fué bastante mediocre y otras joyas como Rosas del Sur y Cuentos de los Bosques de Viena, merecen aprobados nada más.
Saludos.
Quizá un comentario general de Fernando sobre el Concierto de Año Nuevo no le lleve mucho tiempo, y se puede dejar para más adelante los detalles. A mi me aburrió.
En general, me aburren estos conciertos. Esta música necesita chispa, sentido de la diversión, agilidad, y todo ello debe envolverse en un poco de circo. La verdad es que los conciertos de Prêtre me gustaron bastante, pero hay que remontarse a Maazel, Kleiber o a Karajan para encontrar algo idiomático y a la vez divertido e interesante.
Muchas gracias a todos los que han mostrado interés por el blog y comprensión ante la ralentización que va a venir provocada por exigencias laborales y compromisos científicos varios. Sigo escuchando música, claro (esta mañana: Música de la Era Gótica por Munrow y Cuarta de Prokofiev por Rozhdestvensky), pero me resulta imposible escribir sobre ello.
En cuanto al Concierto de Año Nuevo de Muti, decir que me gustó el concepto de Muti: poderoso, con empuje, "echado para adelante". Sin embargo, cada vez el 1 de enero me aburre más, como a Nemo. Solo Prêtre y Barenboim lograron realmente sacarme del sopor. Saludos.
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