Es por eso por lo que el primer movimiento, decidido y dramático, incluso un punto áspero, puede parecer algo más premioso de la cuenta; al menos, no todo lo misterioso que podría ser, y no muy atento a ese lirismo acongojante que destilan las notas. Riguroso, implacable y sin concesiones el Scherzo, magníficamente trazado y con detalles de enorme clase, aunque quizá también un punto rígido; el trío se queda más bien en la superficie si lo comparamos con el milagro de Klemperer, pero eso les pasa a todos. El Adagio es una verdadera maravilla, con unos violonchelos vieneses haciendo esos prodigios que solo ellos saben (¡qué manera de cantar las melodías!), mientras que a Böhm no se le mueva un pelo. El cuarto movimiento, en fin, resulta un prodigio de trazo y de convicción, aun siempre dentro de este enfoque escasamente retórico, poco preocupado por la opulencia del sonido y dispuesto a ofrecer al mismo tiempo dramatismo y sentido épico sin decantarse por ninguna suerte de triunfalismo.
La toma fue realizada en la Musikverein de la capital austríaca. Sin duda es de gran calidad, y el bajo volumen por el que optaron los ingenieros de sonido garantiza una amplia gama dinámica en esta partitura muy bienvenida, pero lo cierto es que no estoy seguro de que que el reprocesado japonés en SACD, que es lo que he escuchado en esta ocasión, suene mejor que el CD de toda la vida. Hay amigos que afirman que más bien al contrario, aunque yo tampoco llegaría a eso. Lo que sí tengo claro es que la interpretación mantiene plenamente su vigor y que, como dije antes, resulta de conocimiento obligado.
9 comentarios:
Tengo esta Octava de Böhm, que tuve muy tarde, la verdad, porque Böhm no pasa por director bruckneriano (solo grabó la 3, 4, 7 y 8). Pero además, las grabaciones estaban en dos casas discográficas distintas (Decca y DG). Sospecho que Karajan boicoteaba, pero puede que haya otra explicación. Poco a poco las fui reuniendo y me parecen todas magníficas.
Una pena que no completara un ciclo "corto" (3 a 9) al menos.
Coincido con la opinión expresada por Fernando sobre esta Octava, que es maravillosa.
¡Horrible la portada! ¡Con lo hermosas que suelen ser las portadas de DG 8series caras)!
Querido Fernando es una verdadera maravilla. Un abrazo.
Con Böhm siempre he tenido la sensación de que se lo trataba de segundón en su propia casa. En deutsche grammophon siempre se ha invertido muchísimo en editar y reeditar hasta la saciedad a Karajan, dejando a Böhm para las series baratas, su Tchaikovsky inencontrable es un ejemplo. A mí es un director que me encanta, y su Bruckner una buena muestra de su maestría.
No conozco la Octava de Schuricht. De Skrowaczewski comenté en este blog una Sexta, creo recordar: no me gustó. La última Octava de Kna la volví a escuchar hace poco y me aburrió bastante.
Sí, una pena que DG tratara tan mal a Böhm. ¡Qué dificilísimo ha sido durante bastante tiempo localizar en CD su ciclo Beethoven!
Lamento no tener más tiempo para contestar. Un saludo.
Cuando nos comenta de igual manera la octava con Karajan en San Florian y la novena con Giulini?
La de Karajan la comento cualquier día de estos. La Novena de Giulini en Viena me siento incapaz de comentarla: la considero el más grande disco de música clásica que existe y no sabría que escribir.
Hola. Tenía aparcada esta interpretación desde hacía años y acabo de escucharla. La verdad es que es una auténtica maravilla. Hay que reivindicar a Karl Böhm como uno de los más grandes directores de orquesta del siglo XX y de la fonografía. Saludos.
Es interesante que Karl Bohm dirigió al inicio de su carrera una quinta grabada para telefunken en 1935 en la edición Haas y hasta los 70 no volvió a los estudios para registrar la tercera (versión estimable pero un poco insípida), la CUARTA ( y con eso queda todo dicho), una hermosa séptima y esta octava que comentas que estoy completamente de acuerdo, es referencial. Creo que el sello amarillo atesora las mejores octavas que existen, véase la de Guilini, la de Karajan en San Florian y la de Jochum con la orquesta de Hamburgo. Y añadiría la sorprendente de Boulez.
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