viernes, 13 de octubre de 2017

Ansermet dirige Prokofiev

Hacía muchos años que no escuchaba completo este doble CD editado por Decca en el que Ernest Ansermet se pone al frente de su orquesta, la de la Suisse Romande, para dirigir obras de mi adorado Sergei Prokofiev. Lo cierto es que me ha defraudado.
 

Las grabaciones más antiguas se remontan a 1958 y corresponden a los dos conciertos para violín del compositor, contando ambos con el concurso de Ruggiero Ricci. Sobre el nº 1 ya escribí en mi discografía comparada:
"El comienzo algo sollozante por parte del violín no resulta precisamente prometedor, pero poco a poco el solista se va centrando y, en compañía de una batuta solvente sin más, ofrece una muy digna recreación grabada por los ingenieros de Decca con un estéreo muy claro, aunque con distorsiones tímbricas. En cualquier caso, se pueden hacer las cosas mucho mejor en lo que a depuración sonora, variedad expresiva e imaginación se refiere. 
En el Concierto nº 2 interesa sobre todo el primer movimiento, fluido y muy curvilíneo, rico en el color –excelente las maderas, atractivas las texturas de la cuerda– y capaz de resultar dramático e inquietante sin dejar de cantar las melodías con ese doliente anhelo propio del autor. Flojea sin embargo el segundo, no exento de tensión sonora pero bastante ajeno a la sensualidad, el vuelo lírico y la emotividad que piden a gritos los pentagramas; además, se encuentra fraseado con exceso de nerviosismo por el maestro suizo, que quizá pretenda separar a Prokofiev de la herencia romántica más de lo conveniente. El tercero sí que está bien paladeado, pero ni la batuta acierta con la ironía ni el violín, anguloso y afilado, resulta lo suficientemente variado y comprometido en su enfoque.


La selección de Romeo y Julieta se grabó en 1961 para ocupar las dos caras de un lp. Verdadero chasco: una interpretación por momentos solvente pero en general desmadejada, confusa y precipitada, cuando no flácida, deslavazada y un tanto fuera de estilo; y eso que las maderas de la orquesta, por lo demás no muy allá, son muy adecuadas para este autor. Montescos y Capuletos resulta de una blandura intolerable, mientras que el clímax de la escena de la separación se encuentra ridículamente hinchado.

A 1964 corresponde la Sinfonía nº 5. Aquí no podemos negar al maestro la solidez con que traza la arquitectura ni la gran plasticidad con que maneja los volúmenes y colores orquestales, pero lo cierto es que Ansermet no acierta ni con el idioma del compositor, blando en la articulación y suavizado en las aristas, ni en el aspecto expresivo, obviando toda ironía y, lo que es peor, descafeinando toda su carga dramática y opresiva. Flojísimo en este sentido el primer movimiento, dicho de pasada y sin matices. Correcto pero algo frívolo el segundo. El tercero de nuevo vuelve a caer en la superficialidad, mientras que el cuarto, dentro de una línea más bien lírica, sí que llega a funcionar de manera satisfactoria. A la postre, una recreación mediocre.

Queda la Suite escita, de noviembre de 1966: el maestro cumplía por entonces nada menos que ochenta y tres años. Los dos primeros movimientos me han interesado poco: vistosos pero dichos más bien de cara a la galería, lastrados por el exceso de nervio y limitados por una orquesta que no es muy allá. Mucho mejor el tercero, que aún lejos de destilar toda la magia poética deseable ofrece un colorido tan rico como apropiado, así como un muy atractivo trabajo con las texturas. En el cuarto el maestro suizo comienza de manera formidable, haciendo gala de ese sentido del humor irónico e incisivo tan peculiar del autor, para más tarde dejarse llevar de nuevo por el decibelio en lugar de planificar detenidamente las tensiones.

En fin, luces y sombras de un director quizá menos importante de lo que se ha dicho.

11 comentarios:

vicentin dijo...

Es uno de los directores mas sobrevalorados de la discografía, cuya mediocre orquesta era una fabrica de discos como churros para decca, que lo grabó casi todo de Bach a Honegger, incluidos ciclos Brahms y Beethoven.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Es posible, Vicente, que Ansermet esté sobrevaloradísimo. No dudo de la profesionalidad de este señor, pero tampoco le he escuchado un disco verdaderamente grande.

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Hans-Jürgen Grande dijo...

Que paciencia tienes, Fernando, mientras el otro sigue erre que erre...

Sergio dijo...

Eso.

Cristian Muñoz Levill dijo...

Estimado Fernando:
¿Alguna recomendación para la Quinta y la Suite Escita? De la primera, la versión que más me convence es la de Karajan (no puedo comulgar con el enfoque de Celibidache en ésta); sobre la Suite, no he escuchado una interpretación realmente grande, como lo pide la partitura.

Saludos!

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

No sé si se lo va usted a creer, pero tengo escuchadas 44 versiones de la Quinta. Lo acabo de mirar y me he quedado pasmado. La de Celibidache me gusta bastante, pero entiendo que es tan personal y discutible que puede irritar. En una línea ortodoxa, la de Previn/Londres (EMI) me parece inmejorable, globalmente superior a su remake en Los Ángeles. La de Leinsdorf también me parece extraordinaria, así como la muy discutida de Bernstein en Israel (Sony). Muy recientemente, la de Eschenbach en Philadelphia ha gustado muchísimo (en descarga digital, no muy barata).

Para la Suite escita no tengo la menor duda: Abbado con Chicago. Pero es posible que usted la coozca y no le parezca suficiente. Quizá tenga razón y se pueda abundar aún más en la sensualidad y en la atmósfera de la obra, pero claro, es tan bestial lo que hace el milanés... Saludos a todos.

Cristian Muñoz Levill dijo...

Efectivamente, conozco la versión de Abbado, pero no me puede terminar de convencer. Me pasa parecido con su referencial lectura de Alexander Nevsky: si bien por momentos queda claro porqué sus registros son del todo aclamados (entiendo que también en este blog se les tiene en la más alta estima), no me convence a cabalidad.

Bueno, reconozco que soy muy exigente con el nivel interpretativo que "espero" de las obras de Prokofiev en general (y las dos en cuestión, en particular): he encontrado maravillas dispersas en distintas lecturas, pero ninguna como para decir "Ok, ésta es LA versión", a diferencia de otras obras donde tengo las cosas "por sentadas".

Saludos, y ha escuchar Quintas se ha dicho, que dejas la vara por lo alto!

The Wolf dijo...

Mas que sobrevalorado parece todo lo contrario. En años recientes no he visto ni una reedición que se pueda conseguir tan facíl en cualquier tienda (la mayoria de lo que tengo suyo, lo tengo en lp). Siendo de la época de Furt y Klemperer, fue de los pocos de su generación en estrenar/abordar obras de autores modernos (pienso que era mas su fuerte) y que pudo llegar a la era del estereo aún en condiciones. Sus discos -de los primeros de decca en formato estereo- podran gustar mas o menos frente a otras versiones, sin embargo tienen lo suyo. Vamos, que peores cosas se han grabado en la historia del disco.

Y aparte quiso designar a Ataúlfo Argenta como sucesor para su orquesta...tan errado no creo que estuviera el hombre.


Saludos desde México.

Unknown dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
vicentin dijo...

Los discos de Ansermet entran dentro de los primeros FFSS de Decca y como tal para los coleccionistas son muy cotizados. Hay que destacar del maestro suizo su empeño por ayudar a maestros en dificultades al terminar la guerra mundial como a Furtwangler del que era amigo personal y quien le abrió el abanico sinfónico de Beethoven y Brahms. Debió ser un maestro flexible y cómodo para trabajar en estudio y de ahí que Decca lo tuviera para grabarlo casi todo excepto opera desde finales de los 40 hasta los 70.

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