miércoles, 13 de septiembre de 2017

Una experiencia mística: Celi y la Misa de Bruckner

Me he sorprendido a mí mismo descubriendo que llevaba muchos años sin escuchar la fascinante Misa nº 3 en fa menor de Anton Bruckner. He vuelto a ella esta misma tarde, y lo he hecho en las mejores condiciones posibles: el registro editado en CD por EMI que recoge dos conciertos de Sergiu Celibidache y la Filarmónica de Múnich celebrados en la Philharmonie de la capital bávara, concretamente el 6 y el 9 de marzo de 1990. No se debe confundir con la filmación de los ensayos –sin incluir la interpretación completa– que circula en DVD y en YouTube, que tengo el gusto de dejarles aquí mismo. Lógicamente, lo que les recomiendo es localizar el audio y escuchar la misa en su integridad, y en esta misma interpretación. Porque es toda una experiencia.

Aquí se puede hablar más que nunca de un Bruckner catedralicio. Más concretamente, de una catedral gótica. El genial compositor diseña una arquitectura inmensa, pero de una rara perfección en su estructura, con unas líneas tectónicas perfectamente estudiadas que sostienen con firmeza el edificio sin que este transmita sensación de pesadez. La luz se filtra por las vidrieras generando sutilísimos matices cromáticos que contribuyen a que el interior se llene de misticismo al mismo tiempo estremecedor, solemne e inquietante.

Celibidache hace aún más grande esa arquitectura, recrea con insólita naturalidad la estructura de fuerzas internas y acentúa la experiencia sensorial de este monumento, trátese de la súplica fervososa –Kyrie–, la exaltación visionaria –Et resurrexit– o la contemplación lírica del encuentro entre lo divino y lo humano –increíblemente bello Benedictus–, bien secundado por una orquesta al borde de sus límites y por un coro, el Philharmonischer Chor de Múnich, que canta con sorprendente unción sagrada. En el cuarteto flojean un Peter Straka un tanto incómodo y un Matthias Hölle monolítico y engolado, pero Doris Soffel y, sobre todo, Margaret Price, son para caer de rodillas.

Lo dicho, una experiencia. Mística, y de las de verdad.

6 comentarios:

Rafa dijo...

Imbatible Celi, y una pena que no se interprete más el repertorio sacro de estos maestros católicos (Mozart, Schubert, el propio Bru kner...) por razones técnicas o ¿ideológicas?... Por cierto que de esta obra me llama la atención la interpretación de Colin Davis, imagino que en las antípodas.

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Pienso que la única razón del relativo olvido de este repertorio por parte de los programadores reside en el elevado coste que supone incorporar solistas vocales y coro a una orquesta sinfónica.

La grabación de Colin Davis fue la primera que tuve. Me gustaría repasarla, pero tengo que escoger entre hacer eso o escuchar algunas de las novedades discográficas que tengo pendientes hace bastante. Y mi tiempo, como el de todo el mundo, es limitado.

Rafa dijo...

Pues sí, fíjate que eran obras muy apreciadas por el rojísimo Abbado...

Julio César Celedón dijo...

Hace poco me acabo de descargar esta misa y las sinfonías de la 3 a la 9 con Celi. Conocía parcialmente sus interpretaciones de Bruckner, pero nunca le había entrado "de lleno" por aquello de no considerarme apto para saber apreciar sus a veces indigeribles propuestas. Me he llevado gratas sorpresas y mas con esta misa y la séptima sinfonía. También tengo las obras sacras (misas, Te Deum, Salmos etc.) con Jochum, aunque aún no las he escuchado. No sé allá, pero de este lado del charco es una lástima que no se tenga subestimado a un genial compositor como lo es Bruckner.

Julio Salvador Belda Vaguer dijo...

Escuchar la música de Bruckner me produce cada día más y más satisfacción. Inagotable la cantidad de sensaciones que se pueden descubrir en todas y cada una de las interpretaciones que se escuchen. Gracias Fernando.
PD: Celi es otro mundo. :-)

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Julio César, aquí en España hay personas que aún dudan de la categoría de Bruckner. Un antiguo crítico de Diario de Sevilla, que ya no colabora en ese medio, escribió algo así como que era un compositor de ostinatos interminables para sensibilidades filonazis. A mí me parece un genio. Bruckner, quiero decir.

Julio Salvador, Celi es siempre único, para lo genial y también para lo discutible, todo hay que decirlo. En cualquier caso, conservo los tres conciertos que le escuché en el Maestranza com algo muy especial en mi trayectoria de melómano. Partularmente su inalcanzable Quinta de Tchaikovsky.

Gracias por intercambiar vuestras impresiones.

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