martes, 5 de septiembre de 2017

Rachmaninov por Volodos: mejor solo que mal acompañado

Contaba Arcadi Volodos veintisiete años cuando ofreció, en junio de 1999, este Concierto para piano nº 3 de Rachmaninov junto a la Filarmónica de Berlín registrado en vivo –toma sonora mejorable, incluso en SACD– por Sony Classical. Se comprende que el público de la Philharmonia reaccionara enloquecido al terminar, pues la exhibición de virtuosismo del pianista ruso es colosal: sus dedos no solo resuelven con asombrosa agilidad los más complejos recovecos de la tremenda partitura, sino que además son capaces de desplegar toda suerte de colores y texturas regulando el sonido a placer. Ahora bien, me parece que desde el punto de vista expresivo las cosas se pueden hacer de otra manera.

Sí, es verdad que en su momento disco me gustó bastante, pero ahora que he podido madurar me doy cuenta de hasta qué punto Volodos queda por debajo de las maravillas que con esta partitura han hecho gente como Gavrilov, Potsnikova, Kissin y, sobre todo, Vladimir Ashkenazy. Aun sin ser su toque mecánico ni –menos aún– machacón, su lectura resulta mayormente aséptica e inexpresiva, ajena a esa particular muestra de cantabilidad, nostalgia, sensualidad y decadentismo bien entendido que caracterizan este universo sonoro, llegando a convencer únicamente algunos pasajes del segundo movimiento –otros caen en el mero mecanicismo– y el tramo final, dicho con apreciable entusiasmo.


Buena parte de la responsabilidad de este fracaso recae sobre la batuta de un James Levine al que aquí no se puede acusar de vulgar ni de hortera, pero sí de mostrarse lineal, rutinario e indiferente en lo expresivo, muy ajeno al lenguaje del compositor y poco interesado en el análisis de los planos sonoros que tiene por delante; la formidable orquesta toca sola, a veces con solistas de primera, pero el conjunto solo funciona en determinadas frases del Adagio y en el muy encendido final, coincidiendo de manera significativa con los mejores momentos del solista.

Que a este último no le falta talento queda bien claro en los complementos, grabados en el estudio Teldec –aquí la toma sí que es formidable– en enero del año siguiente: transcripción del Andante de la Sonata para violonchelo y piano, Serenata de las Morceaux de fantaisie op. 3 nº 5, Romanza de las Morceaux de salon op. 10 nº 6, Preludio op, 32 nº 6, Preludio en Re menor op. post. y Étude-tableaux op. 33 nº 6 (9) del mismo autor. Curiosamente, es en las piezas más "románticas" en las que menos comprometido se muestra, al tiempo que acierta por completo en aquellas que son más esenciales y desmaterializadas, a las que sabe dotar de un extraordinario vuelo poético que anticipa al de su portentoso disco Mompou aquí comentado.

4 comentarios:

Rafa dijo...

Lo oiremos con detención. Yo ahora lo escucho de manos de Jorge Luis Prats, para mí otra de las reliquias vivientes del piano.

Cristian Muñoz Levill dijo...

Estimado Fernando:

¿Cuál es la grabación de Ashkenazy a la que haces referencia (con Ormandy, Previn o Fistoulari)?
Asimismo, aprovecho de preguntar tu opinión sobre la grabación de la Argerich con Chailly (1982).

Saludos!

kapsweiss2016 dijo...

Pudo escuchar el nuevo disco de Volodos dedicado a Brahms.?

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

La grabación con Fistoulari me gusta, pero me parece que Ashnekazy dio mucho más de sí con Ashenazy, y más aún con Ormandy y con Haitink, aunque la dirección de estos dos no me gusta tantísimo como la de Previn, que me parece la labor de batuta de referencia. La de la Argerich hace mucho que no la escucho y no tengo notas sobre ella.

Lamento no haber escuchado el nuevo disco Volodos. Estos días intento quitarme de encima diferentes labores que tenía pendientes y reincorporanme al trabajo. Las entradas que irán saliendo están todas programadas con anterioridad.

Un cordial saludo.

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