Prosigue con los Wesendonck Lieder, y aquí sí que hay algo de lo más estimulante: la voz suntuosa de Nina Stemme, que tanto recuerda a las más gloriosas sopranos wagnerianas del pasado. Interpretativamente, aun sin sir el colmo de la emotividad, la sueca se muestra muy centrada y expresiva, pero aquí de nuevo hay que lamentar la apatía de un Jansons que incluso llega a mostrarse inaceptablemente blando en "Im Treibhaus".
Primera de Brahms para terminar. De nuevo envoltorio de lujo, es decir, una Filarmónica de Viena ideal para la obra, para una interpretación tan correcta como rutinaria que arranca con una introducción por completo plana, lineal y desganada para luego desarrollar un primer movimiento con el piloto automático puesto. Mejora algo el segundo por la naturalidad del fraseo, sin que la poesía termina de brotar en ningún momento: nada de sensualidad, ni de sabor agridulce, ni de espíritu brahmsiano. El tercero está bien, beneficiándose de excelentes intervenciones por partes de las gloriosas maderas vienesas. El cuarto resulta vistoso –por momento un punto decibélico, de lo que da buena cuenta la magnífica toma sonora– y ofrece energía, sin lograr ocultar su superficialidad.
¿Disco recomendable? Creo que no.
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