jueves, 8 de junio de 2017

Dos Réquiem de Mozart con la Filarmónica de Berlín: Karajan y Muti

Morbazo: dos versiones del Réquiem de Wolfgang Amadeus Mozart (versión Süssmayr, por descontado) con la Filarmónica de Berlín, registradas ambas en la Philharmonie de la capital alemana, con dos directores tan emblemáticos a su frente como Herbert von Karajan y Riccardo Muti. Tanto en lo sonoro como en lo expresivo hay importantes puntos en común entre ellas, pero lo cierto es que las diferencias son considerables. Y gana el de Salzburgo, señoras y señores.

 
La de Karajan fue registrada en 1975 por los ingenieros de Deutsche Grammophon. Ya pueden imaginar que los efectivos congregados son enormes, las sonoridades opulentas, hay alguna caída en la blandura –el arranque mismo– y el maestro extrema los contrastes entre volúmenes sonoros. En todo momento queda en evidencia su deseo de epatar al personal hasta el punto del disparate estilístico (¡tremendos calderones al final del Kyrie o el Lachrimosa!) y de acercarnos a territorios antes brucknerianos que mozartianos. Sin embargo, es difícil resistirse ante la cantabilidad de su fraseo, ante lo maravillosamente trazadas que están las fugas, ante el derroche de belleza sonora, ante la fuerza expresiva general que emana de la batuta, por no hablar de su perfecta sintonía con el espíritu teatral, léase operístico, que caracteriza a las partes compuestas por Süssmayr. Cuarteto vocal de gran nivel en el que solo flaquea un poco el tenor Werner Krenn; magníficos Tomowa-Sintow, Baltsa y Van Dam.


En principio el concepto de Muti no difiere mucho del de la versión de Karajan, es decir, sonoridades poderosas y musculadas al servicio de un concepto eminentemente operístico donde la ampulosidad, la atmósfera un punto gótica y la seducción a través de la belleza formal se imponen por encima de otras consideraciones. Pero podríamos pensar, conociendo a ambos directores, que con Muti el Réquiem sonaría menos refinado y con más empuje, más sincero y más directo al grano. Pues no, todo lo contrario: al italiano sí que se le va la mano suavizando aristas y ablandando el fraseo, y aunque hay momentos de enorme garra –Sanctus– donde sí encontramos al Muti enorme director teatral, la impresión global es que esta interpretación resulta no ya otoñal sino mortecina, flácida incluso –decepcionantes las fugas del Kyrie o el Quam olim Abrahae–, equivocadamente ensoñada y no poco insincera, por muy bellas que resulten las sonoridades de la Filarmónica de Berlín, del Coro de la Radio de Suecia y el Córo de Cámara de Estocolmo. El cuarteto contribuye aún más a desequilibrar los resultados, y si Waltraud Meier está excelsa y James Morris cumple aun con su voz en exceso cavernosa, Patricia Pace –una auténtica soubrette– puede hacer poca cosa con su vocecita del montón y su expresividad insulsa, por no hablar de ese camelo de tenor que se llamó Frank Lopardo.

Ah, he podido escuchar ambos discos en SACD. El de Karajan suena increíblemente bien. El de Muti, un poco menos.

4 comentarios:

Cristian Muñoz Levill dijo...

Estimado Fernando: ¿cuáles serían sus versiones predilectas?

Fernando López Vargas-Machuca dijo...

Le confieso, Cristian, que la discografía de esta obra es una asignatura pendiente para mí. Me aseguran Ángel Carrascosa y Jesús Trujillo que la mejor versión de todas es la de Karl Böhm en vídeo, con la Sinfónica de Viena, pero hace muchos años que no la escucho. He de repasarla. De las quince que ahora mismo tengo comentadas en mi bloc de notas personal, la que tengo mejor puntuada es la de Barenboim con la English Chamber, y la peores las de Hogwood, Currentzis y Norrington (esta última en vídeo). Me gusta mucho la de Giulini en Sony, que tengo comentada en este mismo blog. Lamento haberle servido de poco. Saludos cordiales.

Cristian Muñoz Levill dijo...

Comparto el pendiente. Al igual que Ángel y Jesús, concuerdo en que la mejor versión que conozco es la de Böhm en video (que, por suerte, está íntegra en youtube). Sin embargo, en disco la historia es diferente, en donde abundan versiones con notables altos, pero incapaces de mantener tal calidad a lo largo de toda la obra (Marriner, Karajan, Walter e incluso las dos versiones grabadas por el mismo Böhm el 56 y el 71).

Sin perjuicio de lo anterior, y a modo de cierre, sólo queda especular cómo habría sido una versión de Klemperer: supongo que al Confutatis le vendría excelente su mala leche.

Un abrazo desde Chile.

bruckner13 dijo...

La de Böhm en vídeo tiene un importante garbanzo negro: Peter Schreier. No soporto la voz de este tenor, es algo superior a mí. También estropea la perfección de la grabación de la ópera Capriccio de Strauss en la grabación de Böhm. Imaginad que Wunderlich hubiera vivido para participar en esta filmación y en la grabación de Capriccio. Lo que pudo ser y no fue. :(

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