Morbazo: dos versiones del Réquiem de Wolfgang Amadeus Mozart (versión
Süssmayr, por descontado) con la Filarmónica de Berlín, registradas ambas en la Philharmonie de la capital alemana, con dos directores tan emblemáticos a su frente como Herbert von Karajan y Riccardo Muti. Tanto en lo sonoro como en lo expresivo hay importantes puntos en común entre ellas, pero lo cierto es que las diferencias son considerables. Y gana el de Salzburgo, señoras y señores.
La de Karajan fue registrada en 1975 por los ingenieros de Deutsche Grammophon. Ya pueden imaginar que los efectivos congregados son
enormes, las sonoridades opulentas, hay alguna caída en la
blandura –el arranque mismo– y el maestro extrema los
contrastes entre volúmenes sonoros. En todo momento queda en evidencia su deseo
de epatar al personal hasta el punto del disparate estilístico (¡tremendos
calderones al final del Kyrie o el Lachrimosa!) y de acercarnos a territorios
antes brucknerianos que mozartianos. Sin embargo, es difícil resistirse ante
la cantabilidad de su fraseo, ante lo maravillosamente trazadas que están las
fugas, ante el derroche de belleza sonora, ante la fuerza expresiva general que
emana de la batuta, por no hablar de su perfecta sintonía con el espíritu
teatral, léase operístico, que caracteriza a las partes compuestas por
Süssmayr. Cuarteto vocal de gran nivel en el que solo flaquea un poco el tenor Werner
Krenn; magníficos Tomowa-Sintow, Baltsa y Van Dam.
En principio el concepto de Muti no difiere
mucho del de la versión de Karajan, es decir, sonoridades poderosas y musculadas
al servicio de un concepto eminentemente operístico donde la ampulosidad, la
atmósfera un punto gótica y la seducción a través de la belleza formal se
imponen por encima de otras consideraciones. Pero podríamos pensar, conociendo a
ambos directores, que con Muti el Réquiem sonaría menos refinado y con más
empuje, más sincero y más directo al grano. Pues no, todo lo contrario: al
italiano sí que se le va la mano suavizando aristas y ablandando el fraseo, y
aunque hay momentos de enorme garra –Sanctus– donde sí encontramos al Muti
enorme director teatral, la impresión global es que esta interpretación resulta
no ya otoñal sino mortecina, flácida incluso –decepcionantes las fugas del Kyrie
o el Quam olim Abrahae–, equivocadamente ensoñada y no poco insincera, por muy
bellas que resulten las sonoridades de la Filarmónica de Berlín, del Coro de la
Radio de Suecia y el Córo de Cámara de Estocolmo. El cuarteto contribuye aún más
a desequilibrar los resultados, y si Waltraud Meier está excelsa y James Morris
cumple aun con su voz en exceso cavernosa, Patricia Pace –una auténtica
soubrette– puede hacer poca cosa con su vocecita del montón y su expresividad insulsa,
por no hablar de ese camelo de tenor que se llamó Frank
Lopardo.
Ah, he podido escuchar ambos discos en SACD. El de Karajan suena increíblemente bien. El de Muti, un poco menos.
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
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4 comentarios:
Estimado Fernando: ¿cuáles serían sus versiones predilectas?
Le confieso, Cristian, que la discografía de esta obra es una asignatura pendiente para mí. Me aseguran Ángel Carrascosa y Jesús Trujillo que la mejor versión de todas es la de Karl Böhm en vídeo, con la Sinfónica de Viena, pero hace muchos años que no la escucho. He de repasarla. De las quince que ahora mismo tengo comentadas en mi bloc de notas personal, la que tengo mejor puntuada es la de Barenboim con la English Chamber, y la peores las de Hogwood, Currentzis y Norrington (esta última en vídeo). Me gusta mucho la de Giulini en Sony, que tengo comentada en este mismo blog. Lamento haberle servido de poco. Saludos cordiales.
Comparto el pendiente. Al igual que Ángel y Jesús, concuerdo en que la mejor versión que conozco es la de Böhm en video (que, por suerte, está íntegra en youtube). Sin embargo, en disco la historia es diferente, en donde abundan versiones con notables altos, pero incapaces de mantener tal calidad a lo largo de toda la obra (Marriner, Karajan, Walter e incluso las dos versiones grabadas por el mismo Böhm el 56 y el 71).
Sin perjuicio de lo anterior, y a modo de cierre, sólo queda especular cómo habría sido una versión de Klemperer: supongo que al Confutatis le vendría excelente su mala leche.
Un abrazo desde Chile.
La de Böhm en vídeo tiene un importante garbanzo negro: Peter Schreier. No soporto la voz de este tenor, es algo superior a mí. También estropea la perfección de la grabación de la ópera Capriccio de Strauss en la grabación de Böhm. Imaginad que Wunderlich hubiera vivido para participar en esta filmación y en la grabación de Capriccio. Lo que pudo ser y no fue. :(
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