Esta primera Quinta de Mahler por Tennstedt –luego vendrían cinco más, todas ellas en vivo– se aparta de las propuestas más personales de otros directores, ofreciendo una síntesis de los diferentes enfoques posibles –hay dramatismo, voluptuosidad, ensoñación y capacidad analítica, todo ello en su punto justo–, pero siempre anteponiendo la elegancia, la calidez y el vuelo poético frente a otras consideraciones más o menos inquietantes. En este sentido, el tercer movimiento puede resultar –sobre todo en su arranque– algo más amable de la cuenta, como también le ocurre a un quinto luminoso y sin arrebatos. El Adagietto, por su parte, destaca por un sereno humanismo que sabe alejarse de lo en exceso decadente sin renunciar a recrearse en la sensualidad de la página. A la postre, lo menos convincente es la actuación de una London Philharmonic sin duda notable, pero con metales no muy allá.
El Adagio de la Décima recibe, por su parte, una cálida, emocionante y profundamente humana interpretación; no diré que plácida, tampoco contemplativa ni espiritual, pero desde luego alejada de tensiones extremas y de visceralidades expresionistas. El trazo flexible, cantable y emotivo del maestro, que trabaja los planos sonoros con admirable plasticidad y conduce la arquitectura con naturalidad, una fluidez y una lógica por completo convincentes, siempre haciendo gala de una gran belleza sonora, termina imponiéndose en su propuesta.
3 comentarios:
Tennsted siempre da la talla... Nos debes una comparativa de la "Titán", con mahlerianos tan anómalos e inspirados como Boult, Leinsdorf, Muti o Mackerras.
Saludos,
Rafa
Mucho me temo que no podré atender semejantes cuestiones. Las exiugencias de mi vida laboral ponen en entredicho la propia continuidad de este blog. Sacar una entrada cada dos o tres días ya me resulta dificilísimo.
Pues bien que lo lamento, Fernando. Espero que la cosa se amaine, y al menos puedas publicar entradas monográficas, si es que no vastas comparativas. Las necesitamos como agua de mayo.
Abrazos,
Rafa
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