"Muy buena toma sonora en vivo –realizada en una sola noche y sin correcciones, y por ello acusando algún fallo de ejecución– que recoge de modo fidedigno el Mozart de Gardiner, seco y adusto como pocos, recortado en el fraseo, por completo alejado de la emotividad lírica, de la sensualidad y de la hondura humanística, pero al mismo tiempo lleno de electricidad controlada, vibrante y de implacable sentido dramático, entendiendo por esto tanto la presencia de elementos lacerantes como la referencia al mundo de lo operístico tan presente en el último Mozart sinfónico. Únicamente las ornamentaciones del trío en el Menuetto –incisivo y rústico mucho antes que risueño, eso desde luego– pone una nota de color en esta lectura cincelada en severo granito neoclásico."De nota le puse un 8 sobre 10: me interesó bastante la aproximación y el resultado musical, aun lejos de parecerme el ideal, me gustó. Pues bien, acabo de escuchar la nº 41 y me ha hecho mucha menos gracia. Le podría un 6,5 o un 7. ¿Tanta diferencia hay? Creo que no. De hecho, todo lo arriba escrito es aplicable a esta Júpiter, con la excepción de las ornamentaciones en el Menuetto y de los fallos de ejecución: ahora no hay ni lo uno ni lo otro. ¿Entonces? Quizá la culpa sea mía, que me he escuchado hace poco a unos tales Otto Klemperer y Daniel Barenboim en esta misma página. O tal vez sea que la hondura de la genial KV 551 no casa bien con las maneras de hacer de Sir John. Lo cierto es que este me ha parecido un Mozart no ya severo, adusto y poco amigo de la galantería rococó, lo que está muy bien –el citado Klemperer y George Szell, por citar dos casos significativos, eran unos verdaderos maestros a la hora de ofrecer un enfoque semejante–, sino excesivamente seco, rígido, mecánico y sin alma. Que en el clímax del Andante cantabile Gardiner se decida, por fin, a ofrecer acentos más o menos dolientes, o que en el movimiento final haya un considerable despliegue de energía, sirve de poco en medio de la frialdad generalizada. Este es un Mozart sin corazón.
Claro que no es eso lo que más me ha llamado la atención, porque las maneras de hacer de este señor ya me las conocía, sino una muy seria cuestión técnica: hay muchas líneas en las maderas que se escuchan menos de lo que debieran o, sencillamente, apenas se escuchan, con la subsiguiente pérdida del tejido polifónico aquí fundamental. Mosqueado por el asunto, he acudido a mi estantería y he vuelto a escuchar parte de la interpretación grabada para Philips allá por 1986: segundo movimiento completo –ahí es donde eché la claridad más en falta– y fragmentos de los otros tres. La audición ha sido reveladora: no solo ahí sí que se escucha el entramado de las maderas con un correcto equilibrio de planos, sino que además la orquesta suena bastante menos ácida, el fraseo no es tan recortado y el vuelo lírico no se encuentra tan ausente como en la interpretación de 2006. Sencillamente, con el tiempo Gardiner se ha vuelto más radical en sus planteamientos sonoros y más gélido aún en lo expresivo. Y más descuidado en lo técnico. Así de simple.
4 comentarios:
Yo creo recordar que le escuché en Valencia las 39, 40 y no sé si la 41. ¿Puede alguien imaginarse que uno se puede aburrir con Mozart?
A mí me da igual posturas distantes como las de Krips o Szell. Pero, en estos casos, Mozart está vivo.
El Mozart de Gardiner es de los más grandes de la historia del disco. Se sitúa a la altura de Furtwangler, Klemperer o Harnoncourt, y desde luego es superior a Barenboim.
O bien usted no entiende la verdadera gracia y nervio de su enfoque o, simplemente, su estilo no encaja en su gusto personal.
La sana discrepancia. :-)
Un saludo.
Evidentemente, querido anónimo, el estilo de Gardiner no encaja con mi gusto personal. Ni el de Barenboim con el de usted.
Bruno, me temo que estoy de acuerdo con usted.
Gracias a los dos por las aportaciones. Un saludo.
Fernando, ¿qué opinas de la integral de Leinsdorf? ¿Y Böhm? ¿Y Mackerras?
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