Hay dos complementos. Uno, la Meditación de Thaïs de Massenet registrada en diciembre de 1966: interpretación sobria, esencial y despojada, de fraseo muy concentrado y belleza depuradísima, en la que merece un fuerte aplauso el violín de Stephen Staryck. El otro, la obertura de Le Roy d'Ys de Lalo –grabación de mayo de 1967–, página de mucho interés que Martinon recrea con verdadera magia en su introducción para luego desplegar electricidad, fuerza dramática y brillantez –con eso tiene mucho que ver la orquesta– en grandes dosis. Probablemente, lo mejor del disco.
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
miércoles, 11 de mayo de 2016
Bizet por Martinon: sensualidad y melancolía
Como he hablado no hace mucho de las suites de La Arlesiana de Bizet a cargo de André Cluytens, traigo ahora la interpretación grabada por Jean Martinon y la Sinfónica de Chicago en abril de 1967, editada en un vinilo cuyo contenido se incluye en una caja editada por RCA con todas las grabaciones realizadas por el maestro de Lyon junto a la formación norteamericana en la etapa en la que fue titular de la misma.
Aun sin entusiasmarme como lo ha hecho la de Cluytens, me ha gustado mucho: con un perfecto estilo francés,
y por eso mismo alejado del excesivo pathos sin que esto signifique indiferencia expresiva, el maestro construye interpretaciones
marcadas por la sensualidad, la delicadeza bien entendida, la ternura y, sobre
todo, la melancolía. Quien ante todo busque luminosidad, sabor popular y frescura
posiblemente quedará algo decepcionado –al Preludio le
falta electricidad–, pero también descubrirá el
lado más intimista y poético del autor. La orquesta, a la que la batuta hace
sonar con un punto aéreo muy adecuado sin perder su característica
brillantez, realiza una labor formidable, mereciendo especial mención flauta y
arpa en un Menuetto delicioso. La toma sonora ofrece relieve y buena
definición tímbrica, perdiendo un poco en los tutti, algo saturados y sin
suficiente gama dinámica.
Hay dos complementos. Uno, la Meditación de Thaïs de Massenet registrada en diciembre de 1966: interpretación sobria, esencial y despojada, de fraseo muy concentrado y belleza depuradísima, en la que merece un fuerte aplauso el violín de Stephen Staryck. El otro, la obertura de Le Roy d'Ys de Lalo –grabación de mayo de 1967–, página de mucho interés que Martinon recrea con verdadera magia en su introducción para luego desplegar electricidad, fuerza dramática y brillantez –con eso tiene mucho que ver la orquesta– en grandes dosis. Probablemente, lo mejor del disco.
Hay dos complementos. Uno, la Meditación de Thaïs de Massenet registrada en diciembre de 1966: interpretación sobria, esencial y despojada, de fraseo muy concentrado y belleza depuradísima, en la que merece un fuerte aplauso el violín de Stephen Staryck. El otro, la obertura de Le Roy d'Ys de Lalo –grabación de mayo de 1967–, página de mucho interés que Martinon recrea con verdadera magia en su introducción para luego desplegar electricidad, fuerza dramática y brillantez –con eso tiene mucho que ver la orquesta– en grandes dosis. Probablemente, lo mejor del disco.
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