Es la Sinfonía del Nuevo Mundo lo primero que escucho del ciclo Dvorák con Jirí Belohlávek y la Filarmónica Checa. Esperaba una interpretación poco romántica, y acerté: sonoridad más bien rústica, nada opulenta, incluso un punto seca, sin interés alguno por llegar al oyente por la vía fácil del hedonismo, y sin uno solo de esos portamentos del primer movimiento que ayer citaba al comentar la filmación de Daniel Harding.
Pero también esperaba una lectura ágil, fresca, luminosa, espontánea en el fraseo e impregnada de sabor folclórico, y aquí me equivoqué por completo. Ha resultado ser todo lo contrario: lenta, densa, muy sombría, melancólica pero no dulce, sino impregnada por un fuerte regusto amargo, y rematada por un cuarto movimiento en absoluto épico, sino profundamente trágico. Me ha recordado no poco a mi versión favorita, la de Karl Böhm, aunque el envoltorio sonoro sea aquí muy diferente. Por lo demás, Belohlávek desmenuza de manera admirable cada una de las líneas de la partitura y frasea con flexibilidad y holgura, sin dejar de cantar de manera emotiva las maravillosas melodías de la obra.
En el lado negativo, cierta falta de impulso en algunos momentos –se detectan ligeros altibajos en el discurso– que puede hacer que para algunos paladares la interpretación resulte algo pesada. Quien busque vigor rítmico, jovialidad, grandeza y carácter triunfal, se sentirá muy decepcionado ante esta interpretación. A mí me ha parecido magnífica y de inmediato la coloco entre mis preferidas, aunque no me olvido de diferentes manera de enfocar la obra. Por ejemplo, las de Fricsay y Giulini de las que ya he hablado por aquí. A ver si un día de estos preparo una discografía comparada.
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
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2 comentarios:
Querido Fernando, coincido contigo. Diferente pero sensacional. Un abrazo.
Me creo recordar que una interpretación de Kondracgin con la misma orquesta de Bohm también era bastante negra. Como la extraña de Klemperer.
Son curiosos los casos de esta sinfonía y los de las quintas de Chaikoski y Chostakovicht cuyos últimos tiempos me suenan más convincentes si son pesimistas.
Un poco al revés de la sexta de Mahler cuyo último tiempo suena más desesperanzado si se agudiza una interpretación un poco banal de sus marchas ansiosas y "optimistas", marcando la inevitable derrota. (Ahora hay mucha tendencia a atenuarlo)
Parece que los compositores se centran más en los primeros tiempos y tienen otro tipo de dificultades en los últimos.
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