Orquesta Sinfónica/Rudolf Barshai.Melodiya MEL CD 10 02228
306’03’’
Sémele***
El resultado no se puede decir que sea precisamente el ideal para quienes se acercan por primera vez a este pilar de la Historia de la Música, pero su interés histórico es innegable por darnos a conocer cómo en la Unión Soviética se hacía un Beethoven muy alejado de la gran tradición centroeuropea, con todo lo que ésta suponía en lo referente a densidad, carácter orgánico de la arquitectura y sentido trascendente, aunque alejado también de la renovación anticipadora del historicismo –tempi veloces, agilidad en la articulación– que proponía René Leibowitz en su hoy olvidada integral para Reader’s Digest.
En realidad, el de Barshai es un Beethoven que hasta cierto punto podría encajarse, no sin problemas, en la línea que va desde Toscanini hasta Harnoncourt y Gardiner, por su manera de poner el carácter férreo del ritmo por encima de la melodía, por su tensión electrizante, por su rusticidad sonora y por su perfil en gran medida combativo bien evidente no solo por la potencia expresiva que inyecta a los movimientos extremos, sino también por el protagonismo que adquieren unos metales no poco ásperos y unos timbales que a veces parecen aporreados sin piedad; cantabilidad, sensualidad y humanismo se quedan, como con los directores citados, por el camino, lo que no le impide a Barshai descollar en una magnífica Quinta, sin duda lo mejor de este ciclo.
En referencia a la grabación de la Heroica aquí incluida, dijo Dmitri Shostakovich que “no se escuchaba un Beethoven así desde Otto Klemperer”. Afirmación exagerada en lo que a la calidad artística se refiere, pero certera en tanto que en las realizaciones de Barshai hay también algunas concomitancias con el ciclo del maestro de Breslau, no tanto por la lentitud de algunas de las propuestas –en la Séptima, dilatadísima, la tensión se le viene abajo, cosa que no le ocurría a Herr Otto– como por el carácter agrio de su sentido del humor, su distanciamiento expresivo y, sobre todo, su manera de atender a todas y cada una de las líneas melódicas del entramado orquestal, expuestas con claridad pasmosa; ahora bien, nada hay en Barshai de la hondura, el pathos ni la reflexión humanística de Klemperer, por muy antirromántico que éste fuera. Ni de su absoluta perfección técnica, desde luego. Lo dicho: un Beethoven de interés más histórico que artístico.
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Artículo publicado en el número de marzo de 2015 de la revista Ritmo.
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