sábado, 24 de enero de 2015

Ravel por Boulez en Nueva York

Conociendo poco del Ravel que grabó Pierre Boulez en los años sesenta y setenta para CBS, he escuchado con interés un disco que ha llegado a mis manos con recreaciones de La Valse, el ballet Mi madre la oca –no la suite, más frecuente– y el Menuet Antique. El maestro francés lo grabó al frente de la Filarmónica de Nueva York los días 23 y 24 de febrero de 1974.

Boulez Ravel New York

Ya en un arranque de La Valse recreado de manera particularmente inquietante se anuncia que no se va a poder hablar aquí de ese Boulez objetivo y distanciado que todos tenemos en mente; antes al contrario, vamos a encontrarnos con una lectura singular, muy creativa, a veces parsimoniosa e incluso algo rebuscada en el fraseo, pero en cualquier caso cargada de fuerza, en la que el autor de El martillo sin dueño demuestra un gran dominio de la agógica –eso no es siempre habitual en él– y una gran claridad –esto sí, claro–, además de un apreciable sentido de las texturas. Lo interesante es que todas estas virtudes las pone al servicio de una visión siniestra y retorcida de la obra que termina siendo bastante atractiva.

De Mi madre la oca conocía su registro con la Filarmónica de Berlín de 1993 para Deutsche Grammophon.  Las virtudes de aquél son enormes: claridad absoluta, perfecta arquitectura, pinceles difuminados de manera no excesiva, alejamiento de lo decadente, una asombrosa depuración sonora y esa particular elegancia típicamente francesa. Pero allí sí que se detectaba –he vuelto a escucharlo para asegurarme– una cierta frialdad que en este más antiguo, ligeramente más rápido, no aparece: en el registro neoyorquino están más desarrollados el sentido teatral, la comunicatividad e incluso la poesía, aunque los resultados disten de la genialidad absoluta que, con unos parámetros expresivos muy diferentes, alcanzó en la suite –el ballet no llegó a grabarlo– Carlo Maria Giulini en los últimos años de su carrera.

El Minueto antiguo, finalmente, conoce una lectura pausada antes que efervescente en la que, sin desdeñar la elegancia introvertida típicamente raveliana, Boulez decide lanzarse sobre los atrevimientos tímbricos y el humor socarrón que aquí ofrece el compositor, apuntando incluso a la atmósfera enrarecida de la recreación de La Valse que abría el disco. La Filarmónica de Nueva York realiza un trabajo francamente bueno, y demuestra estar en mejor forma que con Leonard Bernstein en la década anterior.

Aparte de las diferentes ediciones en compacto que ha conocido este registro, existe un SACD editado por Sony Classical que recupera la toma cuadrafónica original, al parecer con esa tendencia a rodear al oyente de la manera más espectacular posible que le gustaba tanto a la CBS con este sistema. Por desgracia, lo que ha llegado a mis manos es una copia de ese SACD que, por algún problema técnico de las conexiones entre mi lector y mi receptor, he tenido que escuchar en estéreo normal. Eso sí, suena francamente bien.

PS (24/12/2016). He escuchado por fin este disco en formato cuadrafónico. Mejora de manera considerable en claridad y ofrece detalles espectaculares –las fanfarrias de Mi madre la oca, por ejemplo–, pero que parte del metal y de la percusión suenen a los lados del espectador no resulta hoy de recibo.

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