En este mundo en crisis donde cada uno va exclusivamente a lo suyo y la generosidad parece reservada a los anuncios de lotería, todavía hay gente capaz de darlo todo por quienes más lo necesitan. Por ejemplo AFANAS Jerez, la asociación que en mi ciudad lleva cincuenta años promoviendo la integración de los discapacitados intelectuales. O el tenor Ismael Jordi, que actuó ayer en un recital pensado para recaudar fondos para la entidad citada. De algunos melómanos jerezanos no se puede decir lo mismo: el Villamarta presentaba un aspecto desolador, teniendo en cuenta la bondad humana de la propuesta y la calidad artística de la misma. ¡Qué pena!
Se abrió la velada con el Ave María de Schubert y el Adestes Fideles. Sirvieron para calentar la voz y poner la nota navideña, nada más. En el Cantique de Nöel de Adam, sin embargo, Ismael Jordi empezó a demostrar por qué el repertorio francés es claramente lo suyo: el refinamiento y la elegancia íntima de su canto son ideales para la lírica del país vecino. En el Lamento de Federico de Cilea –una música que siempre me ha resultado acongojante– mi paisano tiene aún que pulir algunas frases, porque en lo técnico se quedó lejos de la perfección absoluta de su maestro Kraus; en lo expresivo, la emoción más honda brotó todo el tiempo de sus labios.
Tras un Torna a Surriento muy aplaudido por el respetable, Ismael nos hizo disfrutar de lo lindo con tres canciones de El cantor de México, el musical que –con toda justicia, circula una filmación por ahí– triunfó en el Chatelet ya hace algún tiempo; sin la espectacularidad de la orquesta, acompañado solo por el pianista jerezano José Miguel Román, ofreció recreaciones íntimas y sensuales, ricas en morbidez, en difuminados y en medias voces, todo ello sin recrearse en exceso en los alardes de fiato u otros exhibicionismos. Creo que todos nos fuimos encantados al intermedio.
La segunda parte se abrió con el “Vivi tu” de Anna Bolena, la ópera de Donizetti con que debutó en el Covent Garden este verano junto a la mismísima Joyce di Donato: la cantó con clase, estilo y distinción, pero aquí vocalmente hubo algunos escollos que empañaron los resultados.
A partir de ese momento, ya en canción y zarzuela, Ismael estuvo siempre admirable: Morucha, Adiós Granada, Bella enamorada, Tengo nostalgia de ti, El árbol del olvido, Por el humo… y No puede ser le dieron la oportunidad de lucir la belleza de su timbre, el refinamiento de su legato,la sensibilidad de sus reguladores y la entrega expresiva que, siempre dentro de un estilo más acariciador que brillante –en la antípoda, para entendernos, de un Jorge de León– caracterizan a Ismael Jordi en sus mejores noches. La de ayer viernes 5 se cerró con la inevitable Furtiva lágrima y con una entrañable actuación “flamenca” de un grupito de discapacitados que nos recordaron que todavía existen la buena voluntad y el deseo de superarse a uno mismo. Enhorabuena a todos.
1 comentario:
Disculpa pero el papel con el que debutó (lo vi, ahí estuve) fue el de Roberto de "Maria Stuarda", con Joyce DiDonato. No la imagino de Ana Bolena.Saludos.
Leonor.
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