“¿Es que está la Reina?”, se me ocurrió preguntar. “Sí, Sus Majestades se encuentran aquí”.
Una vez comprobado que no había material anti-borbónico escondido en mi pijama, corrí a consigna y luego al Paraíso. Estaban aún terminando el Kyrie, pero nuevo chasco: se había dado órdenes de no dejar entrar a nadie entre movimientos. Ya se sabe, por si a alguien se le ocurría hacerle una trastada a Doña Sofía y al monárquico acompañante –no era el Rey– que en esa ocasión llevara. Ya imaginan mi frustración. Desde entonces tengo clavada una espinita que no me he podido quitar. De hecho, ni siquiera he logrado escuchar una interpretación aceptable en directo de este Réquiem. No hace falta que les diga que desde entonces no me siento confortable cuando se encuentra presente Doña Sofía, circunstancia que no hizo sino agravarse después de que, en fechas muchísimo más cercanas, me diera la murga conversando en voz alta con Rita Barberá durante el Ocaso de los Dioses de Mehta.
Viene esta tontería a cuento porque la Sinfónica de Chicago ha decidido regalarnos a todos vía streaming, con motivo del bicentenario verdiano, una interpretación de la referida partitura a cargo de su flamante titular, que no es otro, como ustedes saben perfectamente, que Riccardo Muti. Lo bueno es que, además, la propia CSO la ha colgado en YouTube (o sea, visionado gratuito y legal al cien por cien) para que la podamos ver en cualquier momento. Yo no tenía idea de que la habían puesto allí, pero un amable lector me la ha hecho llegar (¡muchas gracias!), así que yo la comparto aquí para que todos ustedes también la puedan disfrutar. No sé cuando voy a tener tiempo para verla –esta semana tengo muchísimo trabajo en el instituto–, pero espero que me alivie un poquito el desagradable sabor que me dejó aquel encuentro con Su Majestad. Y cruzo los dedos a ver si en alguna ocasión puedo escuchar algo así en directo, aunque no parece probable…
6 comentarios:
Realmente hay muchos y variados motivos para criticar a la monarquía;sin necesidad de acudir a demoledores argumentos republicanos contra el acceso al poder, o a la influencia, por el hecho de nacer de un ayuntamiento concreto.
Por eso me llama más la atención su artículo y su título. Es "normal" que le obligaran a abrir la maleta ESTANDO Ud. presente. Si había una bomba, por eso. Y si no la había para que no protestara por cualquier descuido. Si Ud. va a un concierto de la Filarmónica de Israel verá agentes por todas partes. Yo los he visto incluso en el patio de butacas, de pie y mirando a la concurrencia durante todo el concierto. Y con un bulto en el sobaco. Son los tiempos.
Por otra parte sabe que en las obras que se ejecutan sin interrupción no se suele dejar una pausa. A veces sí. A mí no me gusta que dejen entrar. Y un día estuvimos el presidente Lerma y yo esperando a la segunda parte porque llegamos tarde. Acababa de salir el concertino. Y los acomodadores sabían bien quién era...él. Por cierto que lo encajó muy bien.
Hace unos años Muti la hizo en el Festival de Canarias con la Philharmonia Orchestra y el Orfeón Donostiarra. Podrías haber venido... :-))
JSR
Bruno, ciertamente el concierto ese mismo año 92 de Mehta con la Filarmónica de Israel tuvo muchas más medidas de seguridad. No me hizo ninguna gracia ver circulando por la galería alta del Maestranza a unos señores circulando durante el concierto llevando unos estuches que sin duda contenían armas de fuego.
JSR, sabes perfectamente que ir a tu tierra, además de muy caro, me resulta considerablemente complicado desde el punto de vista logístico. Y que conste que me encantaría, ya lo sabes. Sobre todo para la próxima visita de Muti/Chicago.
Fernando, fue una medida de seguridad muy "campechana". Gracias por el enlace.
Fue una medida de seguridad muy "campechana" que llenaría de orgullo y satisfacción al vigilante de seguridad que por otra parte estaría haciendo su trabajo; aunque de una forma no demasiado amable.
Muchas gracias por el enlace, me dispongo a disfrutar del concierto.
Sí, sí, los borbones son muy campechanos, ya se sabe. Y están muy en contacto con el pueblo. Sobre todo Isabel II...
Bromas aparte, no dudo que ese señor tuviera la obligación de revisar mi equipaje, porque cierto es que podía yo ser un terrorista. Vale. Lo que me molestó fue el tono que utilizó conmigo: ser guardaespaldas real parece que confiere aires de grandeza.
Además, me pasa como a Hitchcock: me da miedo la policía y, por entensión, toda la gente de seguridad ;-) Me angustia eso de que tengan poder amplísimo sobre mi persona sin que yo pueda hacer nada...
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