Hace poco un amigo de Valencia me preguntaba por qué yo no había escrito nunca críticas en la prensa local. No es del todo cierto eso, la verdad. Le contesto desde aquí contando dos historias.
A finales del anterior milenio, cuando yo trabajaba en una oficina de Jerez como auxiliar administrativo sin haber aún podido catar el mundo que realmente me gusta, que es el de la enseñanza, me dijeron que en un célebre periódico de tirada nacional estaban interesados en mí para ejercer tal labor en la edición jerezana que estaban preparando. Me pidieron que realizara un dossier de las cosas que yo había escrito en una revista digital llamada Sevilla Cultural, en la que llevaba un tiempo escribiendo –sin remuneración, of course– gracias a mi amigo Juan José Roldán. Parece que el crítico del referido periódico en Sevilla tenía que dar el visto bueno. Pasado un tiempo, este me dijo –no sé si con sinceridad– que lo que había leído le había gustado mucho. Pero nunca me llamaron. Luego me enteré que él había recomendado que no me admitiesen. ¿Por qué? La explicación que me han dado, muy plausible, no me permiten hacerla pública. Ironías del destino, el citado crítico incorporó años más tarde en su medio a un respetado colega suyo de la Universidad Hispalense, profundo ignorante de cuestiones interpretativas y plagiador descarado, dicho sea de paso, que terminó dándole la patada a él y a otros críticos de la ciudad cuando aquello del manifiesto anti-Halffter. Ah, la edición jerezana del referido periódico apenas duró dos años. Como digo, pura ironía.
Poco después, trabajando en un centro educativo de mi ciudad, propuse al diario Información Jerez escribir para ellos. Me contestaron que de acuerdo, pero sin ver ni un duro. “La música clásica no nos interesa”, me dijo el director con toda claridad. Yo por entonces escribía en Mundoclásico, y lo hacía sin cobrar, así que la propuesta me pareció que no empeoraba las cosas. Me apetecía escribir sobre el Villamarta en la prensa local. Lo hice con muchísima moderación, sabiendo para qué clase de público escribía y cómo se iba a interpretar cualquier reparo, pero aun así me gané el desprecio de la dirección del teatro y de algunos miembros del coro: solo eran admitidos los elogios desmesurados.
Pero no nos desviemos. Lo único que obtuve de este trabajo fue un viaje en tren y alojamiento en Madrid para escribir sobre el debut de Ismael Jordi en el Teatro Real cantando Così. Agradecimiento, ninguno. Y de hecho me incorporaron algún lamentable párrafo de su cosecha, que quedó vergonzosamente firmado por un servidor, cuando a uno de los espectáculos del Villamarta acudió la hermana del Rey: a mí nunca se me hubiera ocurrido firmar algo sobre los “aromas borbónicos” del teatro. En fin, al cabo de un año decidí dejar a estos lamentables señores. Las críticas volvió a escribirlas Marco Antonio Velo, experto en cuestiones taurinas y semanasanteras del referido diario. Su frase sobre el “éxtasis vocístico” (sic) al que condujo Ainhoa Arteta al público villamartino queda para el recuerdo, entre otras lindezas. Ya saben: la clásica no les interesa.
¿Vas viendo, querido Luis, cómo funcionan las cosas en la prensa local? Pues eso.
Un cajón de sastre para cosas sobre música "clásica". Discos, conciertos, audiciones comparadas, filias y fobias, maledicencias varias... Todo ello con centro en Jerez de la Frontera, aunque viajando todo lo posible. En definitiva, un blog sin ningún interés.
viernes, 12 de abril de 2013
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1 comentario:
Una vez se me ocurrio decir en un concierto de cornetas y tambores de semana santa lo mal que habia sonado una marcha. Al lado mia estaba la madre y el hermano de uno de los componentes, que no me pegaron de milagro. Desde entonces procuro estar calladito eso si a catetadas no voy.En otra ocassion se produjo el gran "debut" de una "soprano" de Huelva con pianista y todo en el salon de actos de la extinta cajahuelva. Creo que la Melba o la Foster Jenkins cantaban mejor que los desafinos y gritos que pegaba la chica. En otra ocasion me sali de un seudo concierto de musica clasica antigua que era dos colegas con una pandereta, una flauta y mucha cara dura. En fin
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