"De la música beethoeviana podrá predicarse una dialéctica profunda del dolor y de la alegría, pero ese proceso afectivo jamás perturbará el supremo orden arquitectónico, la paciente e infinitamente sabia construcción formal de sus partituras. Comprender esa tensión nos pondrá en el camino de dilucidar en qué consiste el tan traído y llevado 'dinamismo' de la obra de Beethoven. Ese concepto va mucho más allá de la simple 'fidelidad' metronómica a un tempo musical o del nivel de contraste entre bloques sonoros. No es más 'dinámica' una interpretación por el hecho de adoptar tempi objetivamente ligeros o por extremar el juego de los volúmenes. Piénsese en lo ineficaces que son esas actitudes, respectivamente, en las versiones beethovenianas de Arturo Toscanini y del actual Claudio Abbado. En cambio, un tempo aparentemente amplio -verbigracia, el adoptado por Otto Klemperer, en su grabación de la sinfonía hoy en programa- resulta paradójicamente mucho más 'dinámico', pues procede de una profunda asimilación del sentido arquitectónico, de la progresión -implacable por lo orgánica- propia del mundo sinfónico beethoveniano".
Verdaderamente no se puede explicar mejor, ¿no les parece? A los amantes del Beethoven ligero y de volúmenes extremados que se hace hoy les dedico la siguiente interpretación, a ver si se dejan de esnobismos y empiezan a pensar un poco.
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