De hecho la partitura no tiene especial inspiración melódica, pues su desarrollo se basa fundamentalmente -ya desde los títulos de crédito- en motivos breves que se van repitiendo una y otra vez con tan simples como efectivos cambios de tonalidad. La excelencia de los resultados tiene más bien que ver con los colores que extrae de la orquesta, tanto por las atmósferas siniestras que crea con su inconfundible tratamiento de la madera grave como por las inusuales combinaciones que aplica a determinados personajes o circunstancias, destacando en este sentido la secuencia del motín contra el protagonista, escrita exclusivamente para percusión, y el celebérrimo duelo con el esqueleto sonorizado con metales, xilófonos y castañuelas.
Voy a intentar dar respuesta a dos preguntas que nos hemos hecho muchos herrmanianos. La primera: ¿quién demonios dirigía la orquesta en la banda sonora original? Oficialmente, debido a una huelga de músicos, el registro se realizó en Alemania con la Orquesta Sinfónica Graunke, esto es, la Sinfónica de Múnich, dirigida por Kurt Graunke, diciéndose que el compositor no quedó en absoluto satisfecho del trabajo. Según otras fuentes fue el propio Herrmann quien dirigió más o menos de tapadillo a una orquesta inglesa reunida para la ocasión en los estudios de Shepperton. Personalmente me inclino por la segunda hipótesis: la buena calidad de la dirección, la manera de sostener la tensión interna y el modo de colorear las maderas parecen dejar claro que es el propio autor quien se encuentra sobre el podio. Que la breve selección grabada por él mismo al frente de la Filarmónica de Londres a principios de los setenta sea mucho más lenta y cuente con mayor inspiración no sirve para desmentirlo, toda vez que el mismo tratamiento aplicó Herrmann a otras partituras suyas cuando volvió a las mismas en los estudios de Decca. Les dejo dicha suite aquí por si no la conocen.
Segunda pregunta: ¿cuál de las ediciones discográficas llevar a las estanterías? Varèse Sarabande editó hace lustros un CD con el contenido del vinilo original, que por cierto vendió bastante en su momento para tratarse del género que se trataba. Fue uno de los primeros compactos que tuve en mi discoteca y lo disfruté bastante, pero la selección era breve, poco más de media hora, y el sonido estereofónico dejaba un tanto que desear. Más adelante Cloud Nine editó una selección diferente, esta vez monofónica, que solo interesaba por incorporar algunos fragmentos que no habían aparecido en el disco original. En 1998 Varèse volvía la carga encargando al compositor John Debney que dirigiera frente a la Royal Scottish National Orchestra una nueva grabación de la partitura, esta vez presuntamente completa. Lo hizo francamente bien, aunque la toma sonora no resultase todo lo excelente que podía haber sido y algunos fragmentos de la partitura quedasen fuera; pude escuchar al propio Debney confesar en una conferencia en Úbeda que el disco quedó así porque se había acabado el tiempo alquilado a los músicos. ¡Menudo cutrerío! En total se dejó grabada casi una hora de música.
Finalmente en 2009 el sello Prometheus edita un doble CD, uno de ellos con el disco original mejorado en calidad sonora frente a la edición Varèse -aunque con resultados mucho menos buenos que los estéreos que por las mismas fechas hacían Decca o RCA- y el otro con la banda sonora completa, setenta y cinco minutos nada menos, en el que se reúnen los cortes estereofónicos del otro disco con otros muchos tracks, unos en estéreo y otros monofónicos, que en su desigual calidad sonora evidencian proceder de fuentes diversas. Este doble, que he podido tomar prestado por ahí, no lo he podido escuchar hasta ahora, justo después de volver a ver la película. ¿Merece la pena? Desde luego es mejor que el antiguo CD de Varèse, por calidad sonora y extensión, y no digamos que el de Cloud Nine, pero a mi entender el registro de John Debney es preferible: entre la música que falta en él no hay nada importante, la interpretación es bastante buena y suena mucho mejor que el de 1958. La presentación del disco de Prometheus es superior, eso sí, pero las notas de Christopher Husted en el de Debney son sin duda más interesantes, entre otras cosas por indicar el material temático -por ejemplo, el tema de Bagdad- que Herrmann recicló de su etapa radiofónica en la CBS en los años treinta. Por todo lo expuesto, creo que quien ya tenga esta grabación digital no necesita el nuevo doble CD de Prometheus.
Aun diré más: quien posea el citado Blu-ray no echará en falta un disco aparte, porque la remezcla se ha hecho de manera excelente y la música se escucha con perfecta claridad, potencia y relieve integrada en la película. También se ha mejorado de manera sustancial la imagen, hasta el punto de que mi antiguo DVD podría ir a la basura si no fuera por su sugestiva portada. Si tienen reproductor de BR y una pantalla HD no lo duden, cómprese esta edición y disfrutarán como niños de una buena película, de los encantadores monstruitos de Harryhausen, de la soberbia música de Herrmann y de unos exteriores de gran belleza que se parecen muchísimo, por que será, a la Alhambra y a la costa mallorquina.
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