martes, 6 de diciembre de 2011

La ONE puede con Don Quijote

Con el programa en torno a la genial obra cervantina que ofreció el pasado fin de semana la Nacional de España, que yo pude ver en la matinal del domingo 4, Josep Pons parecía tener un fin muy concreto: demostrar que su orquesta -o sea la nuestra, la de todos los españoles- puede con una partitura tan exigente como el Don Quijote de Richard Strauss, y no solo en lo que al tutti se refiere sino también en sus solistas, violonchelo incluido. Lo consiguió. Sonó la ONE muy bien, desde luego bastante mejor que con López Cobos hace pocas semanas (enlace), lo cual demuestra que el catalán se toma los ensayos más en serio que el zamorano -de técnica este último anda sobrado: no parece esa la cuestión-. Miguel Jiménez sorteó sin problemas el virtuosismo de su parte y logró ofrecer un Alonso Quijano que, siendo un tanto plano en lo expresivo, fue lo suficientemente centrado. El violinista Mauro Rossi estuvo tan bien como suele. Y la viola Cristina Pozas, a mi entender gran triunfadora de la noche, demostró ser una artista de grandísima categoría. Espero que pronto le ofrezcan un Harold en Italia.

Me gustó la dirección de Josep Pons. Empezó un poco flácido pero poco a poco se fue calentando y ofreció una recreación bien planificada -Clavileño pocas veces lo he escuchado tan transparente-, dicha sin precipitaciones y que se mantuvo por completo ajena al efectismo para optar más bien por un enfoque introvertido que subrayó los aspectos más líricos de la genial partitura. Faltaron nervio, garra y chispa, como también hondura trágica, pero ¿quién hace hoy un Don Quijote straussiano de verdadera altura? Que yo sepa, solo Luisi y Maazel, y quizá Haitink (no sé si lo tiene en repertorio). Gente como Mehta, Ashkenazy y mi amado Barenboim no entran en la lista, a tenor de sus correspondientes registros discográficos. Conformémonos pues con el dignísimo trabajo de Pons y su orquesta.

En la segunda parte el de Puig-reig nos propuso escuchar el infrecuente Don Quijote de Roberto Gerhard (1896-1970). Fue un acierto, porque es una música interesante digna de ser conocida. Y más acierto aún ofrecer solo una selección: escuchada completa resulta -al menos en la única versión discográfica que conozco, la de Victor Pablo Pérez- un tanto pesada. La interpretación ofreció solvencia y convicción, pero fue recibida por el público con evidente frialdad.

Terminó la velada con El retablo de Maese Pedro, y aquí Pons destapó el frasco de las esencias. Este ha sido el mejor Falla de cuantos le he escuchado, e incluso tengo la impresión de que lo ha hecho aún mejor que en su registro de 1990 para Harmonia Mundi, inyectando incisividad, tensión y fuerza expresiva a su acercamiento de corte stravinskiano a una partitura que aún no sé muy bien si anda infravalorada o sobrevalorada. El tenor Gustavo Peña estuvo soberbio como Maese Pedro, el joven y aún por madurar Joan Martín-Royo mostró muy buenas maneras y, finalmente, la tinerfeña Raquel Lojendio fue de más a menos en su encarnación de ese desagradecido y difícil papel que es el de Trujamán; por cierto, fue la única que se esforzó por semiescenificar su parte. Estupenda la orquesta. Aquí el público sí que reaccionó con entusiasmo. Con toda la razón.

En cuanto a las notas al programa, no voy a repetir lo ya dicho (enlace). A ver si cuidamos esas cosas, por favor.

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