La noticia del fallecimiento de Eugenio Murcia Díaz, un habitual lector y participante en este blog, me ha dejado completamente de piedra esta misma tarde. En su memoria acabo de escuchar el Réquiem de Mozart en interpretación de Giulini y la Orquesta Philharmonia grabado por Sony en abril de 1989, quizá el momento más inspirado de toda la carrera del director italiano. Y aquí traigo el disco en pequeño homenaje a este amigo al que pude conocer personalmente en Alicante hace tan solo unas semanas, donde me causó una excelente impresión. Creo que a Eugenio le hubiera gustado este pequeño detalle.
La interpretación es justo la que se podía esperar: amplia, solemne, robusta, por momentos bastante más bruckneriana que mozartiana, pero en absoluto pesada o ampulosa. Nada hay aquí de retórico, de superficial o realizado de cara a la galería. Nada que ver con un Karajan, por ejemplo. El aliento de Giulini es de una espiritualidad sincera y conmovedora, y su fraseo, siempre natural, equilibrado y flexible, ofrece toda esa maravillosa cantabilidad italiana que le caracteriza sin que la tensión interna se relaje en momento alguno. Me gustaría destacar además la manera que la que el maestro defiende toda la segunda parte de la obra, es decir, la de Süssmayr, que en pocas ocasiones ha sonado más convincente. La orquesta y su coro, espléndidos. Menos bien los solistas: me interesa mucho lo que hace la contralto Jard van Nes, pero creo que Lynne Dawson y Keith Lewis se limitan a cumplir y que Simon Estes, con su particularísima voz cavernosa, no llega ni a eso. En cualquier caso la versión es de un alto nivel, independientemete de que se puedan preferir enfoques más dramáticos y escarpados. La reedición de 2010, que se vende a un precio baratísimo, ofrece una nueva remasterización “24 bit” y un par de brevísimas propinas.
Hasta siempre, Eugenio.
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