domingo, 28 de noviembre de 2010

Preludios y fugas de Shostakovich por Melnikov: riesgo y creatividad

SHOSTAKOVICH: Los 24 preludios y fugas.
Alexander Melnikov, piano.
Harmonia Mundi HMC 902019.20.
3 CDs 151’15’’ (+DVD 23’14’’)
DDD
Harmonia Mundi Ibérica
**** R


Recibí este disco con desconfianza. Como no tenía a mano ninguna de las grabaciones de Tatiana Nikolayeva (imprescindible la de 1987, reeditada a precio de saldo por el sello Regis), me decidí a comprar el DVD de la filmación que la inspiradora y dedicataria de la colección realizó para la BBC -ya no muy bien de dedos- en el año 1992. Y he vuelto a quedar asombrado por la tensión vertical desplegada por la artista soviética en su densa, concentrada, austera y por momentos visionaria recreación de estos Veinticuatro preludios y fugas, op. 87 de Dimitri Shostakovich, que concibe con un pie puesto en Bach (recordemos que la partitura nació a raíz de las celebraciones de Leipzig de 1950) y el otro en la escuela pianística rusa.

Me volví a escuchar a continuación el registro que Ashkenazy realizó para Decca entre 1996 y 1998, y confirmé que el de Gorki, dentro de su concepción un tanto superficial de la música de Shostakovich, lograba aportar una visión menos tensa, más fresca y relajada, más espontánea, muy atenta a los aspectos lúdicos de esta música -que también los tiene-, y por ello más inteligible.

Hecho el repaso, he acudido por fin a este registro realizado por Harmonia Mundi entre mayo de 2008 y marzo de 2009, editado a muy buen precio en un triple CD que incluye una filmación en la que Andreas Staier conversa con el protagonista de la nueva recreación: Alexander Melnikov. Y me ha fascinado.


El joven pianista moscovita carece de las virtudes de Nikolayeva y Ashkenazy arriba señaladas, pero frente a ellos realiza una importantísima aportación: revelarnos la faceta más humana del compositor a partir de un proceso de “romantización” realizado a base de mucho riesgo y una enorme creatividad, modelando el sonido a placer -desde lo percutivo hasta lo aéreo-, fraseando con amplio aliento lírico, ofreciendo enormes pero muy bien planificados crescendi y decrescendi, descubriendo sutiles rubatos, pisando a fondo los pedales cuanto lo cree necesario, acumulando tensiones sin desmayo, ofreciendo una amplísima gama expresiva que oscila entre la dulzura ensoñada -sin caer en el empalago- y el más hondo dramatismo, y consiguiendo que por momentos se nos aparezcan los espíritus de Tchaikovsky, Mussorgsky, Debussy, Rachmaninov, Prokofiev y, por descontado, J. S. Bach.

No en todas las piezas convence por igual -hay pasajes de excesiva levedad, alguna que otra caída en lo pimpante-, pero a la postre termina diciéndonos muchas cosas nuevas sobre esta enigmática creación de quien, en palabras del propio Melnikov, se enfrentó a la vida “en toda su variedad, con su fealdad y -en ocasiones- su belleza”. Muy recomendable.
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PS. Escribí esta reseña el pasado mes de mayo para Ritmo, pero de momento no ha aparecido impresa ni lo va a hacer en el número de diciembre: como pasa en tantas revistas, el texto parece que va a ocupar el limbo de los artículos nunca publicados por falta de espacio. Por fortuna este blog me permite recuperarlo y dejar constancia de la gran calidad de este triple compacto que Harmonia Mundi ha tenido a bien vender en serie media.

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