Para la edición de 2010 la organización decidió, supongo que para probar fortuna y no sé si también para ahorrar gastos de gestión, buscar los servicios de otra empresa, Tick Tack Tickets. Los resultados han sido… ¡considerablemente peores! Para empezar te obligan a estar registrado previamente: un paso fastidioso e innecesario que con Generaltickets no había que dar. Claro que eso es una minucia en comparación con la tortura sufrida cuando salieron las entradas, pues aparece una larga lista de espera de esas de “es usted el número tal en la lista” que, a diferencia de lo que ocurre con la cola internáutica del Covent Garden, te dice que hay que empezar de nuevo cuando llega tu turno. ¡Y eso que probé con tres ordenadores diferentes, uno al lado del otro! El mismo suplicio sufrieron los amigos que intentaban sacar al mismo tiempo sus localidades. Al final pude conseguir todas las que deseaba (los tres conciertos de Barenboim que ya he comentado en este blog), aunque no desde luego en las ubicaciones que pretendía: mientras Generaltickets te mostraba en pantalla los asientos disponibles, estos te asigna automáticamente la localidad en la zona seleccionada.
Tiempo después llegó una disculpa por email –el caos fue terrible, evidentemente-, pero el gesto sirvió de poco porque la chapuza no quedó ahí. Al pasar unas semanas recibo un recordatorio de que debo recoger las entradas pendientes: no en el Corral del Carbón o en el Carlos V, como hasta ahora, sino en una serie de establecimientos concertados por Tick Tack a tal efecto, entre ellos los Carrefours o Viajes Halcón. Vale. A los pocos días me envían un e-mail que me dice que el anterior aviso me llegó quizá por un error informático, y que es posible que no tenga entradas para recoger. Me mosqueo. Voy a la web, introduzco los datos de la compra y efectivamente me indican que no tengo entradas. Me mosqueo más. Llamo al teléfono de atención al cliente: “¿quiere usted hablar en castellano, catalán o suajili"?” Escojo la primera opción. “Marque el uno para comprar entradas, marque el dos para consultas, marque el sesenta y nueve para…” Mientras tanto el 902 sigue cobrando. Finalmente una vocecilla pregrabada me pide que recite con voz clara mi nombre, mis datos y el motivo de mi queja... que ya me llamarán. Mi mosqueo no tiene límites. Les pongo un e-mail. Me contestan muy correctamente al cabo de unas horas, se disculpan por los problemas informáticos (“periodo de pruebas”, dicen) y me dan un enlace en el que puedo ver mis entradas. Ohimè, respiro.
El día del primer concierto me voy con tiempo suficiente para parar en el Carrefour de Úbeda y recoger físicamente las entradas. De las señoritas de atención al cliente dos no parecen saber nada, pero la tercera me dice que ese servicio solo se ofrece en los Carrefours con agencia de viajes; el más cercano, el de Granada. En fin, al menos he aprovechado para cambiarle el agua al canario. Tras dos horas más de conducción llego a la ciudad del Darro. Hace una calor de muerte, pero en lugar de meterme en la piscina del hotel (joderrrr, con lo bien que se estaría allí) me voy andando a la oficina de Halcón Viajes más cercana, la de la calle Recogidas. La canícula aprieta. La chica de la agencia me dice que sólo despachan tickets del festival en horario de mañana, que acuda al Corral del Carbón… “pero ojo, que cierra a las siete”. Subo la calle y voy al despacho de toda la vida. Allí me entregan amablemente mis entradas, me confirman la impresión que tuve un rato antes de que en Halcón Viajes de Recogidas estaban actuando a su bola, y me reconocen que no soy precisamente el primer cliente en quejarme. Me agradecen la queja, porque solo reclamando se consigue que las cosas funcionen. Esto de acuerdo, pero como no me pareció suficiente les cuento esta historia en mi blog para poner un granito de arena más que evite que el año que viene ese desastroso servicio de venta de entradas haga sonar su explosivo Tick-Tack sobre la cabeza de un festival del calibre del de Granada. Al menos esa tarde la pude terminar, finalmente, con un refrescante chapuzón en la piscina.
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