lunes, 29 de junio de 2009

Mehta dirige Haydn, Mozart y Schubert en Valencia

Entre entrega y entrega del segundo ciclo del Anillo –evento que espero comentar cuando se acabe-, tuvo la oportunidad Zubin Mehta de ofrecer un a concierto sinfónico en el auditorio del Palau de Les Arts, un espectacular espacio sobre la sala de representaciones operísticas que también cuenta con diseño de Calatrava.

Al final la cosa no fue para tirar cohetes en lo interpretativo, pero sirvió para confirmar el extraordinario nivel de la orquesta formada por Lorin Maazel para el teatro valenciano. Hacer Wagner es todo un reto, pero donde de verdad se calibran virtudes y limitaciones de una agrupación sinfónica es en el Clasicismo, y muy particularmente en Mozart, compositor que suele dejar "con el culo al aire" a orquesta, directores y -por descontado- cantantes.

La Orquesta de la Comunidad Valenciana superó la prueba con nota alta en esta velada del 26 de junio gracias a su sonido tan empastado como flexible y a la musicalidad de sus solistas. Maderas y cuerda grave me parecieron particularmente admirables. Que en algún momento hubiera algún desajuste no empaña el magnífico nivel de esta formación cuajada de intérpretes de primera. Helga Schmidt debería programar muchos más conciertos sinfónicos en las próximas temporadas. Eso sí, escogiendo bien obras e intérpretes, pues tener nombres de categoría no implica necesariamente calidad.

Mehta
Fue el caso del Concierto para piano nº 27 de Mozart, poco interesante por el planteamiento plano, distanciado y meramente "ornamental" de su aproximación. Todo sonó muy bien pero sin la menor fuerza dramática y sin apenas elevación poética. El joven pianista chino Jue Wang, nítido en la pulsación y agilísimo en el fraseo, anduvo siempre por su cuenta -qué manera tan digamos "peculiar" de medir el compás- y se quedó igualmente la superficie de la hermosísima partitura. Un muermo.

Sin embargo la Sinfonía nº 22 de Haydn, "el filósofo" -que abría la velada- estuvo muy bien planteada y expuesta por un director algo soso pero atento a todos los planos sonoros y al desarrollo horizontal del discurso. Fue una muy buena interpretación en la que, tratándose de Mehta, sorprendieron la moderación del vibrato en las cuerdas y la utilización de un clave para el bajo continuo.

Si irregular fue la primera parte de la velada no lo fue menos La Grande de Schubert que ocupó la segunda. Del maestro hindú conozco dos interpretaciones de la obra, una con la Filarmónica de Viena en Salzburgo de 1985, espléndida aunque menos satisfactoria en los dos movimientos iniciales que en los conclusivos, y otra con la Staatskapelle de Dresde de hace nada (toma radiofónica de 2008), muy basta y superficial. Esta de Valencia estuvo a medio camino entre ambas.

Fue muy correcto el primer movimiento, por cierto llevado siempre al mismo tempo (en las grabaciones referidas ofrece la introducción lenta, al modo tradicional). Flojo el Andante con moto, rígido y superficial, sin poesía en su desarrollo y sin garra dramática en un clímax que buscó impactar a través de la corpulencia y el decibelio. Notable el Scherzo, que incluso ofreció detalles creativos en el trío. Y esplendido el Allegro vivace conclusivo, dicho con entusiasmo y magníficamente desmenuzado por la batuta a pesar de esa rotundidad sonora que tanto le gusta.

En resumidas cuentas, una espléndida orquesta al servicio de un Mehta tan desigual como en su sobrevalorado Anillo. Esperemos que en el futuro (qué demacrado aparecía el maestro) haya muchas más posibilidades de apreciar la faceta más positiva del veterano director.

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