domingo, 10 de agosto de 2008

López Cobos destroza Idomeneo

Retomo este blog después de unas vacaciones en Francia que tuvieron como prólogo un par de representaciones de Idomeneo en el Real. Acudía al teatro madrileño atraído por la belleza del título -de lo mejor del catálogo lírico mozartiano al margen de la inalcanzable trilogía Da Ponte- y por la contrastada calidad de los dos elencos congregados: esta obra se hace poco y había que aprovechar la ocasión. Pero iba también con el temor de lo que podía hacer López Cobos, un director cuyo fracaso en el foso del Real ya es reconocido hasta por quienes en un principio le apoyaban: con el maestro zamorano no sólo la Sinfónica de Madrid no suena mejor que antes, sino que el teatro de la Plaza Isabel II ha entrado en una fase de sopor sólo animada por las ráfagas de algunos buenos directores que de vez en cuando la visitan.

Desdichadamente mis peores sospechas se vieron confirmadas, hasta el punto de que este Idomeneo ha sido lo peor que le he escuchado a López Cobos (Diálogos de Carmelitas es lo único realmente bueno que le recuerdo). Y que conste que el maestro no carece de técnica. Todo lo contrario, sabe conseguir perfectamente lo que quiere: un Mozart tímido, transparente y delicado cuyo presunto equilibrio y elegancia a muchos nos parece más bien flacidez, ausencia de contrastes, sosería expresiva y aburrimiento. Es verdad que hay otros directores españoles que hacen un Mozart operístico no menos tedioso (pienso ahora en Pons, en Víctor Pablo y en el reciente Ros Marbá de Don Giovanni, por no hablar de batuteros tipo Miquel Ortega), pero lo de López Cobos me ha resultado realmente inaguantable. Prefiero mil veces, a pesar de sus excesos y precipitaciones, la dirección vitalista, teatral y contrastada de Daniel Harding para el estreno de esta misma producción en Milán, que en su momento pude grabar de la televisión vía satélite.

Una producción, por cierto, más bien decepcionante, pues el otras veces espléndido Luc Bondy (magnífico el Cosí que le vimos hace años en el Maestranza) fracasa a la hora de ofrecer una dramaturgia desmitificadora e intemporal: lo que le sale es frío, aburrido e incoherente, pese a algunos aciertos parciales. Tampoco aportan mucho la escenografía del gran Erich Wonder ni el vestuario, más bien feo, de Rudy Sabounghi. Al menos eliminaron, con respecto a las funciones milanesas, el ridículo monstruo “de plástico” que vence Idamante y los espantosos pendientes de Elettra que pueden verse en la foto de Emma Bell adjunta.

Los dos elencos me gustaron bastante. Aunque ya algo gastado y con problemas en las agilidades, Kurt Streit volvió a demostrar que no sólo es un magnífico mozartiano por línea y estilo, sino que tiene la voz apropiada para Idomeneo; es además un magnífico actor. En el segundo reparto, Kobie van Rensburg se desenvolvió con bastante solvencia.

Adoro a Bernarda Fink, pero en esta ocasión la encontré un tanto tosca y me pareció bastante superada, en el otro elenco, por una Joyce DiDonato que si en Rossini es hoy toda una número uno, como el Idamante mozartiano sabe ser elegante y poderosa al mismo tiempo haciendo gala de una voz bellísima, de una técnica sin fisuras y de una excepcional musicalidad.

Me parecieron más cumplidoras que brillantes Cinzia Forte y María Bayo; a pesar de su habitual tendencia a la cursilería y de sus limitaciones en el agudo, quizá fuera un poco mejor la Ilia de la navarra por la calidad de su voz y por la mayor elegancia de su línea de canto. Muy distintas, y complementarias, las dos Elettras. Emma BelI fue un torbellino de pasión y desgarro, pero su grave es bastante pobre y su agudo deja que desear. Bastante menos intensa, Iano Tamar aportó un instrumento más consistente y un estilo más propiamente mozartiano.

En el rol de Arbace, Charles Workman volvió a dejar claro que Mozart no es lo suyo (estuvo mucho mejor en el Makropulos) y Francisco Corujo apuntó buenas maneras, quedándose los dos un tanto a mitad de camino. En cualquier caso, dos elencos homogéneos y de alto nivel que podían haber dado mucho más de sí de haber contado con una batuta menos soporífera que la de López Cobos, que convirtió a estas dos funciones en algo insufrible. Claro que lo peor para mí no es eso, sino que si quiero disfrutar la próxima temporada de las estupendas voces congregadas para Un ballo in maschera y Tannhäuser, tengo que tragarme otra vez al maestro. Bufff.

1 comentario:

jason dijo...

Yo tambien he visto esta producción con los dos elencos.

El espectáculo carece de una verdadera escenografía y la puesta en escena falta de convicción y tensión dramática, sin ideas y fea.
El nivel musical pero es alto

Kurt Streit ofrece una versión muy eficaz del personaje de Idomeneo, con una voz incisiva, fraseo y dinámica exquisitos.Tal vez,tende a abrir los sonidos.
Kobie van Rensburg es un magnifico actor pero la voz es menos interessante y no siempre del todo controlada.
Bernarda Fink como Idamante es una cantante de enorme gusto, canta Mozart con delicata elegancia, mas interessante de la rossiniana Jpyce di Donato que, en este papel no puede lucir sus mejores armas: brillantez en el gudo y coloratura. Supera pero la Fink como actriz.

Cinzia Forte tiene una,voz duttil y debidamente equilibrada por pasajes de noble y delicada elegancia. Canta, con una voz bien proyectada y dulce, la famosa aria Zeffiretti lusinghieri y frasea con intención y estilo.
Maria Bayo en el mismo papel canta con inteligencia los recitativos pero tiene muchos problemas de afinación y el volumen de la voz es siempre demasiado alto, acerca del grito.Prefiero recordarla en otras performances.

Mas dramática es Elettra de Emma Bell que me ha gustado mucho. Tiene una voz redonda y un tibro agradable, levemente oscura y voluminosa. Por arriba tal vez estridente pero, en general, tiene un admirabile instrumento.
Iano Tamar menos intensa, tiene una buena voz, pero canta con un estilo demasiado romantico y poco mozartiano.

Finalmente, López Cobos falta de dinamismo y incisividad, especialmente en la primera parte de la opera.

Jason

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